Al tipo, de hecho, le tocó
reinventarse, como dicen ahora. Y no es solo desarrollar competencias en otro
oficio, sino asimilar conceptos nuevos. La humildad, por ejemplo. Aceptar los
fracasos. Perder. 3 a 0, para ser precisos.
Comenzó con los ingleses, beneficiarios directos de la Unión
Europea. Un país de gente inteligente
que no iba a comerle cuento a un grupo de populistas. Por ejemplo a los que dijeron que había que
salirse la Unión Europea porque… Bueno, nunca se supo exactamente por qué, pero
era algo así como que todo lo malo que le estaba pasando a los británicos era
por culpa de este tratado que los integraba con el resto del continente.
Luego vinieron los colombianos, donde el susodicho jugaba de
local. Esta era más fácil todavía. Se trataba de poner en la balanza la
posibilidad de acabar con medio siglo de guerra interna frente a una sucesión
de afirmaciones que podía dividirse entre las que no tenían nada que ver, las
que surgían de intereses personales y las que, aunque válidas, eran demasiado complejas
para que influenciaran al hombre común.
Y por supuesto, el gringo con cara de mal genio, una especie
de comadreja en el cabello y su inacabable sucesión de bestialidades verbales.
Ese que carecía de cualquier opción como político. Nadie iba a votar por
semejante payaso quien, además, cada vez que hablaba se indisponía con grupos
específicos e influyentes de su país.
En los tres casos el tipo no desaprovechó momento para dar a
conocer sus opiniones. Concluyentes.
1.- No había oportunidad de que los
compatriotas de Shakespeare y los Beatles le dieran la espalda a Europa.
2.- Ninguna nación en el mundo iba a
desperdiciar la alternativa histórica de poner fin a un conflicto interno que
la había desangrado durante años. La mayoría acudiría a ratificar ese acuerdo,
bendecido por la comunidad internacional.
3.- Solo era cuestión de tiempo para
que el payaso gringo se ahogara en su propio discurso. Aunque lograra un par de
victorias, la derrota era parte de su esencia.
Adicionalmente, contaba con el respaldo de los oráculos del
siglo XXI: las encuestas. No solo era lo que él pensaba, era la opinión de la
gente, medida científicamente.
Sabemos lo que pasó. El brexit ganó y a los ingleses les toca salirse de la Unión Europea.
En Colombia ganó el no y estamos en la fase de maromas a ver qué se puede
hacer. El payaso gringo tendrá un trabajo nuevo a partir del otro año:
presidente de los Estados Unidos.
Dice la teoría que las posiciones políticas de la gente
maduran hasta generar manifestaciones como marchas callejeras, las cuales
obligan al poder a convocar elecciones. Pues bien, aquí sí se han dado las
marchas, pero después de las elecciones. Claro que el tipo ya no se preocupa
por detalles como ese. Él revisó su currículo y empezó a promocionarse con el
siguiente texto: “Pongo a su consideración mi capacidad profesional y laboral
para desempeñar cualquier actividad que considere conveniente. Favor no tener
en cuenta mi experiencia reciente y formación”.
Versión corta: “Ofrécese
analista político para oficios varios”.