miércoles, 24 de mayo de 2023

Televentas, vida feliz a un ¡llame ya! de distancia


Mucho antes de Cristo crearon el dinero. En el Siglo XIX se inventaron el teléfono. En el Siglo XX llegó la televisión.  Y entonces aparecieron las televentas. Un sistema que por medio de la televisión motiva (persuade, ¿obliga?) al personal a llamar para entregar su dinero a cambio de diferentes productos o servicios que (aseguran) cambiarán su vida -la del personal- para siempre.

El personal somos usted y yo. Pero no se confíe. Nuestro dinero no está a salvo. Los que hacen esos programas -comerciales de media hora o más- tienen su mérito. Tal vez nunca hayamos llamado, pero quien diga que por lo menos no lo ha pensado, no le creo. 

La primera lección de una buena televenta es que alguna actividad rutinaria de toda la vida es un problema complicadísimo. Algo que debemos dejar de hacer ¡Ya!. O mejor, dejar de hacerlo con ese complicado y anticuado artefacto que –curiosamente- es el mismo que utiliza el 99 por ciento de la humanidad.

Entonces hay que dejar de peinarse con ese viejo y enredador peine, dejar de amarrarse los zapatos con esos antiprácticos cordones, dejar de cortar la fruta con ese antiestético y peligroso cuchillo y, al paso que vamos, algún día habrá que dejar de masticar con esos arcaicos dientes.

Una vez ilustrados sobre la enorme dificultad que nunca habíamos notado viene la buena noticia. Ellos tienen la solución. Un nuevo dispositivo que hará exactamente lo mismo. ¿Cual es la ventaja? Desaparecen LOS (así, en mayúscula) inconvenientes. ¿Cuáles?. Bienvenidos a la segunda parte del programa.

Un locutor (a) con voz de mamá regañona describe todo lo malo que puede pasar con la actividad de turno mientras los actores en pantallas escenifican los fracasos y hacen mala cara. No tiene nada que ver con que el actor se vea torpe o inepto. El culpable es “ese peligroso e incómodo artefacto”.

Ratificada la inutilidad del sistema vigente, se retoman las ventajas de la novedad. Ahí es cuando nos revelan ”el secreto”. Porque siempre hay un secreto. Puede contener un revolucionario descubrimiento, la resurrección de tecnologías olvidadas o años de trabajo en los laboratorios de un país lejano. Lo más importante de ”el secreto” es que incluya algún material, componente, sustancia o catalizador de nombre raro. O de nombre conocido pero normalmente utilizado para algo que no tenia nada que ver con el producto en venta hasta que ellos se dieron cuenta de “la gran ventaja que hace la diferencia”.

Siguen los testimonios que dan fe de la maravilla de turno. A veces el usuario habló en inglés, pero como acá somos latinos, le aplican el verbo doblar. Otras veces las entrevistas son producto nacional. Lo que es normal es el tono impostado y artificial del actor de doblaje, o el tono leído y libreteado del beneficiario local. El que no tiene problema es el tono de los presentadores, que no paran de elogiar la solución puesta a disposición del grupo de privilegiados que tuvieron la suerte de sintonizar el programa.

(Paréntesis. Alguna vez las televentas estaban limitadas a horarios de baja sintonía. Después se volvieron un indicador de crisis: si un canal estaba en las últimas, empezaba a programarlas, o mejor, a pautarlas (plata fácil) a toda hora. Hoy en día se cogieron confianza y lo que hacen es incluirlas en los cortes comerciales de la canales de cable, que, por cierto hay que pagar para ver)

El remate siempre es el mismo. ¡Llame YA! Pero ¡YA! (Televenta sin ¡YA! y ¡YA! y ¡YA! no es televenta) Sin entrar en detalles ni cifras enfatizan que los precios son excepcionales, una oferta especial “solo por hoy” (oferta que, por cierto, sigue vigente 6 meses después, cuando nos encontramos la misma televenta en otro o en el mismo canal)  Y el toque “inesperado”. “Solo por hoy (?) no le vamos a dar uno sino dos (o 3, o 4. o… ) unidades del producto a un precio único. ¡Llame YAAAA!

Ojala en la vida todo fuera tan fácil. Pero nada se pierde con intentarlo. Deje ya de perder su tiempo leyendo este blog sin aportar nada. Usted tiene el poder de opinar. ¡Comente ya!. Y aquí sí es gratis.