lunes, 10 de enero de 2011

Un fatídico happy birthday en multimedia


Ella era ingeniera. Él nunca supo exactamente de qué. Pero descartó completamente una opción: sistemas. Ella desconfiguraba computadores, borraba archivos, escondía carpetas, bloqueaba pantallas. Era el mejor cliente para el contrato de soporte.

Luis Guillermo, –profesional T1 del contrato 540987-A– consideraba eso absolutamente intrascendente. Había decidido enamorarse desde el día del vestido rojo. Cada contrato –el de ella era el 540987-J– correspondía a una empresa diferente que tenía la obligación de uniformar a sus trabajadores. Pero un día la norma se suspendió y ella trajo un vestido rojo que aplastó cualquier duda y confirmó el diagnóstico inicial. Ella era lo más hermoso sobre la faz de la tierra que Luis Guillermo había visto en toda su vida.

Y parecía existir química. Cuando se cruzaban los saludos eran efusivos –hasta de beso– con sonrisa y con una que otra frase lo suficientemente ambigua como para aspirar seriamente a la fase dos, la tres, y hasta la cuatro.

Una consulta a los archivos sociales le confirmó a Luis Guillermo que ella estaba próxima a celebrar sus cumpleaños. En la web encontró un simpático detalle audiovisual remitible vía correo electrónico. Un sitio de Internet con una de esas tarjetas electrónicas en línea. La imagen consistía en un Cupido animado –chiquito, regordete, con alas y semiempeloto– cantando el happy birthday, al cual se le podía poner una cara cualquiera –en este caso la de Luis Guillermo–.

Creada la película, llegó el día del cumpleaños. Coincidió con la reunión de todos los contratos de la serie 540987. El encuentro semestral donde cada organización presentaba a las demás un informe de actividades.

Como en el contrato 540987-J creían en el empoderamiento, rotaban equipos internos para la presentación. Esta vez le correspondió a la ingeniera, al auditor y la arquitecta. Por cierto, el auditor también se llamaba Luis Guillermo.

Cuando les tocó el turno, la memoria USB del auditor no quiso responder. Hombre previsivo, había mandado sendas copias de la presentación a sus compañeras. Así que frente un escenario repleto –los contratos de la serie 540987 eran bastantes- con proyección en pantalla gigante y sonido estereofónico, la ingeniera abrió su correo electrónico, buscó un correo de Luis Guillermo, lo abrió y abrió el archivo anexo…

Creo haber comentado que la informática no era su fuerte. Eso tal vez justifica que no haya verificado el apellido del destinatario y que, cuando apareció el ángel semi empeloto animado y cantando, con la cara del señor al que siempre saludaba por educación, al tratar de cerrar lo que hizo fue bloquear el teclado, lo que impidió detener la inusual presentación.

Bueno, fue eso y la acogida del público presente, que no solo se desternilló de risa, sino que por aclamación exigió repetición. Solo dos personas se apartaron del criterio general: la ingeniera y Luis Guillermo, no el auditor, sino el profesional T1 del contrato 540987-A.