miércoles, 15 de marzo de 2023

Nuestros viajeros del tiempo

Asumo todas las consecuencias, pero el país debe conocer la verdad.  No hay otra explicación posible: en Colombia, alguien sabe como retroceder en el tiempo, bien sea para cambiar la historia o para recuperar la juventud.

Las señales, realmente, comenzaron hace años. Yo soy exalumno de una universidad cuyo nombre no interesa. En algún momento de mi vida me enteré de que podía obtener un carnet de egresado, que me permitiría seguir utilizando los servicios de la biblioteca y otras ventajas que no recuerdo.

En fin, cuando saqué el documento de marras, me llamó la atención que había que renovarlo anualmente. En ese momento me pareció raro. Creo que había que pagar algo, entonces supuse que era una estrategia económica de esas con la que la Academia complementa sus ingresos. Lo usé durante un tiempo, me parece que nunca lo renové y eso pasó al departamento de olvidos.

Hablando de tiempo, siguió pasando. Días, meses, años. Tercer piso, cuarto piso, quinto piso, sexto… Y para efectos de supervivencia laboral, entré al anualmente renovable mundo de los contratos. Es momento de un paréntesis. Cuando tocó, este sujeto definió su situación militar. Pagada la respectiva cuota de compensación, recibí la libreta. Mientras tuve cara de remiso, la utilicé para salir bien librado en las batidas. Como la cara de remiso desapareció y en cambio las batidas también, la principal función del documento pasó a ser cumplimiento de requisitos de contratación. Fin del paréntesis.

Pero un día ya no solo servía tener el documento, sino que había que adjuntar una constancia de que el documento estaba registrado por allá en una página web. Creo que fue por un fallo judicial. Le permitió a la gente trabajar sin libreta, siempre y cuando esta estuviera en trámite. O algo así. Y como de todas formas tocaba demostrar que estaba en trámite, esa información estaba en la página web. Así que, con libreta o sin ella, tocaba acudir a la tal página. Tranquilos, yo tampoco entendí la lógica del asunto, pero parecía fácil.

Pues no. Tenía 60 años y no aparecía en la tal página. Varias fuentes -de uniforme y de las otras- me confirmaron que de los 50 en adelante eso de la situación militar queda solucionado en automático. Lo que significa que convierte a la libreta en un pedazo de plástico que nadie debe pedir.

Pero mi potencial empleador no estaba convencido así que tocó que alguien me certificara que yo no necesitaba que nadie certificara mi situación militar. Fue un trámite sencillo. La autoridad militar competente emitió un certificado donde explicaban que por ser mayor de 50 años, etc, etc, no tenía que definir situación militar porque por cuestión de edad ya estaba definida, etc, etc,.

Y ahí fue cuando descubrí lo del viajero en el tiempo. Porque, y cito, la certificación de marras tenía una validez de 30 días. Es decir, que por alguna razón, quien la expidió consideraba que, pasado ese periodo, de alguna forma yo podía volver a tener menos de 50 años. 

Eso sólo sería posible yendo al pasado. Contactando a mi yo de, digamos, 1980, y trayéndolo a la época actual. Y como ese yo aún no había estudiado en la universidad,  de repente quedó claro el porqué era necesario renovar el carnet de egresado.

No sé quien posee ese gran poder de trasladarse entre épocas - yo no soy, por lo menos – ni para que lo ha utilizado. Hay muchas cosas que no entiendo. Sobre todo una.

¿Por que un conocimiento tan valioso, al parecer sólo sirve para generarle trámites y gastos a un pobre tipo que solo quiere trabajar?