(Publicado en la revista Voz a Voz de Comcel)
El mundo de los consumidores de licor (chicha, whisky e intermedias) se divide en dos grupos. Los que beben y los que beben y no pagan. Diciembre es el paraíso de estos últimos por cuenta del espíritu navideño, que convoca a una parte de los seres humanos a compartir, para beneficio de la otra parte: los gotereros. Si desea saber que tan dispuesto está usted a emborracharse por cuenta ajena, anótese un punto por cada respuesta afirmativa.
1.- ¿Conoce el aroma, sabor, cuerpo y textura de todos los licores inventados por el género humano, pero ignora el precio de cualquiera de ellos?
Sí.
No.
2.- ¿Sus citas en bares (sociales o de negocios) siempre coinciden con: uno: la hora feliz; dos: una billetera “olvidada” que no es la del otro.
Sí.
No.
3.-¿Dispone de evidencia científica (objetiva, sistemática y verificable) de que el viejo truco de ir al baño cuando llega la cuenta funciona?
Sí.
No.
4.- ¿Es capaz de detectar una degustación de licores una cuadra antes de entrar al almacén?
Sí.
No.
5.- ¿Tiene sueños eróticos con las modelos que promueven o regalan licores… pero sin modelos?
Sí.
No.
6.- ¿Es el primero que apoya la idea de una “vaca” para comprar traguito y el último en dar –cuando lo emboscan a la salida del baño– la cuota respectiva?
Sí.
No.
7.- ¿En una reunión social, la amistad que más le interesa cultivar es la del mesero de los whiskys (o los vodkas, o los vinos o los aguardientes…)?
Sí.
No.
8.- ¿Acepta participar en cualquier competencia de resistencia alcohólica financiada por otros?
Sí.
No.
9.- ¿Ha tenido muchísimos guayabos etílicos, pero ninguno con remordimientos económicos?
Sí.
No.
10.- ¿Cuándo entra a un bar, siente que sus conocidos se le están escondiendo?
Sí.
No.
11.- ¿Cuándo era empleado, se dejaba invitar del jefe porque él sí tenía plata?
Sí.
No.
12.- ¿Cuándo fue jefe, se dejaba invitar de los empleados porque lo consideraba un merecido homenaje a su estatus?
Sí.
No.
13.- ¿Desaparece cuando recogen la cuota, pero se materializa a la hora del vino por el cumpleaños del compañero de oficina?
Sí.
No.
14.- ¿Sabe exactamente cuáles son aquellos vecinos que abren botella cada vez que la Selección Colombia gana… o pierde?
Sí.
No.
15.- ¿Está vetado en por lo menos 27 tiendas por cuentas pendientes de pago?
Sí.
No.
16.- ¿No se pierde novena en Navidad, pero ni reza, ni come natilla con buñuelos, ni baila?
Sí.
No.
17.- ¿Sabe exactamente qué preguntas hacer en una exposición para que lo inviten a catar un vino?
Sí.
No.
18.- ¿Cuando invita a alguien a un (y es uno, de verdad) trago o una cerveza, nunca tiene billetes de denominación inferior a $50.000 disponibles?
Sí.
No.
19.- ¿Pronuncia esta frase por lo menos una vez al día: “Pague usted y después arreglamos?
Sí.
No.
20.- ¿Le dicen el paracaídas, por su habilidad de caer en reuniones después de que las botellas han sido destapadas y pagadas?
Sí.
No.
21.- ¿Cuándo le ofrecen chocolates de una caja, escoge instintivamente los que están rellenos de licor?
Sí.
No.
22.- ¿Aunque ignora la diferencia entre una escultura y un bollo ‘e yuca, no se pierde coctel de inauguración de exposición de arte?
Sí.
No.
23.- A propósito, ¿Lo único que lee son publicaciones y portales culturales para estar actualizado sobre lanzamientos de libros de acceso libre y coctel incorporado?
Sí.
No.
24.- ¿Estuvo en Alcohólicos Anónimos, pero su problema jamás influyó en las finanzas de la familia?
Sí.
No.
25.- ¿Se ofrece de voluntario para acompañar a cualquier recién llegado con plata a conocer la parte etílica de la ciudad?
Sí.
No.
26.- ¿Tiene su cédula inscrita para elecciones en algún pueblo lejano, donde los caciques locales se pelean a los electores a punta de trago gratis?
Sí.
No.
27.- ¿Es absolutamente sordo a cualquier insinuación relacionada con “esos” a los que ‘les gusta tomar, pero no les gusta pagar”?
Sí.
No.
28.- ¿Nunca ha visto una cuenta de cerca?
Sí.
No.
Resultados
De 0 a 5: Se puede contar con usted a la hora de pagar. Tanto, que es el compañero perfecto para todas las categorías siguientes. A propósito… ¿cuándo vamos a tomarnos un trago?
De 6 a 10: Cuando llega la cuenta, usted no tiene problema. El problema es tenerlo disponible a la hora que llega la cuenta.
De 10 a 15: Cualquier indicio de trago gratis lo atrae como el queso a los ratones, la miel a las abejas, el presupuesto nacional a los políticos y el licor regalado a los gotereros.
De 15 a 20: Es un fabricante de oportunidades. Sabe exactamente cuándo, dónde y cómo ganarse una copita, una botellita, una cajita, una garrafita o un petaquito.
20 o más: El verbo pagar y el verbo tomar jamás han estado juntos durante su existencia. Sus amigos le huyen, sus parientes no lo invitan, sus compañeros lo excluyen de las “vacas” pero de alguna forma usted siempre llega, bebe, bebe, y vuelve a beber aunque su billetera permanece en las más absoluta virginidad.
lunes, 22 de diciembre de 2008
Amor con fronteras
Lo que en años de juventud rechazamos, criticamos y hasta combatimos... entre el cuarto y el quinto piso empieza a tener sentido. Por ejemplo, las locas historias de amor (tipo telenovela, donde él es taxista y ella ejecutiva; o él hacendado y ella recolectora) comienzan a perder puntos frente a relaciones notoriamente estables, deliciosamente rutinarias y maravillosamente predecibles.
En estas materias la política recomendable se torna excluyente y antidemocrática. El matrimonio debe ser entre iguales o similares. La anterior premisa aplica para estrato social, educación, hábitos, costumbres e intereses.
¿Razones? Van a tener que recorrer juntos un largo camino (toda la vida, en casos extremos) así que es elemental que les irá mejor si arrancan del mismo partidor.
Es bien conocido el hecho de que casarse no es un acto entre dos personas, sino entre dos familias. Quien opta por decir sí ante cura, juez o notario, recibe, por el precio de un esposo o esposa, cuñados, cuñadas, suegros y suegras con su respectiva parentela.
Tener que soportárselos ya da puntos para la beatificación. Pero si a eso se le agrega que sus costumbres sean radicalmente diferentes, entonces la candidatura es a martir.
El habitual consumidor de marrano en sus formas más básicas (léase longaniza, lechona, y huesos los jueves) se ve arrastrado en fechas especiales a elegantes convites organizados por la suegra, donde el plato “fuerte” es algo impronunciable que ocupa un 10 por ciento de la superficie del plato y se ve como paisaje.
La joven acostumbrada a fines de semana en centros comerciales con sus amigas, se convierte en porrista sabatina del equipo de barrigones donde su marido siempre está chupando banca. Además, aunque las palabras ganar y partido nunca coinciden para estos deportistas, pasará las tardes “celebrando” con cerveza a pico de botella sentada en un bulto de papa, o en una canasta boca arriba.
La invisible incompatibilidad del noviazgo que se evidencia en el matrimonio no es solo social. Ella quiere terminar su maestría y seguir con su doctorado; él, con obtener un buen trabajo ya se declara satisfecho. Él considera la máxima prioridad incluir carro en el patrimonio familiar; ella no ve problema en seguir en la lista de usuarios de transporte público toda la vida. Él tiene una gigantesca videoteca de películas piratas; ella es una defensora a ultranza del concepto de propiedad intelectual. Él abre los ojos y se levanta antes del amanecer; ella conoce el concepto de amanecer porque lo ha leído en los libros. Ella pasaba vacaciones donde su tía en Madrid, con compras en el Corte Inglés; el tomó una vez un curso de inglés en Madrid, Cundinamarca. Él ama los animales y no le importa compartir apartamento con un rothweiler; ella mandó quitar Animal Planet de su sistema de cable.
Una vez es exótico. Dos es soportable. De tres en adelante es fuente inagotable de conflictos. Por eso, cuando finalmente se llega hasta el trámite legal de la separación de cuerpos, resuena en la mente de los separantes la frase premonitoria de papá o mama.
“Mijo (o mija), piénselo; esa niña (o ese señor) no le conviene”.
Malditas telenovelas.
En estas materias la política recomendable se torna excluyente y antidemocrática. El matrimonio debe ser entre iguales o similares. La anterior premisa aplica para estrato social, educación, hábitos, costumbres e intereses.
¿Razones? Van a tener que recorrer juntos un largo camino (toda la vida, en casos extremos) así que es elemental que les irá mejor si arrancan del mismo partidor.
Es bien conocido el hecho de que casarse no es un acto entre dos personas, sino entre dos familias. Quien opta por decir sí ante cura, juez o notario, recibe, por el precio de un esposo o esposa, cuñados, cuñadas, suegros y suegras con su respectiva parentela.
Tener que soportárselos ya da puntos para la beatificación. Pero si a eso se le agrega que sus costumbres sean radicalmente diferentes, entonces la candidatura es a martir.
El habitual consumidor de marrano en sus formas más básicas (léase longaniza, lechona, y huesos los jueves) se ve arrastrado en fechas especiales a elegantes convites organizados por la suegra, donde el plato “fuerte” es algo impronunciable que ocupa un 10 por ciento de la superficie del plato y se ve como paisaje.
La joven acostumbrada a fines de semana en centros comerciales con sus amigas, se convierte en porrista sabatina del equipo de barrigones donde su marido siempre está chupando banca. Además, aunque las palabras ganar y partido nunca coinciden para estos deportistas, pasará las tardes “celebrando” con cerveza a pico de botella sentada en un bulto de papa, o en una canasta boca arriba.
La invisible incompatibilidad del noviazgo que se evidencia en el matrimonio no es solo social. Ella quiere terminar su maestría y seguir con su doctorado; él, con obtener un buen trabajo ya se declara satisfecho. Él considera la máxima prioridad incluir carro en el patrimonio familiar; ella no ve problema en seguir en la lista de usuarios de transporte público toda la vida. Él tiene una gigantesca videoteca de películas piratas; ella es una defensora a ultranza del concepto de propiedad intelectual. Él abre los ojos y se levanta antes del amanecer; ella conoce el concepto de amanecer porque lo ha leído en los libros. Ella pasaba vacaciones donde su tía en Madrid, con compras en el Corte Inglés; el tomó una vez un curso de inglés en Madrid, Cundinamarca. Él ama los animales y no le importa compartir apartamento con un rothweiler; ella mandó quitar Animal Planet de su sistema de cable.
Una vez es exótico. Dos es soportable. De tres en adelante es fuente inagotable de conflictos. Por eso, cuando finalmente se llega hasta el trámite legal de la separación de cuerpos, resuena en la mente de los separantes la frase premonitoria de papá o mama.
“Mijo (o mija), piénselo; esa niña (o ese señor) no le conviene”.
Malditas telenovelas.
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