miércoles, 25 de enero de 2012

Los seis amigos de la mujer moderna

Explico. Cuando digo mujeres me refiero a LAS mujeres. A las que están llenas de meritos académicos, destacan en el mundo laboral, equilibran inteligencia, pasión y belleza,  y les queda tiempo para ir de compras. Estas mujeres no necesitan un hombre. Necesitan seis.

Aclaro. No son necesariamente seis tipos. Son seis servicios que vienen en empaque masculino. Se pueden –y de hecho ocurre– integrar en menos sujetos. Y sin mayores ceremonias,  aquí se los presento.

Amigo por fuera, amiga por dentro
Nadie comprende mejor lo que ella vive, siente, sufre o goza. Nadie escucha con tanta paciencia en los momentos difíciles. Nadie supera esos conocimientos o asesorías en cocina, moda, belleza y decoración; a veces a nivel de meros consejos, otras en actividades compartidas. Pero lo mejor –aunque se comenta en voz baja– es que con él se puede llegar al más íntimo de los contactos físicos sin pasar a mayores, porque sus gustos (los de él) coinciden con los de ella. Hablamos, por supuesto, del amigo gay.

Figura paterna ideal
Es como el papá, pero corregido. Tiene suficiente edad para figurar en el registro civil, pero no cuida, no regaña, no enseña, no pide cuentas, no da ejemplo. Como el primer requisito es que no sea un viejo verde, tampoco hay riesgos. Y si se trata de un galán otoñal… se supone que él tiene la experiencia, así que él sabrá que hacer. Ya está más allá del bien y del mal, así que admite temas prohibidos sin escandalizarse o malinterpretar,  temas trascendentales sin aburrirse, temas laborales sin riesgo, temas familiares con discreción,  y temas intrascendentes sin pena. Y vaya si sabe escuchar. 

Una bailadita de vez en cuando
No es inteligente. Y lo demuestra. Todo el tiempo. Su conversación típica integra incoherencias, chistes perversos, piropos entre esotéricos y vulgares. No tiene carro, no tiene plata y vive con mami. Tal vez esté matriculado en alguna parte, pero de ahí a que estudie… Tal vez figure en nómina de alguna empresa, pero de ahí a que trabaje… Entonces, ¿Qué hace? Baila. Conoce todos los ritmos, y todos los pasos. En el ambiente propicio jamás conjuga el verbo sentarse. En un mundo de tiesos por genética, vocación o convencimiento, ella necesita un parejo que baile bien y mucho. Para eso existe.

Motor de emergencia
En un país de pico y placa y otras restricciones al libre uso de los vehículos ella necesita alternativas. Y un día aparece ese vecino, compañero, colega o amigo de rutas análogas. Lo que comienza como un favor ocasional en cualquiera de las dos vías trasciende hasta ritualizarse. Ese la lleva cuando ella tiene pico y placa, y pasa de conductor a pasajero cuando el del pico y placa es él. Y entre gasolina y kilometraje, pues de algo hay que hablar. Y entre chiste y charla llegan las confidencias. El pacto no está escrito en ninguna parte pero tiene la fuerza de los 10 mandamientos: lo que se dice en el carro, se queda en el carro.

El adoptado
A la hora de la comida, del desayuno y de las galguerías estaba allí. En las tardes estaba allí, en las noches estaba allí. Lo raro era que, se supone, no vivía allí. ¿Por qué? Porque era amigo del hermano, porque era el hijo interno del amigo del papá o por razones más complicadas como orfandad, hogares disfuncionales, ausencia simultánea de llaves y padres... Y terminó integrado en todos los programas como uno más de la familia pero sin deberes filiales, lo que lo convirtió en alcahueta oficial. Creció, armó su vida, se abrió, pero de vez en cuando reaparece.  Y con ese, siempre hay tema.

Usted sí es muuuyyyy guache
El tipo comenta, de manera directa y nada sutil, escotes, minifaldas y pantalones ajustados. Su diálogo promedio con el sexo opuesto incluye tres insultos y dos ironías. A veces porque le preguntan, otras de puro espontáneo, da consejos explícitos relativos a la vida íntima de la pareja con el máximo detalle posible. Es un guache. Pero a él, y solo a él e –insistimos– única y exclusivamente a él, se lo aguanta. De hecho, se pone a su nivel. Insulto contra insulto, comentario vulgar contra comentario vulgar, regaño contra chambonazo. Y entre madrazo y madrazo, todos felices.