Resulta que hace un par de años el presidente y fundador de la gran empresa estuvo en la inauguración de una sede en ese pueblo ubicado lejos de todo. El gran jefe quedó impresionado por la mística que le ponía al asunto el administrador regional. Tanto que, en un comportamiento inusual, antes de irse el cacao mayor le dejó a su subalterno su correo electrónico personal con la instrucción de “si algún día necesita algo, no lo dude”.
Pasaron 24 meses en los cuales el representante regional despachó los requerimientos organizacionales por el conducto regular, hasta que intervino la mano de Dios.
Exageramos. No fue la mano de Dios sino la de su representante local, el sacerdote del pueblo, quien tuvo la idea de invitar a unos gringos de esos que llegan con plata para la comunidad y de incluir en el programa una visita a la sede local de la gran empresa nacional.
Resulta que uno de los americanos resultó aficionado al tema y le dio por formular un poco de preguntas técnicas relacionadas con el producto, la empresa y los antecedentes.
Algunas tenían respuesta a la mano, pero otras requerían apoyo desde la matriz.
El administrador regional lo intentó por el conducto regular pero no logró nada, así que entendió que era el momento de estrenar el correo del gran jefe. Y nunca se supo por qué, pero en la mente del fundador y presidente la petición se volvió prioridad uno. Eso es complicado en cualquier día, pero es doblemente complicado si ocurre a las 9 de la noche en vísperas de un puente festivo. Y más cuando el patriarca empieza a delegar.
El gran jefe le rebotó el correo al vicepresidente administrativo, quien se lo pasó al vicepresidente técnico, quien inmediatamente convocó conferencia telefónica con los directores de área. Esto ocurre el viernes a las 11 de la noche. Tres de los directores de área tenían datos, pero dos de ellos debieron acudir a jefes de departamento. Estos ya no fueron tan fáciles de localizar, de hecho tres de ellos apenas dieron señales de vida el sábado.
Y como suele ocurrir, los que más se demoraron en aparecer tampoco tenían información, por lo que la tarea siguió bajando a los coordinadores, quienes coordinaron un mecanismo para dañarle el descanso a su equipo. A una parte del equipo, porque algunos profesionales desaparecieron misteriosamente, se declararon en emergencia familiar o simplemente le pasaron la pelota a Gonzalez, solo que nadie sabía donde estaba Gonzalez en ese momento.
Pero como el dato era de vida o muerte – a ese nivel nadie sabía por qué o para quien– había que buscar una alternativa. Y –ya es domingo en la mañana– la idea fue del jefe de Gonzalez. Un poco rebuscada... pero podía funcionar.
Había una persona que posiblemente disponía de la información pendiente. Esa persona era de muy difícil acceso, pero él sabía de alguien que tenía acceso directo. Lo había visto con sus propios ojos. Solo faltaba proceder.
Y fue así como el domingo en la mañana, el administrador regional de la sede que quedaba lejos de todo recibió una instrucción de la casa matriz: “Usted, que tiene el correo del presidente fundador… ¿será que le puede preguntar esto?"