miércoles, 17 de mayo de 2023

Trabajador móvil vs jefe con ideas


Como al jefe de Mendoza no le gusta que le digan jefe sino líder, sus subalternos lo llaman (entre ellos) Linofe, acrónimo de “Líder, no jefe”. Sobre Mendoza hay que decir que su trabajo involucra proyectos, números e indicadores y, de un tiempo para acá, realidades alternas.

Comenzó en la pandemia. No se podía salir, entonces muchos, entre ellos Linofe y Mendoza, asumieron el trabajo en casa como fórmula de supervivencia. Como ni el jefe ni el subalterno sabían bien cómo era eso tocó, sobre la marcha, conjugar el verbo aprender.  Esta historia, aclaro, respeta horarios laborales. Lo que ocurre aquí es en las 8 horas reglamentarias. Todos conocemos (¿vivimos?) casos donde el día nunca termina, pero ese cuento es otro. 

Volvemos entonces a los comienzos cuando Mendoza permanecía -durante horas laborales-, en su casa, pegado al computador y al teléfono, mientras Linofe establecía canales de comunicación directos, precisos y efectivos. La cosa funcionó. El que mandaba daba instrucciones y fijaba términos de tiempo y calidad, mientras que quien trabajaba cumplía sus obligaciones en espacios laborales. Pero tres situaciones se tiraron ese mundo cuasiperfecto. La externa fue que las limitaciones a la movilización se fueron relajando. Las internas fueron que las dos partes involucradas empezaron a cogerse confianza.

Entonces Mendoza amplió el concepto de casa. Primero con la tienda de enfrente, que se extendió a la droguería de la esquina, que siguió hasta el fruver de la avenida, que aumentó hasta la visita física a la mamá del otro barrio, siempre en el horario laboral. Siempre conectado vía celular y a veces con portátil a la mano, pero con la tranquilidad de que las obligaciones relativas al trabajo habían sido definidas previamente (reunión diaria, semanal, quincenal, instructivo oral o escrito) luego el tiempo se podía administrar. Así como lo pregonan los defensores incondicionales del teletrabajo.

Entretanto, Linofe comenzó a tener ideas. Ideas de jefe, sabemos, significa trabajo adicional para los demás. En el formato presencial ocurre todo el tiempo. En el formato a distancia se había reprimido -limitándose a verdaderas emergencias- pero ante la abundancia de canales disponibles pues un correíto, un mensajito de texto, una llamadita permitían optimizar resultados. Por supuesto, a medida que el tiempo pasaba, todas las ideas se fueron volviendo emergencia. Al otro lado teníamos un Mendoza haciendo mercado, atendiendo cita médica, reclamando medicamentos, paseando perro, llevándole encargo urgente a la suegra, buscando ese negocio donde se conseguía el inconseguible repuesto necesario para la licuadora...

Como la matemática no falla, pronto se estableció la regla. A mayor distancia de la casa, más compleja y difícil de hacer era la idea del líder. Ahora, el problema tenía soluciones razonables como explicar con honestidad que en ese momento la solicitud era imposible de atender y ampliar los espacios de planeación para minimizar los ajustes posteriores.

Mendoza, sin embargo, optó por las realidades alternas. Se le veía en una larga fila de mercado escribiendo “ya estoy en eso”; o en busca de una cafetería / panadería / centro comercial / parque con CAI o similares donde sacar el portátil con un mínimo de seguridad; o intentando hacer con su teléfono, en un transporte público, alguna complicada operación de hoja de cálculo, procesador de palabras, diseño de presentaciones o base de datos; o dando un giro de 180 grados para retornar a su casa-oficina, ante la imposibilidad de responder el requerimiento en la calle-oficina (paréntesis: sabemos de un sujeto, ciclousuario él, que por hacer un giro similar aceleradamente terminó en el piso con la cara ensangrentada. Pero el trabajo se entregó a tiempo). 

Es posible que se crucen con Mendoza. En la calle, el bus, el taxi, la casa ajena, el centro comercial, el consultorio o la farmacia. Se reconoce porque en su conversación con Linofe dice cosas como esta: “Claro que sí, aunque tengo problemas con el internet así que de repente me demoró un poquito”. “¿Ese ruido? Mis hijos que están viendo televisión”. “¡Bájenle a eso que estoy trabajando!”