Queda en algún punto entre la Patagonia y Ciudad Juárez. Es una ciudad de mediano tamaño o un pueblo grande. Sabemos que cuenta con equipo de fútbol propio, restaurante, bar y hotel, entre otros servicios. Pero lo que realmente nos interesa son sus habitantes. Rebuscadores, sin empleo fijo, a veces pícaros y cambiantes de acuerdo con las circunstancias externas.
El único que parece tener empleo fijo es un carpintero caracterizado por un eterno cigarrillo humeante en la boca. La estabilidad económica no es patrimonio local, como ya vimos. Tal vez solo la disfrutan cierto personaje –pesado él– cierta familia de hija única y cierto empresario fácilmente identificable por un estado permanente de restricción de gastos.
Un rápido recorrido por la fauna local nos muestra alguien cuya inteligencia es inversamente proporcional a su nombre; los dos extremos en materia de situación capilar; un aficionado a la dieta de felino (no a comer lo que come el felino, sino a comerse al felino); un argentino vestido como cantante de tangos; un boliviano vestido como la gente se imagina que deben vestirse los bolivianos y un sujeto bajito y barrigón en estado de rubor permanente.
Pero todos ellos son personajes de reparto frente a quien, sin lugar a dudas es la luminaria local. Local no. Internacional. Porque su fama ha ido más allá de las fronteras de ese pueblo grande, al punto de ser un
símbolo en prácticamente todos los países de habla hispana a este lado del Atlántico (gringolandia incluida).
No ha sido por sus obras, evidentemente. Aunque prácticamente ha incursionado en todas las profesiones, no se le conocen aportes valiosos en ninguna. En cambio tiene una larga colección de errores, embarradas y fracasos debidamente documentados en sus desempeños laborales. Pero la mayor parte del tiempo está en algún punto entre vago y desocupado. Su eterno atuendo de camiseta,pantalón remendado y sandalias refuerzan esta idea. Atuendo que por cierto no
es una concesión a la descomplicada moda actual, sino una imagen coherente desde 1949, cuando el mundo lo conoció.
Bueno, primero lo conoció Chile, su país de origen. De ahí saltó al resto de un continente que se ha visto reflejado en sus historias, su humor, sus personajes y -aquí viene la justificación de este texto- la película que lo llevará a la pantalla grande en el 2017, cuyo trailer fue divulgado hace pocos días.
Así que en las Amilcaradas declaramos oficialmente esta semana la semana de Condorito, personaje ilustre de Pelotillehue. Reconocimiento más que merecido a la única historieta que sobrevivió la edad de oro de nuestra infancia y que, dicen, hace no mucho
llegó a ser la de más circulación en Colombia.
Es la coyuntura ideal para rendir homenaje a nuestro pajarraco favorito, a la tan sexy como paciente Yayita, a la insoportable Doña Tremebunda, al noble Don Chuma y –por supuesto- al saco de plomo de Pepe Cortisona.
Nos declaramos oficialmente a la espera de la premier mundial del filme de nuestro héroe, anunciado para octubre del 2017. Y cerramos esta nota de la única forma posible.
¡Plop!