miércoles, 11 de octubre de 2023

Perdedor en peleas ajenas


Como las empresas están conformadas por seres humanos, y muchas veces no hay cama para tanta gente,  la competencia es inevitable. Esa competencia, siempre, involucra posiciones de poder. Lo cual suena muy importante. En ocasiones lo es, cuando se habla de propiedad, alta dirección o decisiones estratégicas. En esas situaciones, los dioses (léase cacaos, inversionistas, altos ejecutivos) se enfrentan y, como alguna vez nos enseñó un jefe, cuando pelean los dioses, los mortales se agachan.

A menos que —suele pasar— los mortales entremos a la pelea. No como contendores, sino como armas. Es decir que usted y yo, sin tener la mínima oportunidad de saborear el ponqué, pasamos a ejercer como tenedores. O como servilletas.

Me explico. Digamos que el gerente general tiene un subgerente de esos que aspiran. Aspiran a quitarle el puesto. Entonces, se dedica a hacer cosas para quedar bien con la junta directiva y para demostrar lo bueno que es. O lo mejor que es. Mejor que el actual gerente. Ahora, lo de hacer es una forma de decirlo, porque ellos no hacen. Le ponen tareas a sus subalternos. Tareas que llegarán al gerente quien, al no formar parte del gremio de los pendejos, evaluará y descalificará sistemáticamente. Hasta que el conflicto estalle y haya acciones contra los implicados. ¿Contra el gerente? ¿Contra el subgerente? No. Contra los subalternos.

Porque un buen aspirante a encajonar a su superior normalmente viene apadrinado, así que no es tan fácil quitarlo de en medio. Pero se puede bombardear desacreditando sus proyectos y resultados. El paganini de turno será el mando medio o empleado al que le tocó esa actividad a la que siempre le encontrarán algún pero, que deberá repetir hasta el cansancio o que simplemente irá al archivo de los olvidados. Y si la cosa se pone más peluda, las diferencias se solucionan con despidos. Y no precisamente de subgerentes.

Otra circunstancia involucra cobros retroactivos. Empieza con una lucha entre dos ejecutivos del mismo nivel donde hubo un ganador. Digamos que en el consejo directivo se registraron criterios encontrados entre Personal y Suministros, pero finalmente se impuso el criterio de este último. El perdedor reconoce que sus argumentos fueron derrotados, elogia al vencedor y ...la guarda.

Porque algún día, semanas, meses o años después, Suministros va a necesitar algo de Personal. Contratar gente, hacer un ascenso, mejorar unos sueldos. Y entonces Personal tendrá una lista de inobjetables razones para, luego de evaluar todas las alternativas posibles, negar la solicitud o aceptarla parcialmente. Hará todo lo posible pero no, es que no se puede. Sí, hace poco se pudo con Transporte, pero es que las circunstancias cambiaron. Y lo lamentará. Y aunque el director de Suministros acepta la situación, él sabe que está pagando la cuenta. Cuenta que a él individualmente no le costó nada, sino que dejó sin puesto a varios aspirantes calificados, enterró en su posición actual a algún empleado sobrecalificado o le embolató el aumento a la mitad del personal.

Son solo dos casos. pero hay muchos más. Todos con elementos comunes. Un conflicto, una lucha, un ganador, un derrotado, y una o varias víctimas que simplemente trataban de hacer bien su trabajo... en el lugar y el momento equivocado.

Perdedores en peleas ajenas.