martes, 5 de enero de 2016

La actividad más peligrosa del mundo


Existen personas que escogen trabajos u opciones de vida que implican un riesgo permanente, incluso para la propia existencia. Bomberos, policías, soldados, árbitros de fútbol. Sin embargo, la rutina más peligrosa no está en formar parte de las fuerzas armadas, practicar deportes extremos, laborar en ambientes dañinos o exponerse a riesgos biológicos. 

No.  Por lo menos en Colombia, existe una actividad que, según lo ratifica diariamente la información publicada por los medios de comunicación, siempre termina en muertos, heridos y lesionados. Por razones que no son del todo claras, sus protagonistas tienden a perder el control, incluso cuando son amigos o parientes, generando enfrentamientos de consecuencias lamentables. Y si eso no pasa, si no son ellos quienes pierden el control, un actor externo llega y arremete de forma violenta contra los mismos. 

Corresponde al Estado limitar, sino prohibir, esta práctica, a todas luces dañina, perjudicial e insegura. No más. Llego la hora de impedir, por medios legales o los que sean necesarios que le gente siga departiendo.

Porque cuando ustedes acceden a noticias sobre familiares que se trenzan en peleas, amigos cuyo exceso de alcohol despierta enemistades ocultas, o grupos que repentinamente se ven atacados por actores armados invariablemente leerán u oirán frases como “mientras departían”, “se encontraban departiendo” o “habían estado departiendo” momentos antes de que llegara la desgracia.

El diccionario avisa aunque es un poco ambiguo. En los significados  que uno encuentra para el verbo en mención en la página web de la  Real Academia de la Lengua el primero es hablar o conversar, pero después aparecen otros más realistas como altercar, separar, diferenciar. Y se incluyen algunos que suenan medio exóticos: enseñar, discurrir, demarcar y estorbar.

Pero volviendo a la necesaria reglamentación por vía judicial y administrativa, podría comenzar no con la prohibición absoluta, pero sí con limitaciones a los espacios disponibles. Es imprescindible impedir, al precio que sea, que la gente departa en las esquinas. Solo hay que revisar la información judicial y policial para mostrar incontables ejemplos de las consecuencias nefastas que genera esta práctica.

En orden de prioridades, las siguientes áreas restringidas deben ser los parques, los  negocios al aire libre,  los negocios cerrados y los hogares, principalmente en épocas festivas como fin de año, carnavales o ferias.

Confiamos en que de esta forma podrán reducirse de forma significativa los índices de violencia  y las cifras de lesiones y fatalidades.

Claro que no faltarán los intelectuales y envidiosos que ante mi revolucionaria propuesta, digan que ese no es el problema, sino que los periodistas deben dejar de utilizar palabras comodín –lugares comunes, que llaman- las cuales significan todo y no significan nada.

Buen tema para departir.