Deportistus afiebratus. Se encuentra en gimnasios, parques, clubes y otros espacios dedicados a la actividad física. Es reconocible por su atuendo deportivo, completamente nuevo. Si el uso de las instalaciones demanda algún pago, él o ella abonó entre seis meses y año completo. Durante una o dos semanas se le verá ensayando todas las máquinas, escuchando atentamente al instructor y sudando copiosamente mientras se seca con su toalla (nueva) de microfibra absorbente. Un día desaparecerá. Para siempre. La única evidencia de su existencia será la toalla, abandonada en algún casillero.
Ecologicus transportus. Se le detecta por el comportamiento delator en el transporte público. Se nota su carácter de usuario infrecuente, o de personaje que en su vida se había subido a un cacharro de esos. Otra subespecie usa un variado atuendo, para movilizarse en la recién adquirida patineta o bicicleta eléctrica, con la cual invade indistinta y peligrosamente andenes, ciclorrutas y calzadas. Una categoría adicional son nuevos usuarios de bicicletas tradicionales, muy parecidos al Deportistus afiebratus.
El elemento común está en la relación con los carros particulares. Por cierto, hay uno guardado en casa del personaje. Primero es la superioridad moral de quien mira a los automotores como malvados contaminadores y agentes del cambio climático. Luego viene un reconocimiento de que así sean a gasolina, eléctricos o híbridos, tienen algunas ventajas. La tercera fase incluye cierta nostalgia combinada con envidia ante quienes lo sobrepasan al volante de sus carros. Hasta ese día cuando el conductor vuelve a la silla delantera de la izquierda porque, retomando un antiguo lema publicitario, la envidia es mejor despertarla que sentirla.
Alimentatus sanus est. Aparecen en zonas de los supermercados donde nunca habían estado. También en negocios especializados o centros de distribución de comida con cero o mínimo procesamiento, léase plazas de mercado. Empiezan con un no gracias a ofertas típicas, es decir a la empanadita, al buñuelito, al pastelito o al rosconcito.
En casa erradican los huevos fritos del desayuno en beneficio de la fruta; los alimentos fritos metamorfosean a versiones cocinadas en agua o al vapor; el postre se vuelve fruta; la papa, la yuca, el arroz, el plátano y demás carbohidratos dan paso a variaciones de paisaje como repollo, lechuga, zanahoria, rábano y más fruta.
Comparten espacios de alimentación, así que empiezan por robar bocados, cada vez más grandes, a la pareja, a los hijos o a los colegas de oficina. Pero llega el momento de la rebelión hogareña cuando le empiezan a servir lo mismo que a los demás, mientras el compañero (a) de trabajo con sobredosis de honestidad toma la vocería del grupo y le dice “no moleste más y pida un almuerzo normal”.
Varius. Otras especies visibles solo en enero son el No fumus más en serius reconocible por su evidente tensión nerviosa y consumo desaforado de paliativos (chicles de nicotina, dulces corrientes, chocolatinas individuales y uñas); el Ahora si lo leus que carga todo el mes algún voluminoso y viejo ejemplar de ese ladrillo de la literatura universal (100 años de Soledad, Ulises, etc.) el cual permanecerá cerrado mientras el sujeto (a) chatea o mira videos; y el Speak englishum u otrum quien se documenta detalladamente de alternativas académico-lingüísticas condenadas al olvido en alguna carpeta real o virtual.
Y por supuesto, el más efímero pero a la vez abundante de todos, que aparece pasada la medianoche del 31 de diciembre pero es prácticamente imposible de visualizar a partir del 2 de enero. El Hoc anno sic.
En español traduce Este año sí.