jueves, 9 de julio de 2015

Frases inocentes... por fuera de la cama


“¡Más!¡Más!¡MÁS!” gritaba ella mientras agitaba los brazos y mantenía los ojos fijos en la pareja. Mientras, su mente trataba de lograr la unión perfecta entre… el carro y el espacio de parqueo.

Que pena si se ilusionaron, No es aquello. A manera de test para medir hasta donde puede llegar una imaginación excesivamente creativa, sigamos con otras frases que, definitivamente, significan algo diferente según el sitio donde se pronuncien.        

 “Ahora por la boca” ordenó el hombre mientras movía el estetoscopio sobre la espalda del interlocutor, como hacen los médicos mientras auscultan sus pacientes con instrucciones claras sobre como aspirar y espirar 

“¡Mmmmmmmmmmmmm!” expresó el empleado/estudiante/pareja cuestionado por su jefe/profesor/pareja sobre algún tema cuya respuesta ignoraba o, peor, conocía pero no era conveniente divulgar.

“¡Echemos el otro!”, exclamó tras ese momento culminante donde todos los factores involucrados alcanzaron su punto de perfección, y el cocinero consideró que la mezcla en la estufa había alcanzado la temperatura, olor y consistencia adecuada para la siguiente tanda de ingredientes.

“Por ahí no”, advirtió en tono firme la pasajera al conductor para que no tomara la vía equivocada.

“¡Aaaaaaaaaaaaa!” gritó desde la silla, con la boca abierta, la joven mientras el instrumento de madera introducido… por el otorrinolaringólogo le bajaba la lengua –al fin y al cabo se llama baja lenguas-.    

“¿Ya me la sacó?” fue la pregunta de la mujer sudorosa, nerviosa y asustada para el profesional de la odontología durante su exodoncia. 

“Métala despacio y muévala suavemente” le explicó el cerrajero a su cliente frente a una chapa excesivamente temperamental.

“¿Quieres que te lo caliente?”, el almuerzo, por supuesto.

“¡Falta lubricación!” señaló el mecánico ante el chirrido constante de la máquina. 

“Solo la puntita” instruyó la decoradora al maestro sobre como taladrar los agujeros para colgar cuadros livianos.

“Probemos a meterla por detrás” manifestó tras varios intentos infructuosos con los puertos delanteros de la vieja CPU el ingeniero que intentaba conectar la USB.

“¿Me va a doler?” consultó, con las nalgas descubiertas y recostado boca abajo mientras   la enfermera preparaba la inyección. 

“Por el otro lado también se puede”…imprimir.