martes, 7 de julio de 2015

Guillermo el Conquistador, la mujer de su vida… y un aparatico


Muchos no lo recuerdan. En cambio, muchas tienen malos recuerdos de él. En los rankings particulares de citas desastre, Guillermo el Conquistador siempre está escalafonado en los primeros lugares. Nadie como él para hacer eso que convierte en calamidad el más prometedor de los escenarios. Pero el hombre, no se rinde.

Ante la inacabable sucesión de catástrofes amorosas, Guillermo cambió de estrategia y se virtualizó. Ahora busca pareja por Internet. Todo va viento en popa. Nadie lo ha plantado, nadie lo ha abandonado a mitad de la cita, nadie ha malinterpretado algún comentario inocente y, hay que decirlo, nadie lo ha visto en vivo y en directo.

El mundo real puede aplazarse. Pero tal vez con Natalia –nombre real, verificado en otras fuentes- ya era hora. Con Naty –@Natylamuybella– la comunicación fluyó. Por todos los canales disponibles. Sitio de contactos, red social, correo electrónico, mensajería instantánea y, como una cosa lleva a otra, al fin acordaron el encuentro personal.

Quedaron de verse en un centro comercial, a dos cuadras del restaurante. Allí apareció. Las fotos no mentían. Rostro maduro con rasgos de niña. Silueta agradable… y una expresión alegre a la distancia apenas reconoció a Guillermo. Se acercaron. Era realidad. Ya no estaban intermediados por ninguna tecnología. Al fin iban a estar juntos. Había llegado el tiempo de conversar, de compartir, de interactuar y –pensaba Guillermo– tal vez de empezar a construir en pareja un futuro que…

Justo en ese momento, el teléfono de ella sonó.

Con la destreza propia del experto, abrió la cartera y sacó el dispositivo. Y comenzó la multitarea. Contestó y pidió un momento. Besó a Guillermo en la mejilla y le hizo la señal de espera con su mano libre. Retomó la llamada. Conversó algo. Interrumpió y le preguntó a Guillermo para donde iban. Nuevamente a la llamada. Comenzó a caminar. Guillermo la acompañaba. Guillermo la miraba. Ella hablaba –por teléfono- y de vez en cuando miraba a Guillermo, sonreía y seguía hablando.

Siguió hablando hasta que llegaron al restaurante. Allí tuvo una pausa –medible en segundos– antes de la otra llamada. Y luego la otra. Y cuando no eran llamadas era el “dame un minuto para contestar este mensaje”. Y el hombre la veía frente a él, tecleando. Hay que ser justos. Conversación hubo, mucha, solo que Guillermo no sabía si estaba hablando con él, con la jefe –de ella- con la amiga, con el tipo de relación indefinible, con el señor con el que estaba negociando el carro o con todos al tiempo.

Terminada la cena, el Conquistador había entendido que la comunicación con Naty fluía, básicamente, con el resto del universo. Y eso sí, hubo foto de la puerta del restaurante, de la comida, del mesero y hasta de Guillermo publicada en tiempo real. Aunque no pudo confirmarlo, al parecer se creo un grupo de discusión y en un momento dado el postre amenazó con ser Trending Topic.

A estas alturas el hombre no sabe estuvo en una cita, en un foro o en un reality.


Mucho menos después de ese mensaje de Naty: “Que buen tiempo pasamos juntos :-) . Tenemos que volver a hablar”.