Tengo una teoría. Lo que nos hacía reír cuando éramos niños, nos parecía ridículo durante nuestra adolescencia, nos avergonzó públicamente en nuestra juventud y permaneció olvidado en la primera fase de nuestra madurez forma parte de lo que somos ahora... o de lo que seremos en algún tiempo.
Obviamente, hablo de las mañas paternales, heredadas de algún abuelo, que las heredó del bisabuelo y así sucesivamente hasta algún chibcha o chapetón de milenios pasados que también tenía la costumbre de rascarse detrás de la oreja mientras conversaba.
Y es que en materia de herencias, uno puede perder la casa, el carro y los muebles, pero nunca dejará de recibir las mañas. Por eso es que discutimos de una manera terca y atravesada con el terco y atravesado de papá; y nos divierte la manía de mamá de reutilizar el papel de regalo, aunque en la casa tenemos una caja alimentada por envoltorios de las pasadas cuatro navidades.
A continuación una lista, claro que incompleta, de comportamientos que vimos, rechazamos, olvidamos, y, sin darnos cuenta, incluimos en nuestro diario vivir, muchas veces adaptados a los tiempos modernos.
1. Sorber la sopa o soplar la cuchara cuando está muy caliente para nuestro paladar.
2. Regañar en la mesa a quienes sorben la sopa o asumen cualquier comportamiento similar que tuvimos, tenemos o —ténganlo por seguro—, tendremos.
3. Hablar mientras se ven programas de televisión en familia, actividad que, si bien se ha reducido por cuenta de las pantallas individuales, al mismo tiempo se ha ampliado con opciones como tvcable, video doméstico, streaming y las diversas y creativas formas de piratear señales o contenidos.4. Salir a hacer compras cerca de la casa en pantuflas. Versión moderna: en esas piyamas que no se parecen a las piyamas pero después de un sesudo análisis no permiten conclusión diferente a “eso tiene que ser una piyama”.5. Sacar la lengua mientras escribe a mano. Y sí, la gente hoy casi no escribe a mano, pero chatea todo el tiempo… y saca la lengua.6. Pasar el pan por el plato para aprovechar los últimos residuos de la grasita del alimento respectivo, de la salsa o del sudado.7. Hablarle a los bebés en media lengua con frases que el pequeño receptor ni entiende, ni le importan. Claro que tampoco las iba a entender si se pronunciaran con una dicción perfecta.8. Sobarse la barriga porque está doliendo, porque acabamos de almorzar, porque vamos a consumir alguna golosina, porque estamos preocupados o porque sí.9. Guardar las bolsas plásticas usadas, una medida altamente ecológica que aplicaban nuestros ancestros con fines meramente económicos antes de que existiera la ecología. Lo que ahora es para salvar el planeta, en otros tiempos era para ayudar al bolsillo.10. Darse la bendición cuando relampaguea o truena, independientemente de nuestra condición de agnósticos, librepensadores, ateos o teosóficos.11. Comerse los sobrados de otros en la mesa familiar.12. Usar palillo de dientes (exactamente para aquello que corresponde a su nombre) y guardarlo en un bolsillo al terminar la faena.13. Hablar con alguien sin mirarlo. Y sí, eso también pasaba antes de que existieran los teléfonos inteligentes, lo cual demuestra que para ser descortés no se necesita tecnología.14. Apagar luces y desconectar aparatos eléctricos. En otros tiempos la motivación era el ahorro de energía. Hoy es lo mismo con argumento ambiental. Curiosamente, en ambos casos es una manía que se desarrolla cuando el heredero empieza a pagar la factura de la luz.
Para terminar, o comenzar, se agradecen los aportes para ampliar la lista en los comentarios.