Le pasa a quienes están metidos en el negocio de la escritura creativa. Es decir guionistas, autores, compositores, libretistas, teatreros, dramaturgos y faltan etcéteras. Los representantes de este personal también deben asistir a las asambleas de propietarios de edificio, conjunto cerrado o similares. Por acá creemos que a los mencionados les ha pasado por la mente aprovechar todo lo que pasa en una de esas asambleas para crear una novela, o película, u obra de teatro, o monólogo de comediante, o canción o por lo menos poema.
Un punto de partida para escribir historias es definir personajes. Pues bien, aquí va una lista con algunos especímenes presentes a la hora de reunir a quienes comparten espacios por cuenta de la propiedad horizontal y demás zonas comunes.
— Ese que lleva cinco o más años poniendo la misma queja en todas las asambleas.
— Esa que solo asiste para evitar la multa y se ubica estratégicamente cerca de la puerta del salón comunal para escaparse a la primera oportunidad.
— Ese al que siempre le cambian el nombre cuando toman lista.
— Esa que rota por varias sillas para repetir refrigerio o llevarse jugos de caja y empanadas para el resto de la familia.
— Ese que lleva una montaña de poderes porque se ofrece de voluntario (o se inventó algún negocio) para representar a los ausentes.
— Esa que tiene una pelea casada con el administrador, con la junta, con algún miembro específico de la junta, con un vecino o con todos los anteriores.
— Ese que siempre pide la palabra para aportar unas ideas tan maravillosas como complicadas de realizar, bien sea porque son demasiado costosas, porque su implementación es excesivamente difícil o porque algún día serán posibles, pero no en este siglo.
— Esa calculadora humana, que realiza cualquier cuenta requerida de manera mental más rápido que el excel en pantalla.
— Ese que siempre mete algún tema de proposiciones y varios mucho antes de que la agenda llegue a ese punto, convirtiendo el orden del día en un desorden absoluto.
— Esa despistada que no entiende nada, pero quiere intervenir en todos los temas.
— Ese que pregunta varias veces que es lo que se va a votar y qué implicaciones tiene, pero cuando llega el momento se equivoca y vota en sentido contrario a lo que quiere.
— Esa propietaria que acumula una gigantesca deuda de administraciones pendientes con muy buena voluntad pero escasa efectividad a la hora de pagar.
— Ese tipo que hace chistes de todo lo que dicen o pasa.
— Esa asistente que se pone furiosa por culpa del tipo que le saca chistes a todo lo que dicen o pasa.
— Ese enguayabado que se acomoda en un rincón a sufrir en silencio.
— Esa que se postula a todos los cargos.
— Ese que en vez de prestar atención se dedica a chatear, mirar redes, incluso contestar el teléfono. Es el mismo que antes de que existieran los celulares, se llevaba a la asamblea un radio con audífono para oír el partido.
— Esa que no quiere tomar ninguna decisión ni participar en ninguna votación y pretende que todo lo decida el consejo.
— Ese que convierte cada una de sus intervenciones en una dramática descripción de situaciones tan terribles como que la luz del garaje se apaga muy rápido.
— Esa contadora pública titulada que hace preguntas sobre los estados financieros tan, pero tan, pero tan especializadas que solo ella las entiende.
— Ese que interrumpe a todos los que tienen el uso de la palabra.
— Esa que siempre se pone de pie a la hora de hablar y le pide disculpa a alguien por darle la espalda.
— Ese que riega la bebida del refrigerio.
— Esa que trata de convertir en problema comunitario una situación que solo la afecta a ella.
— Ese que todo los años llega con propuestas para cambiar la vigilancia o el aseo por un servicio que ofrecen unos “amigos” y que es mucho más barato.
— Esa que cuenta historias de un parqueadero maldito donde ocurren todas las desgracias como la invasión por parte de un vehículo desconocido, un rayón en el carro propio de origen misterioso, una inundación o el enorme carro del vecino que le roba espacio.
— Ese que llega tarde y empieza a intervenir sobre temas que ya se trataron.
— Esa que llegó temprano pero insiste en retomar temas que ya se trataron y cerraron.
— Ese que no interviene directamente en ninguna discusión pero apoya con un ruidoso ¡ESO! y hasta con aplausos las intervenciones de otros.
— Esa que pide a gritos moción de orden cada vez que comienza ese rumor creciente que termina por opacar a los oradores.
— Ese que alguna vez estuvo en el consejo y no quiere volver pero no pierde oportunidad para recordar su paso por el organismo administrativo.
— Esa que desde antes de salir de su casa o apartamento se hace el propósito de no intervenir en ninguna discusión, pero siempre termina involucrada en varias.
— Ese que termina anotándose en los chicharrones mas complicados, porque “si nadie más se le mide, pues tocará”.
Cerramos con un corte a comerciales, si creen que falta alguno, déjenlo en los comentarios del blog.