lunes, 14 de febrero de 2011
Tres son confusión
Que Vladimir José estuviera enamorado no era novedad. De hecho, poseía un altísimo indicador de traga/hora/metro cuadrado. Eterno admirador del bello sexo, su interés en el mismo era inversamente proporcional a su éxito. Pero algo se le abona al hombre y es que nunca perdía la fe. Aunque la nariz amenazara con salírsele por la nuca ante la enorme cantidad de puertas que se le habían cerrado sobre la primera.
Esta vez, en particular, la situación pintaba realmente bien. En un comienzo M… (tenía la costumbre decimonónica de referirse a sus proyectos amorosos con la inicial) ignoró a Vladimir. No fue de esas ignoradas con posible segunda intención. Fue de esas ignoradas que evidenciaban, de una manera incuestionable, que la existencia de Vladimir no formaba parte de los conocimientos de M.
Pero un extraño e inolvidable día de febrero (el 17), para ser exacto; aunque era la 73ava vez que pasaba frente al cubículo de Vladimir por cualquier razón, ese día, a las 11.35 a.m. un hecho inesperado marcó diferencia: M saludó.
Cuando decimos saludó no nos referimos a un “Hola”. Ni siquiera a un ¡Hola! Nos referimos a un “Vladito”. Sí. Con diminutivo y todo. Luego vino el “Hooolaaa” pero de esta manera, cantadito. Y cerrando la coreografía verbal, un coqueto “como estás”. ¿Quedan dudas? ¡ELLA SE QUITÓ UN MECHÓN DE PELO DEL ROSTRO!(*)
(*) Interrupción sociológico-científica. En pruebas realizadas a nivel de laboratorio en universidades se ha demostrado que una señal no verbal inconsciente de seducción de parte del espécimen femenino A dirigida al especimen masculino B, es juguetear con el cabello. (Ella con el de ella). Vladimir no es capaz de citar cuando fueron las pruebas, en que laboratorio se realizaron, a que universidad pertenecían, qué científicos hicieron el estudio, en que medio se publicaron los resultados, pero está absolutamente seguro de haber leído eso en alguna parte. (Fin de la interrupción sociológico científica).
Dicen los cánones de la investigación que únicamente se puede extrapolar un resultado cuando se prueba bajo condiciones controladas. Como Vladimir quedó en algún punto entre sorprendido e idiotizado con el inesperado saludo de M, y solo atinó a responder una incoherencia cuyo significado ni siquiera él mismo entendió, optó por hacer pruebas.
Día cinco. Desde tempranas horas de la mañana el investigador ha estado pendiente del sujeto –en este caso la sujeta– experimental. Para efectos de anotaciones en el cuaderno –es en serio, compró un cuaderno– ha decidido hablar de M1 y M2. Entiéndase por M1 la versión inicial, y M2 la interesante variante del saludo cantadito. Durante el 100 por ciento de los últimos encuentros M2 ha predominado. Tanto que Vladimir ha decidido pasar a la fase II.
Anotación en el cuaderno: vamos a invitar… (tachado), vamos a preguntar si le interesa… (tachado), vamos a ver si.. (tachado). ¡Aquí viene!
Día quince. Vladimir llega sonriente. Compró camisa. Afeitó barba. Echó loción. Planchó pantalón. Embetunó zapatos. Lavó dos veces los dientes. Peinó cuidadosamente. Se sienta sobre el escritorio como quien no quiere la cosa esperando a que aparezca M2 para saludar como lo ha hecho durante los últimos días. Ella lo mira y musita algo que parece un rugido. Sigue su camino.
Primera reacción. Estupor. Segunda reacción. Estupor. Tercera reacción… No hay.
Día 19. Vladimir se siente ignorado. Pero ya no es M1. Esto es distinto. Hay cierta actitud que muestra molestia. Es algo en la forma de mirar. En la forma de actuar, en la forma de reaccionar. Es como si Vladimir hubiera hecho o dejado de hacer algo que cambió las reglas del juego. Pero por más que se devana los sesos tratando de saber cuál fue la actitud, expresión. omisión o circunstancia no encuentra la respuesta.
Días 20, día 21, día 22. Dos regaños y un elegantísimo “Bermúdez le ayuda” cuando intentó un abordaje por la vía laboral. Confirmado. M1 no existe, M2 tampoco, esta es M3.
Decíamos al principio que el hecho de que Vladimir José estuviera enamorado no era la novedad. Pero ante los inexplicables cambios de actitud de la chica de marras él sólo ha podido obtener una explicación.
…deben ser trillizas.
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