jueves, 21 de abril de 2016

Jose Amílcar y Jairo me persiguen


Apareció por primera vez hace 18 años, cuando yo dictaba clases de Normas Técnicas. El centro docente respectivo decidió prescindir de mis servicios, y, para evitarme el impacto de una notificación cara a cara, tuvo el detalle de informarme su determinación mediante carta.  Sin embargo tuve que acudir a la venerable institución para confirmar mi despido, porque el destinatario de la misiva resultó ser un tal Jose Amílcar.

Y yo me llamo Jaime Amílcar. Jaime en homenaje a un tío materno, y Amílcar por cuenta de un primo de mi papá, quien se perdió en la selva en vísperas de mi nacimiento. Su desaparición es algo que debo agradecer, porque me cuentan que la idea era bautizarme Sixto (disculpe usted don Sixto, pero me quedo con Amílcar).

Durante muchos años compartir nombre con Amílcar Barca, padre de Aníbal (legendario guerrero de tiempos antiguos) no me avergonzaba, pero tampoco lo promocionaba mientras no fuera absolutamente necesario.  Pero alguna vez se me ocurrió firmar una nota periodística con mi segundo nombre. Y de ahí en adelante usé los dos, cada uno por su lado o combinados.

Otro tanto hacen mis conocidos, quienes insisten en sumar a mis apelativos el Jose Amílcar. Lo invocan personas que no se conocen entre ellos –y posiblemente jamás lo harán–. Pero de manera espontánea llaman a mi teléfono y preguntan “¿Hablo con Jose Amílcar?  Así pasó con el científico que entrevisté. O el celador de un edificio donde viví. (Don Jose Amilcar, le llegó este sobre). O el jefe que habló media hora de lo que tenía que hacer Jose, lo cual no me  importaba, hasta que caí en cuenta de que Jose era yo. 

La  distorsión nominal es un efecto inmediato. Saludo, me presento con mis dos nombres, y tres minutos después el interlocutor de turno se dirige a mí como Jose Amílcar. Sin dudarlo. Le hago la corrección y días después recibo un correo electrónico que comienza, “Hola Jose Amilcar, necesito que…”

Jairo, por lo menos, tiene una explicación fonética. ¿Cuál Jairo? Vengan les explico. Me pasa mucho que me preguntan mi nombre y solo doy el primero… mejor escuchemos una conversación que empieza así:

- Hola, por favor me comunica con el doctor.
- Quien lo llama.
- Jaime.
- Claro que sí don Jairo, espere un momento.
- Jaime.
- ¿Qué?
- Que yo me llamo Jaime.
- Ah, disculpe don Jairo.

Eso pasa por teléfono y en persona. Reconozco que la vocalización no es mi fuerte, pero he hecho pruebas y puedo dar fe de que con los dientes apretados, la boca semicerrada, la lengua pegada al paladar: con diferentes interferencias como ruido ambiente, zumbidos en el teléfono o cantantes de rock ensayando al fondo Jaime puede sonar como Jairo, pero como Jose, nunca.

Ni Jose como Jaime. Así que solo me queda preguntar.

¿Quién carajos es Jose Amílcar?