El último contacto con el médico había sido a las 11 de la noche. Eran las tres de la mañana y Pedrito estaba mal, muy mal. No teníamos forma de salir a buscar al doctor hasta que hubiera luz. Créanme, esa sensación no se la deseo a nadie. Pero tampoco encuentro nada comparable a la alegría que un sencillo sonido produjo en todos los que estábamos allí presentes. El pito de un campero.
El médico y el chofer de la Policía estaban empapados, pero la droga llegó justo a tiempo. Una inyección reversó los síntomas. Pedrito había sobrevivido a esa.
24 de diciembre. 9 de la mañana. El sol finalmente había salido. Estábamos desayunando con el médico y el policía, los héroes de la noche. Leonardo, que es medio poeta, los calificó de esta manera. Pero el agente lo interpeló.
- Me perdona doctor Díaz, pero el héroe es el tipo de la linterna.
- ¿Cuál linterna?
- Pues mire doctor, nosotros salimos del pueblo y claro, a los 10 minutos no se veía un carajo. Entonces el doctor vio las señales que nos hacían con una luz. Y sea quien sea, estaba bien dateado. Nos llevó por todos los tramos de vía que estaban transitables. Tenía que ser alguien que conociera muy bien la región, porque no hubo una sola pista falsa.
- ¿Y quién era?
- Ni idea, doctor. Siempre estuvo lejos aunque la linterna era tremendamente poderosa. Nunca vimos nada distinto de la luz. Pensamos que era uno de ustedes.
Y así fue. Jamás supimos quien había guiado en esa noche oscura y tormentosa el campero que trajo la droga.
Está bien, tengo que contar otra parte de la historia. Pero dejo constancia que me parecen detalles sin importancia. Esa noche, en medio de la tormenta se perdieron algunos perros, algunas vacas y el reno, que seguramente asustado por los truenos y rayos salió a correr. Aunque lo buscamos por varios días, no dejó rastro.
Es cierto que la puerta del granero estaba cerrada, y que la única salida era un hueco en el techo. También que a Leonardo le pareció que el hueco estaba más grande, aunque eso era atribuible a la lluvia.
Listo, acepto que no es claro por donde se salió el reno, —y le digo reno sin estar seguro— . La última persona que estuvo en el granero fui yo, y recuerdo claramente haber cerrado la puerta con tranca como a las 11 y 30 de la noche.
Bueno, un animal asustado se da sus mañas.
Ah, y está el otro hecho. Yo no hice la pregunta. La hizo la abuela Mariela. Y en eso coincidieron el médico y el policía cuando se les interrogó acerca de las características de la luz.
- Roja, era una enorme luz roja, Y a veces parecía venir desde el cielo.
FIN