— Buenos días, quisiera hacerle algunas preguntas.
— ¿Y eso para qué?
— Soy encuestador, este es mi trabajo. Si tiene alguna duda, con mucho gusto me identifico.
— (Silencio, mirada perdida).
— Tengo el carnet de la empresa con código QR de verificación.
— (Silencio, mirada perdida).
— ¿Quiere verlo? O, si está de acuerdo, comenzamos.
— Yo creo que que sí.
— Bueno, entonces comencemos.
— Pero antes muéstreme el carnet.
— Por supuesto (saca un documento laminado y se lo pasa). Mire. Ahí está el código QR por si quiere verificar con su teléfono.
— (Revisa la identificación en silencio y se la devuelve) ¿Y esto para qué es?
— Estamos haciendo un estudio sobre hábitos de compra…
— Yo no voy a comprar nada.
— No se preocupe, no estoy vendiendo nada. Son solo algunas preguntas. ¿Podemos proseguir?
— Supongo que sí.
— Cuándo usted...
— Aunque mejor no. Me preocupa entregarle información a desconocidos.
— No se preocupe, no es nada comprometedor.
— Ah bueno, en ese caso...
— ¿Entonces, comenzamos?
— No no no, que en ese caso deme unos día para pensarlo.
— Disculpe le explico algo, es que es para hacerlo de una vez.
— Entiendo.
— A ver, la primera pregunta es…
— Pero es que no sé qué es lo que me va a preguntar.
— Por eso, déjeme preguntarle y así...
— Aunque claro, apenas me pregunte me voy a enterar.
— Exacto, así que podemos proceder...
— ¿Y qué pasa si no me gusta la pregunta?
— Pues tranquilo, no es obligatorio contestar.
— Hubiera explicado eso antes. Así sí se puede.
— Que bien, empecemos. ¿Cuando usted…?
— No. Espere. Qué tal que me arrepienta. A mí me da pena hacerle perder su tiempo.
— No se preocupe, ya le dije que este es mi trabajo.
— Bueno, bueno. Pregunte a ver.
— (Toma aire) Cuando usted...
— No es nada privado ni comprometedor. ¿Cierto?
— Ya le dije que no. Hummm, hagamos una cosa. Déjeme hacerle la primera pregunta y usted decide...
— Yo decido.
— Sí, lo que quiero es saber cuando usted…
— Es que es muy difícil
— Muy difícil...¿Qué?
— Tomar decisiones así, como tan rápido.
— Este, también tiene la opción de no sabe, no responde.
— ¿Y cómo sé?
— ¿Cómo sé qué?
— Cómo sé que no sabe, o mejor, que yo no sé. Porque que tal que sepa pero no quiera responder. O que responda y no sepa.
— Para efectos prácticos es lo mismo, insisto en que arranquemos..
— Es más, de repente sí sé, y sí respondo, o no sé y no respondo.
— (Toma aire) Por favor, la primera pregunta es…
— ¿Y esto se va demorar mucho?
— De 15 minutos a media hora.
— La verdad me puedo demorar una hora, pero tengo una ropa pendiente de recoger en la lavandería, y todavía no sé si ir a recogerla ahora temprano o por la tarde.
— Bueno, pero…
— Porque si voy en la mañana me tengo que ir de una vez y no alcanzó a atenderlo, pero si voy en la tarde entonces no justifica haber salido en la mañana porque salí fue a eso.
— Tranquilo, haga lo que considere más conveniente.
— Déjeme pensarlo, hay ventajas y desventajas.
— Si le parece, puedo dejarlo…
— Claro que es que ya le hice gastar mucho tiempo.
— Entonces podemos...
— Pero yo quiero recoger esa ropa pronto
— (Toma aire) Usted decide, ni más faltaba.
— Hummm, no hay ninguna diferencia. Ahora sí, pregunte.
— ¿Seguro?
— Sí, comencemos con esto.
— Bueno. Primera pregunta.
— Lo escucho.
— Cuando usted adquiere un producto o contrata un servicio, actúa de forma impulsiva, reflexiva o alternando las dos opciones de acuerdo con el producto o servicio.
— Ah no, eso conmigo es rápido. Yo voy a lo que voy y eso es de una sin darle tantas vueltas...