Este
personaje deambula por las instalaciones de un centro comercial. Tiene una caja
de embolar, se ve como embolador y hace lo que hacen los emboladores. Pero,
como lo señala su chaleco, él no es un embolador. Es un “embellecedor oficial
de calzado”.
Este
tipo es un visionario. No está lejos ese
futuro donde oficios y profesiones evolucionarán. Donde, por ejemplo, al tomar un bus quedaremos a cargo del “operador de maquinaria encaminada a movilizar usuarios
de sistemas de transporte masivo”.
En
cualquier restaurante –desde ejecutivo hasta alta cocina- para acceder a los
servicios acudiremos al “facilitador de la relación entre artistas de la
preparación de alimentos y potenciales consumidores”, a quien en otras épocas
convocábamos como ¡mesero!
Claro, sabemos que nuestro principal proveedor de comida y otros seguirá siendo el
tendero, perdón el “asesor de soluciones
de consumo inmediato para sus clientes en pequeños negocios, especializados en productos
básicos, ubicados en sectores residenciales”.
Si el aire de las llantas en motos o bicicletas
desaparece, no habrá problema. Siempre podremos encontrar un
"consultor técnico especializado en soluciones para fugas en aros
tubulares de caucho rellenos de aire utilizados en sistemas personalizados de transporte”. De esos que solían
identificarse como montallantas o bicicleterías.
¿Se dañó la llave de la puerta? ¿Tiene que cambiar guardas? Busque un
“especialista en dispositivos mecánicos y electrónicos de apertura, cierre y
aseguramiento utilizados en los elementos arquitectónicos que permiten el paso
entre dos espacios separados por algún tipo de cerramiento” que le colabore con
esos trabajos de cerrajería.
Aunque estrenar prendas es muy bueno, a veces tocará reparar
las que tenemos. Desde cambiar un botón hasta un forro, esa labor estará a
cargo del “restaurador de piezas artesanales o industriales utilizadas para
proteger a los seres humanos de
fenómenos naturales y con propósitos estéticos”, quien normalmente labora en
una clínica de ropa.
También habrá que abrirle campo a la diversión. Parques,
conciertos, espectáculos deportivos demandarán contacto previo con el “proveedor de comprobantes de acceso para
actividades destinadas al entretenimiento en espacios para públicos masivos”.
Generalmente estará en la taquilla.
Otra opción será ver películas en casa.
Habrá formas legales y de las otras, como acudir al “distribuidor de copias no
autorizadas de productos audiovisuales sin establecimiento comercial conocido”
quien venderá los DVD de dudosa procedencia en la calle.
¿Tiene problemas de pareja? O está a punto de formalizar su
unión matrimonial. Será buen momento para acudir a “intérpretes de instrumentos
musicales con repertorios especializados
para presentaciones callejeras o domiciliarias contratadas a destajo” y
darle una serenata a esa persona especial.
Eso sí, en caso de que sea un edificio o conjunto, asegúrese
de contactar previamente a la “autoridad encargada de regular el acceso a
inmuebles destinados a vivienda
multifamiliar, producción industrial, oficinas o almacenamiento” porque
de lo contrario, ese vigilante no lo va a dejar entrar.