martes, 19 de febrero de 2008
Pedalazos 7: Verde en la vía
Lo estoy viendo. Solo en su estudio frente a la mesa de dibujo. Sobre ella, el plano de alguna ciclorruta, cuando era apenas una idea. En su mente creativa los sueños van tomando forma. Un larga acera con tramos para cada uno. Espacio libre para el peatón. Vías demarcadas para los ciclistas. Y con el doble objetivo de decorar y proteger, altos y frondosos árboles a la orilla del andén.
Este diseñador o arquitecto anónimo tuvo la posibilidad de concretar sus diseños. Tomó los andenes, construyó las ciclorrutas, señaló los caminos y sembró los árboles. Dentro de unos años, todo será una hermosa realidad.
Pero hoy, la parte vegetal de la infraestructura urbana no es una realidad, Es un estorbo con ínfulas de amenaza.
Resulta que para ser altos y dar sombra, los árboles tiene que pasar por un proceso de crecimiento. Y como las especies escogidas son frondosas, no solo aumentan para arriba, sino para los lados. El resultado es que ese tallo raquítico de hace unos años que a duras penas sobresalía de la matera, es hoy una vigorosa, amplia y floreciente copa, a metro y medio del suelo.
Y por ecológico que suene el asunto, el resultado real es que el usuario de ciclorruta se encuentra, periódicamente, con una hermosa rama verde a la altura de su cabeza que penetra al interior de la vía.
Esto puede ser muy bonito, pero convierte el monótono trasegar solitario por el camino en una especie de carrera de obstáculos. Entonces hay que agacharse. O sacar la cabeza hacia la izquierda. O probar la resistencia del casco. O en casos extremos, pasarse al otro carril.
Y si por el otro carril viene algún ciclista a la velocidad adecuada para lo que en “Viaje a las estrellas” llamaban rumbo de colisión, el juego se vuelve más complejo. Las dudas llenan la mente del primer usuario. ¿Freno? ¿Me paso a la zona peatonal? ¿Hago un cruce rápido para recuperar mi carril? Demasiadas dudas para un ser humano cuya única preocupación es llegar a alguna parte.
El problema tiene una variante interesante en la Avenida Eldorado, donde los árboles están en la mitad de la ciclorruta, en aquellos puntos donde la vía se abre en dos. El desafío es ¿Me agacho? ¿Me paso a la zona verde? ¿Saco la cabeza hacia la derecha? ¿Me arriesgo a ser despeinado?
(Y que conste que no menciono al personaje que por andar pensando en otras cosas, no está pendiente de los obstáculos aéreos inesperados, y solo se entera de su presencia cuando sufre al ataque de las ramas asesinas)
Claro que puede existir una solución alterna. Que alguien pode esos árboles, para que dejen de estorbar y hagan aquello para lo que fueron creados, adornar. Así el sueño de nuestro diseñador anónimo continuará su camino hacia la realidad, y el verde en la ciclorruta perderá su actual y amenazante tono.
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