Norberto
N. llega al edificio. El celador, como siempre, lo recibe en la puerta. Hay
algo extraño en su actuar. Subrepticiamente se la entrega. Es media hoja impresa, sin sobre, con un lenguaje escueto y directo: Sírvase
comparecer el día tal a la Fiscalía tal. No da más datos, salvo una advertencia
de tres palabras; Incumplimiento acarreará sanciones.
El recién llegado mira en silencio al vigilante. “No hay duda, lo sabe. Me di cuenta en su manera
de mover el cabello al entregarme la notificación. Ya no puedo seguir
escondiéndome. La justicia ya lo sabe. Yo... un momento ¿Yo qué? Si yo no he
hecho nada.”
Tras
sentirse una especie de extraditable, Norberto cae en cuenta que sus relaciones
con el Código Penal han sido de mutuo respeto. Y aunque no puede decir lo mismo
de los 10 mandamientos (sobre todo el 6, el 3 y el 9 ) no hay ninguna razón
por la cual el fiscal y sus muchachos estén interesados en él.
¿O
sí? Sí, claro. Su mente evoca todo el proceso. La planeación minuciosa, la
espera del momento propicio, la movilización sigilosa en la oscuridad, la
apertura del recipiente, el robo. Solo queda una duda ¿Cómo hizo la Fiscalía
para saber que cuando tenía cinco años, se había robado el postre de
papayuela de la nevera?
Tal
vez fue algo más reciente. “¿Será que tengo derecho a rebaja de penas si
confieso? Porque es verdad. Las vueltas eran dos monedas de mil y dos de 200,
pero la niña de la caja me dio dos de mil y dos de 500. Y yo me quedé callado.”
O
será por esa noche en la que le echó la madre al Policía. “Estaba borracho,
creo que eso es un atenuante. Claro que tengo que admirar a la autoridad.
Primero porque fue hace 10 años. Segundo porque ocurrió a las 3 a.m. Tercero,
porque era un policía acostado.”
A
medida que se acercan los días, el prontuario crece. “¿Haber estado en
una fiesta en la que un tipo se encerró en el baño a fumar mariguana será
causal de extradición? ¿Cómo descubrieron que yo había comprado junto con otros
compañeros de colegio una Playboy? ¿Como supieron que yo me había robado el
afiche de páginas centrales, rompiendo el convenio previo de rifarlo?”
Llega
el día tal. El hombre arriba a la oficina donde la fiscal espera.
Fiscal: ¡Es usted Norberto N, con cédula de ciudadanía xxxxyyyy.
Nova:
No, Yo soy Norberto N, con cédula xxxxyyyx
Fiscal: Permítame su cédula. No era usted. Muchas gracias. Adiós.