Esta vaina del fin del mundo tiene preocupado a Jonás. No porque el mundo se vaya a terminar –al fin y al cabo, él qué puede hacer- sino porque al tener fecha y hora determinada le afecta la agenda. Entonces resulta que no sabe cómo organizarse ese día. Si a veces es complicado manejar la rutina de una jornada rutinaria, para él es mucho más complejo con un evento especial y –literalmente- irrepetible.
¿Habrá que trabajar ese día? Porque cae viernes, así que si uno se lo toma el jefe puede pensar que lo hizo injustificadamente solo para descansar el puente completo. No importa que al lunes siguiente no haya mundo, los jefes son los jefes. Además como es semana de Navidad es posible que haya sido necesario manejar cierta flexibilidad de horarios, por aquello de las novenas y las compras (¿A propósito, cuando se van entregar los regalos?)
Jonás tiene una imagen de su jefe diciendo “A ver, ya le di permiso para que fuera a hacer las compras, lo dejé salir temprano para que asistiera a las novena y ahora quiera irse solo porque el mundo se va a acabar. ¿Así va a ser siempre que llegue el Apocalipsis? ¡No abuse Jonás!”
La jornada del día final no es la única inquietud laboral. En un mundo de objetivos empresariales e hitos individuales con evaluaciones de desempeño la pregunta es inevitable. ¿Cómo afectará ese día las metas del periodo? En diciembre, sobre todo antes del 24 es época de corre corre, porque se vencen los términos y hay que cerrar proyectos, concluir metas, todas esas cosas, o generar plazos adicionales y reprogramar pero Jonás teme que cualquier plazo quedará obligatoriamente cumplido ese día. Su inquietud es ¿Será que alcanzamos a terminar todo, o nos cogerá la noche cuadrando un presupuesto mientras afuera se nos acaba el mundo?
Claro que en el fondo él prefiere el dilema laboral, porque es relativamente claro. Lo que es un enredo son las implicaciones sociales del último de los días. De entrada, hombre juicioso, su vida gira alrededor de dos mujeres. Su mamá (la de él) y su señora (también la de él). Aunque las relaciones entre ambas son buenas, de vez en cuando a una de las dos se le sale un sutil vainazo. Por ejemplo la mamá no pregunta “cómo está Pilar”, sino “Y como está LA Pilar”. O Pilar también hace consultas con cambios breves pero contundentes en las oraciones, así que en vez de "¿Viene de donde su mamá? El interrogantes es ¿Viene OTRA VEZ de donde su mamá?"
Cerrado el paréntesis aclaratorio lingüística viene el trauma. Escoja a quien escoja para pasar la jornada, ya escucha a la mamá diciendo que cómo prefiere a esa aparecida, y a su mujer señalando que si la madre, pero la de sus hijos no es algo mas importante. En realidad no se trata de una situación novedosa, desde cuando se casó el trauma se repite en cada fin de año, pero existen Navidad y año Nuevo para equilibrar. ¿No habrá manera de que el mundo se acabe dos veces?
(Yepez, un amigo huérfano y solterón de Jonás tiene otros problemas. En medio de unos tragos confesó que en su plan de ese día es llamar a todos sus amores platónicos, fracasados y “es complicado” –son como 50, por eso sigue soltero- y va a tratar de cerrar el tema. El encargado de dañarle la fiesta fue Jonás cuando le dijo… “bueno, y si alguna le dice que existen opciones reales…¿Qué hace?" Desde ese el tipo no le habla, y por las ojeras que tiene parece que tampoco duerme.
Jonás ha analizado la opción fácil. Quedarse en casa viendo televisión ¿Pero que pondrán? ¿Películas viejas? ¿Noticieros con balances de la existencia del mundo? Un especial de Jorge Barón (¿La última gran fiesta de los hogares colombianos?) Otra opción, es alquilar, comprar o ir a ver una película. La última película. Como escoge uno la última película o el último libro que va leer en su vida.
La otra duda tiene que ver con la pinta del día. Cuál es la indumentaria adecuada para el fin del mundo. Se supone que se trata de una ocasión especial pero… ¿amerita corbata? O más bien casual. Si ese día tiene más de una prenda sin estrenar… a cual le da prioridad. Y los zapatos: elegantes o tenis. Por si toca correr, aunque Jonás no sabe porque tendría que correr, si corra adonde corra todo se va a acabar pero si se está acabando como se va estar quieto..
Es algo confuso. Como esa vaina del fin del mundo.