Existen personas que escogen trabajos u opciones de vida que
implican un riesgo permanente, incluso para la propia existencia. Bomberos,
policías, soldados, árbitros de fútbol. Sin embargo, la rutina más peligrosa no
está en formar parte de las fuerzas armadas, practicar deportes extremos, laborar en ambientes dañinos o exponerse a riesgos biológicos.
No. Por lo menos en
Colombia, existe una actividad que, según lo ratifica diariamente la
información publicada por los medios de comunicación, siempre termina en
muertos, heridos y lesionados. Por razones que no son del todo claras, sus protagonistas
tienden a perder el control, incluso cuando son amigos o parientes, generando
enfrentamientos de consecuencias lamentables. Y si eso no pasa, si no son ellos
quienes pierden el control, un actor externo llega y arremete de forma violenta
contra los mismos.
Corresponde al Estado limitar, sino prohibir, esta práctica,
a todas luces dañina, perjudicial e insegura. No más. Llego la hora de impedir,
por medios legales o los que sean necesarios que le gente siga departiendo.
Porque cuando ustedes acceden a noticias sobre familiares
que se trenzan en peleas, amigos cuyo exceso de alcohol despierta enemistades
ocultas, o grupos que repentinamente se ven atacados por actores armados
invariablemente leerán u oirán frases como “mientras departían”, “se
encontraban departiendo” o “habían estado departiendo” momentos antes de que
llegara la desgracia.
El diccionario avisa aunque es un poco ambiguo. En los
significados que uno encuentra para el
verbo en mención en la página web de la
Real Academia de la Lengua el primero es hablar o conversar, pero
después aparecen otros más realistas como altercar, separar, diferenciar. Y se incluyen algunos que suenan medio exóticos: enseñar, discurrir, demarcar y
estorbar.
Pero volviendo a la necesaria reglamentación por vía
judicial y administrativa, podría comenzar no con la prohibición absoluta, pero
sí con limitaciones a los espacios disponibles. Es imprescindible impedir, al
precio que sea, que la gente departa en las esquinas. Solo hay que revisar la
información judicial y policial para mostrar incontables ejemplos de las
consecuencias nefastas que genera esta práctica.
En orden de prioridades, las siguientes áreas
restringidas deben ser los parques,
los negocios al aire libre, los negocios cerrados y los hogares,
principalmente en épocas festivas como fin de año, carnavales o ferias.
Confiamos en que de esta forma podrán reducirse de forma
significativa los índices de violencia y
las cifras de lesiones y fatalidades.
Claro que no faltarán los intelectuales y envidiosos que
ante mi revolucionaria propuesta, digan que ese no es el problema, sino que los
periodistas deben dejar de utilizar palabras comodín –lugares comunes, que
llaman- las cuales significan todo y no significan nada.
Buen tema para departir.