Grande no era sinónimo de adulto, grande era el que ya había
pasado por eso. Desde ese primer momento que nuestra mente es capaz de recordar, siempre hubo algo que los otros hacían, pero nosotros no. Y
cuando digo los otros me refiero al
vecino –el que nos llevaba dos años de ventaja– al primo nacido pocos meses
antes que nosotros o, referente obligatorio, a los hermanos mayores.
Ocasionalmente, a los papás también.
Y es que los indicadores de gestión no son un invento de
administradores. Son un reflejo de la
vida. Todos, a medida que crecimos, íbamos llenando nuestra propia tabla de hitos los cuales demostraban, lenta
pero incuestionablemente, nuestro ingreso triunfal al gremio de los
grandes.
Las tablas de pesos y estatura son problemas de pediatras.
Las etapas de desarrollo – niñez, prepubertad, pubertad, adolescencia– materia
prima para psicólogos. Los grados
escolares asunto de pedagogos. Nuestra propia escala evolutiva desde
bebé hasta crecido se sustenta en la primera vez que…
- Fuimos solos al baño y despachamos la diligencia respectiva sin necesidad de operativos especiales de aseo.
- Prendimos un fósforo sin quemarnos.
- Marcamos un número en el telefono de disco y salió la llamada.
- Fuimos capaces de leer la hora en un reloj de manecillas.
- Alcanzamos la manija de la puerta.
- Dormimos solos la noche completa.
- Pasamos a la silla de adelante en el carro.
- Montamos en bicicleta sin ruedas de apoyo y, lo más importante, sin caernos
- Dejamos atrás los cuadernos ferrocarril y empezamos a trabajar con cuadernos rayados o cuadriculados.
- Compramos algo, prenda de vestir, juguete, golosina con la plata de mamá o papá pero a nuestro propio gusto.
- Nos servimos la comida –o parte de ella– solos.
- Escogimos lo que queríamos en un restaurante, cafetería o heladería directamente del menú.
- Nos amarramos los cordones de los zapatos sin ayuda y sin que se desamarraran.
- Nos vestimos sin ayuda.
- Cambiamos el lápiz por el esfero.
- Montamos solos en bus.
- Nos quedamos solos en la casa.
- Recibimos algún dinero para gastarlo a nuestro propio gusto.
- Dijimos voy para en vez de decir ¿puedo ir a?
- Dijimos voy para en vez de decir ¿puedo ir a?... y fuimos.
- Dijimos ya vengo sin tener que detallar para donde íbamos.
- Recibimos llave de la casa.