lunes, 10 de noviembre de 2008
Contrabandista de papas fritas
Les voy a contar por qué me volví contrabandista. Dos mujeres fueron las culpables. Una es la que invité a cine. A la que le dio hambre. Compré un ¨combo¨ de 10 mil pesos. Dos gaseosas de las más pequeñas y dos baldes de crispetas (también de los más pequeños). ¡10 mil pesos!
(Precios de 2008, por cierto)
Como el presupuesto trascendió mis cuentas y no tenía tarjeta me tocó llevarla a pie hasta la casa. Como 15 cuadras. Solo por eso no me volvió a hablar. Tan susceptible.
Terminado mi fallido paso por la pantalla grande me puse a echar números. Un paquete de crispetas crudas cuesta $1000 pesos. un paquete para microondas por ahí 3.000. Con el primero salen como 50 baldesitos de los ¨baratos¨. Con el segundo por lo menos tres. Una gaseosa de dos litros y medio cuesta 3 mil pesos. Con esa se llenan cinco vasos de los pequeños del cine.
Conclusión, era caro comprar la comida en el teatro. Así que la siguiente vez fui preparado. Llevaba un paquetico con dos gaseosas enlatadas, par paquete de combinados y par chocolatinas. A mi lado, una mujer joven bonita, sensual y...
Furiosa, así se puso cuando el vigilante del teatro dijo que no podíamos entrar la comida, que estaba prohibido. Bueno, el furioso al principio era yo. Pero ella puso primero cara de “no sea tacaño”, luego de “no sea bruto” y después de ¨que oso¨. Y no sé por qué después de que la llevé a casa no me volvió a hablar. ¿Sería porque no vimos la pelicula?
Así que por ellas me volví contrabandista de comida. Mis ¨caletas¨ son bolsillos grandes, fondos de cartera o paquetes. He diseñado varios recursos para pasar mi ¨matute¨. Envuelvo las chocolatinas en inofensivos pañuelos. Empaco las bebidas en frascos de alcohol o escondo el maní en el monedero. Encaleto las papas fritas en el paquete de un almacén de zapatos, los besitos en una bolsa de ropa, las galleticas dulces entre una caja de herramientas. Todo para poder conjugar el verbo comer con el adverbio barato o normal en una sala de cine.
Claro que solo. No sé por qué, las mujeres ya no quieren ir conmigo.
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