Hace miles de años, por razones que les dejo a los zoólogos y demás
profesionales que sí saben de eso, algún antepasado del Gallus Gallus
Domesticus, (hembra ella, para más señas) creó la Internet 2.0
No, no había redes sociales. No, no existía la WWW. No, no había radio,
no había televisión, ni siquiera periódicos, Y la protagonista, por razones
obvias, no era que tuviera muchos medios de expresión. Pero lo que hizo abrió el camino para lo que hoy en día se replica a través de millones de
dispositivos entre computadores, tablets, teléfonos, televisores inteligentes,
relojes y gafas. Cacarear
De ese histórico acto, cuya autora primigenia ha sido olvidada por la
historia, queda un dicho popular que resume el estilo de vida del mundo moderno
“lo importante no es poner huevos, sino cacarearlos”.
Los usuarios de la tecnología de información y comunicaciones no ponen
huevos –creo– pero trabajan, se reúnen con amigos, recorren el mundo y recorren
el barrio. Tienen hijos que nacen, crecen, cumplen años, hacen la primera
comunión, desarrollan talentos, se gradúan como 20 veces y hacen monerías. Y
siguiendo el ejemplo de nuestra gallina sus padres cacarean constantemente cada
uno de estos momentos.
No es necesario aletear los brazos al ritmo del cocorocó. Miles de
millones –un jurgo, mejor dicho- de textos, mensajes, fotos y videos en las
plataformas le cuentan al mundo sobre rutinas, logros o gustos propios o
familiares. Ahora, una cosa es contarle al mundo, y otra que el mundo haga
caso. Lo que en un principio era divulgación de logros ha ido evolucionando a
una competencia por acumular comentarios, “me gusta”, retuiteos, visitas,
caritas felices o pulgares arriba. La meta es una sola: ser virales.
Eso de ser viral era como maluco
hace años. Viral viene de virus, que suena a enfermedad contagiosa y epidemia.
Pero ahora el sueño de cualquier usuario de redes sociales es competirle a los
microbios. Que su mensaje, su foto, su video, se riegue por el mundo como la
peste. Tener sus 15 minutos de fama (u 11, que es el promedio de un trending
Topic en twitter (dato sacado de aquí, gracias Mario)
Ahora, hay gallinas que ponen y
cacarean pero se dedican a otras cosas, mientras que otras necesitan que su
ovíparo acto se difunda lo más posible para poder subsistir. Aceptemos que este comportamiento es
comprensible y necesario para quienes viven de un público como vendedores,
polìticos, cantantes, actores y modelos. Pero en otro tipo de expresiones
artísticas y laborales se supone que el huevo se defendía solo.
Ya no. Los escritores, directores
de cine, escultores, pintores, teatreros, periodistas, fotógrafos, blogueros,
médicos, investigadores, políticos, ingenieros, arquitectos y demás subespecies
están obligados a armar tremenda bulla cada vez que producen algo y si la bulla
incluye algún ingrediente escandaloso, preferiblemente sexual –un beso entre
colegialas, bastante gente sexy medio empelota o una mujer desnuda sobre una
bola de demolición– mucho mejor
Curioso mundo este donde todo el
mundo quiere ser gallina.