Fanor tiene una curiosa colección de documentos. Incluye su tarjeta de identidad, las diferentes identificaciones laborales, todas las versiones de su cédula, todas las versiones de su pase, todas las versiones de su libreta militar. Y en casi todas ellas el año figura como impreso en piedra. 49 años atrás, el coleccionista llegaba al mundo con el fin de alegrar el hogar de sus padres… es decir que este es el año 50. Su año 50.
Desde que se inventaron los psicoanalistas, la angustia existencial se volvió industria. Y lo que antes era problema individual se encuentra detectado, catalogado, sistematizado, publicado y cobrado. Entonces ya es casi una obligación pasar por la crisis de los 30, la de los 40, y la de los 50. Parece que no existe la de los 60, aunque faltan datos de otros municipios.
Fanor sobrevivió a la de los 30, pasó agachado por la de los 40 pero optó por ponerle el pecho a la brisa al llegar al quinto piso. Y desde hace rató está organizando todas y cada una de las facetas de su vida.
Tipo serio, desde los 37 dispone de un fondo económico de reserva invertido en atractivo y rentable portafolio.Ya los hijos han crecido lo suficiente para no requerir tanta atención, pero dispone de medios para cualquier emergencia.
Tipo sano, pasó de bebedor de fin de semana a bebedor social, y desde hace cinco años soluciona sus compromisos etílicos con par whiskys y mucha labia. Salvo un par de deslices juveniles, no consume otro tipo de sustancias alucinógenas. Se trasteó del café al té verde y su plato de comida equilibra los tres grupos alimenticios, con prioridad para la fibra y consumo moderado de grasa y carbohidratos.
Tipo previsivo, pasa con honores el impajaritable examen médico semestral. Se matriculó en un gimnasio y contra toda evidencia lo visita con periodicidad constante. Si bien en el pasado la bragueta a veces se bajó en sitios no oficiales, hoy en día se conforma con admirar las otras mujeres y calmar la líbido a punta de deberes conyugales.
Tipo eficiente, en el trabajo se encuentra ubicado en una posición acorde con su edad, formación y experiencia. En sus cuentas la palabra jubilación es un cálculo matemático, posible pero no urgente. Nada puede quitarle esa sonrisa de la boca con dientes renovados a punta de implantes. Su rostro ya muestra algunas arrugas, rematadas por ese cabello gris pero abundante y bien peinado.
Ni siquiera la primera etapa del día tres del segundo mes le causó más perturbaciones de las reglamentarias. Sí, el carro se varó inesperadamente. Sí, hubo que llevarlo empujado a un parqueadero cercano, de confianza, donde quedaron a la espera del mecánico. Sí, debió competar su trayecto en taxi…
Pero no había afán así que primero caminó un rato, y de repente vio venir una buseta. Llevaba años sin montar en buseta. Tipo espontáneo, la paró, subió, pagó el pasaje y vio que no había puesto, así que se agarró de la barra y esperó.
Primer arrancón, sacudida inesperada. Casi termina en el suelo. La memoria lo llevo a otros tiempos cuando era usuario permanente del transporte público, pero mientras se activaban músculos dormidos vino un frenazo. Nuevamente trastabilleo. Arrancón. Frenazo. Curva cerrada. Rutina normal para pasajeros de bus urbano, pero incómoda –por decirlo suavemente- para Fanor.
De hecho se sacudía como plumero ante la aerodinámica del chofer, Y entonces pasó. Y como los ladrillos que se yerguen formando una pared, cayeron ante él sus cinco decada años, generándole una crisis que le va dar de comer al siquiatra durante todo lo que resta del año 50 y mucho más
No fue la pérdida del equilibrio, no fueron las maromas que debía hacer para que no se le cayera el maletín, ni siquiera el dolor muscular generado por el irregular movimiento del vehiculo.
Fue la señora, (¡Una señora, ni siquiera un joven o por lo menos una joven!) de edad indefinida, quien se levantó con firmeza, lo miró a los ojos y lo sentenció a cincuentón con esa frase que creía exclusiva de mujeres embarazadas, niños y…ancianos
“¿Se quiere sentar?”
Tipo llevado.