miércoles, 25 de septiembre de 2024

Necesidades inaplazables requieren préstamo

Grandes dilemas, esa es la historia de la humanidad. Hombres y mujeres dedican su vida a responder las preguntas trascendentales que definen el sentido de la existencia y la evolución de la especie.Claro que hay tipos como Edilberto cuyas pretensiones son mucho más modestas, aunque de aplicación inmediata.

La historia comienza en su adolescencia. El sujeto conoce a una dama de la misma generación, y parece haber cierta atracción mutua. Pero nunca se supo, por las circunstancias particulares de su tercer o cuarto encuentro. Básicamente, el hombre cae de improviso en la casa de la mujer, aunque en horario aceptable. Y cuando lo mandan seguir, se ve en la obligación (él) de revelar la causa de su inesperada visita.

- ¿Me prestas el baño, por favor?

En efecto, en cercanías del lugar, el cuerpo de Edilberto empieza a demandar actividades que implican estar sentado. Hay que decir que la diligencia se cumple sin desastres o consecuencias desagradables. Aún así, la dama deja de contestarle las llamadas, al tiempo que bloquea cualquier otro intento de contacto.

Mucho tiempo después el ya no tan adolescente hace la relación causa efecto. Es ese día en el que atenderá su primera entrevista de trabajo. Previamente familiares y a amigos lo bombardean de recomendaciones, entre las cuales una se repite constantemente. —Pase lo que pase, no pida prestado el baño.

No lo pide, y tampoco consigue el empleo. Su ingreso al mundo laboral requiere de intentos adicionales. Pero eso no es lo importante. La suma de las dos anécdotas pone en la pensadora del hombre una pregunta trascendental. ¿Dónde es aceptable solicitar el uso del cuarto generalmente ubicado al fondo a la derecha?

Edilberto le pone metodología. Reduce los escenarios potenciales a dos. Hogares ajenos e instalaciones laborales ajenas.  No hay problema en los lugares de habitación de parientes cercanos, o parientes lejanos cuando no hay interés en profundizar la relación. Si es esa tía con la que nunca hablamos,  pero a cuya herencia aspiramos, mejor nos aguantamos. En cambio, si es ese primo del primo adonde nos lleva el primo, prima la necesidad en caso de requerimiento. Total, probablemente jamás lo veremos de nuevo.

Esa es la clave en la zona residencial. El reencuentro. Cuando son amigos de absoluta confianza y contacto permanente a veces ni siquiera hay que pedir permiso. Cuando se trata de una nueva amistad que apenas estamos cultivando es una buena prueba. El sutil y casi invisible gesto —pero evidente si uno presta suficiente atención— al hacer el requerimiento es el indicador. Son tres modos de comunicación no verbal que dicen: 1. No hay problema. 2. Sí hay problema pero ni modo de decir que no y 3. Qué tal este tipo. El segundo mensaje sugiere no regresar. El tercero implica que jamás nos volverán a recibir.

En el ámbito laboral, además de la entrevista, la abstinencia se extiende a clientes, sobre todo a los potenciales. Incluso en circunstancias altamente exigentes, la recomendación es firmar primero, lo que implica aguantar durante. En cambio, si la situación es con proveedores, tenemos vía libre. En este caso los interesados son ellos.

Edilberto ya tiene claro cómo es —sobre todo al comenzar— en las relaciones erótico afectivas. También concluye que en las reuniones sociales el problema no es del usuario, sino del propietario. Sin embargo, un día toda su reflexión y análisis pierde validez. Durante una conversación de borrachos sale el tema. El experto se explaya hasta que un contertulio interrumpe con esa pregunta que cambia el dilema, o mejor, genera uno nuevo.

— Todo eso está muy bien, pero… ¿Qué pasa si no hay papel?

miércoles, 18 de septiembre de 2024

Administración uniforme


Villegas llevaba años esperando una oportunidad como la que le llegó con las visitas de la junta directiva. Los grandes jefes querían reconocer la planta principal y a él le correspondió organizar, coordinar y atender. No programaron a todos en un solo viaje, sino que planillaron visitas individuales cada dos meses.

Toloza, un filósofo metido a empresario, fue el primero. Acorde con sus antecedentes humanistas, enfatizó el diálogo con los trabajadores. Ahora, la organización era algo tan grande que había tercerizado muchos de sus procesos no esenciales. En la planta compartían espacios empleados directos (los llamaremos locales) con trabajadores subcontratados por proveedores externo que producían bienes o prestaban servicios a la empresa contratante. A estos los llamaremos visitantes. 

La convivencia generó algunos inconvenientes en la agenda del alto directivo, cuya prioridad era conocer las inquietudes de los locales, pero en más de una ocasión terminó hablando con visitantes. Y es que a simple vista los locales caminan como visitantes, se ven como visitantes y suenan como visitantes. En cambio los visitantes caminan como locales, se ven como locales y suenan como locales.  

Toloza no se molestó ni se quejó. Incluso hizo un comentario positivo sobre igualdad en la diferencia. Villegas, nervioso por imaginarias consecuencias negativas ante su rol de anfitrión, no entendió. Interpretó que aunque todos en la planta eran iguales, había unos (locales) más iguales que otros (visitantes). Y que era necesario diferenciarlos para evitar situaciones como lo acontecido con el invitado de honor.

A punta de verbo logró que el gerente le cogiera la idea. No arrancaron de cero, porque ya existía personal visitante uniformado que, por su función, necesitaba ser identificado a simple vista, como los servicios de vigilancia. Luego siguieron con los epp —elementos de protección personal— obligatorios para ciertas tareas. Hablamos de cascos, overoles, guantes, botas. etc. La única diferencia, cuando existía, era algún logotipo. Mediante un nuevo reglamento materiales, normas técnicas, costo o especificaciones pasaron a un segundo plano. La clave era que los epp de los locales se vieran distintos a los de los visitantes.

Fue más complicado con las actividades (oficina, por ejemplo) que no requieren epp. Pero la Ley obliga a las empresas a dotar de calzado y vestido a quienes ganan hasta determinada cantidad, medida en salarios mínimos. Así que aprovecharon y extendieron la obligación a todo el personal visitante, independiente de cargo, salario, nivel académico, género, color de cabello o condición de diestro, zurdo o ambidextro. 

La aplicación práctica de las iniciativas llenó las instalaciones de subgrupos claramente diferenciados por su aspecto externo. Ese fue el ambiente que recibió al invitado del segundo bimestre, el ingeniero Manrique, empresario de la vieja guardia conocido por su pragmatismo y franqueza. 

Aunque este recorrido se centró en los aspectos técnicos, incluyó un paso rápido por casi todas las instalaciones. El ingeniero vio al combo de las camisas y blusas blancas, al combo de las blusas y camisas azules, al combo de las batas verde claro, al combo de las batas verde oscuro, al combo de los overoles negros, al de los overoles azules y demás etcéteras .

Esta vez, el comentario del miembro de la junta directiva no dejó lugar a interpretaciones erróneas.

—  Hagan una economía de escala con los contratistas y verán que los epp salen mucho más baratos. Que importa si son del mismo color, lo único que hay que cambiar son los logos. Y que la gente de oficinas se vista como le dé la gana. Me parece que estamos bien de procesos, de eficiencia y de eficacia. Pero estaríamos mucho mejor si dejaran de botarle tanto tiempo, corriente y recursos a uniformar gente.

miércoles, 11 de septiembre de 2024

Brecha generacional en vivo y en directo

El señor Salgado no estaba invitado. Tenía un asunto pendiente con la progenitora de la dueña de casa y se habían puesto cita allí por aquello de la equidistancia. Se encontró con un grupo que conversaba sobre la tecnología de moda, la inteligencia artificial, y sus aplicaciones.  El diálogo se movía entre la sorpresa y el asombro, ante las casi infinitas posibilidades reflejadas en cada ejemplo aportado por los asistentes.

El viejo conocido de mamá asumió rol de oyente. Lo de viejo era literal, porque la totalidad de los presentes (anfitriona incluida) ni siquiera había nacido cuando Salgado tuvo una edad similar. Tampoco estaba interesado en participar. Solo debía esperar a la madre, cuadrar su negocio y retirarse discretamente.

Pero un asistente, por mera cortesía, le lanzó una pregunta. Lo malo fue que a Salgado —en vez de seguir en plan de oyente— se le ocurrió echar un discurso sobre como la capacidad de asombro se había ido perdiendo ante la constante innovación tecnológica. Recordó un ejemplo, el compartimiento de los casetes en las radiograbadoras. Se abría mediante un botón que liberaba la tapa como quien suelta un resorte, rápido y de golpe. Hasta que alguien desarrolló una tecnología que ralentizó la apertura. Eso sorprendió a… 

— ¿Radiograbadora? ¿Qué es eso?

Entonces el señor Salgado explicó que antes la música, los deportes y las noticias no se escuchaban en el celular sino en la radio y en artefactos como casetes, y que existieron unos electrodomésticos que, aunque grandes eran portátiles y que prestaban simultáneamente el servicio de receptor de radio y grabadora…

— ¿Qué es un casete?

Entonces el señor Salgado explicó que antes de los servicios de streaming y los formatos tipo mp3 y los CD el formato portátil de música venía en cajas pequeñas con cintas que uno también podía grabar….

— Mi abuela tiene un aparato para ver películas que usa casetes. 

Entonces el señor Salgado explicó que aunque eran el mismo mecanismo esos eran videocasetes. Los casetes eran solo para sonido y además no había que conectar las grabadoras al televisor….

— Cómo así que conectar al televisor.

Entonces el señor Salgado explicó que no había wifi, ni bluetooth, ni ninguna tecnología inalámbrica… Bueno, tal vez sí pero apenas servía para controles remotos, pero para llevar la imagen y el sonido del betamax al televisor tocaba conectar unos cables…. 

— ¿Qué es un betamax?.

Entonces el señor Salgado explicó que era un aparato que hacía lo mismo que un VHS pero por alguna razón la gente prefirió el VHS pero que eso no era lo importante sino el asombro generado entre los usuarios de la época cuando modificaron los compartimientos para insertar casetes en las radiograbadoras de manera que en vez de abrir rápido abrieran despacio...

— ¿Qué es un VHS ? 

Entonces el señor Salgado agradeció, desde lo más hondo de su alma, la llegada providencial de la madre de la dueña de casa, lo que le permitió escapar del laberinto generacional en el que él mismo se había metido.

miércoles, 4 de septiembre de 2024

Mediodía en la banca

Pardo ya tiene sus años. Alguna vez, siendo niño, acompañó a su padre al banco. Los atendió un tipo de saco y corbata que nunca sonrió. El entonces “Pardito”, intrigado por una oficina cerrada, al fondo, sin ventanas, con una guardia pretoriana de dos secretarias y sendos escritorios gigantescos, preguntó qué era eso.

—La oficina del doctor Urrutia Sierra, nuestro gerente. Allí solo entran los más importantes.

Ya en tiempos modernos, Pardo debe hacer una vuelta de banco en modalidad presencial. Se anota en la maquinita, recibe el papelito numerado y espera hasta que lo llama la simpática y sonriente ejecutiva comercial. Durante la diligencia, la funcionaria menciona unas cuantas veces a un tal Pacho, encargado de ciertas tareas necesarias para llevar a feliz término el trámite. Es evidente que se trata de alguien de absoluta confianza y disponibilidad cuasi permanente, aunque en ese momento no está en la oficina. Al ser horario de almuerzo, Pardo piensa que el funcionario se encuentra en su turno de alimentación.

Parte de la diligencia requiere confirmación en línea desde la principal. Hecha la solicitud —vía intranet, por supuesto— el procedimiento entra en una especie de punto muerto mientras llega la respuesta. Justo en ese momento suena el teléfono y la ejecutiva, después de responder, pide permiso para atender la consulta respectiva. Por razones obvias el cliente solo escucha una parte de la conversación. Es algo como esto.

(Habla quien llama).
—Si señor. Ya recibimos todos los documentos y se los pasé a Pacho para que haga la revisión.
(Habla quien llama).
—Yo no le podría dar un término exacto pero apenas lo vea le pregunto y le cuento.
(Habla quien llama).
—Usted ya sabe que con Pacho, desde que los requisitos estén completos eso es rápido. Y por lo que yo vi no tendría por qué haber problemas.
(Habla quien llama).
(Risas) Sí, Pacho es así. (Risas de nuevo).
(Habla quien llama).
—Espere pregunto, si quiere llámeme en 30 minutos. Es que estoy atendiendo otro cliente por acá.
(Habla quien llama).

La ejecutiva revisa de nuevo su computador pero la respuesta de la central aún no ha llegado. Entonces le consulta a la vigilante si Pacho salió hace mucho.

—No doctora, pero Pacho no se demora almorzando. De repente la doctora Patricia sabe algo.

La ejecutiva pide permiso y se dirige hacia el cubículo marcado como Jefe de Servicios, donde una elegante mujer, presumiblemente la doctora Patricia, conversa con ella durante varios minutos. Regresa. Las noticias son excelentes. Ya hay respuesta de la principal. La jefe (así la llama) también dio su visto bueno y solo falta que los documentos pasen por Pacho para que el procedimiento culmine exitosamente. 

Por pura curiosidad, Pardo pregunta. La respuesta, además de informar, le recuerda que los años no pasan gratis, y que ciertas cosas han cambiado bastante.

—Muchas gracias señorita. Una inquietud, ¿quién es ese Pacho?
—¿Ese Pacho?... el gerente de la sucursal.

domingo, 1 de septiembre de 2024

El escritor que soy


Faltaba, digamos, solucionar algunos problemas administrativos. 

Superado este asunto podemos decir que ahora sí va en serio.

Soy un escritor.

Lo cual no significa que sea un escritor exitoso, o un escritor productivo.

Pero ese es otro cuento.

Así que retomemos. Como toca comenzar de alguna manera, ajusté alguno perfiles públicos en redes sociales.

Destaco, en cada uno de las estaciones de mi recorrido laboral, lo que hice en materia de producción de textos. 

Pero eso es el pasado. Lo que importa es el presente y lo que quede de futuro.

Listo, soy un escritor. ¿Y eso qué es?

A partir de este momento, una descomunal concesión al ego.

Así que ahí vamos

Yo y lo que escribo*  

*Sí, el burro adelante, pero es que lo del ego va en serio.

1. Yo no soy un tipo serio. Por eso lamento, en serio, desilusionar a quienes busquen trascendencia, profundidad o mensajes relevantes en mis textos.

2. Escribo lo que quiero. No por obligaciones laborales. No por tendencias de moda que favorecen un éxito comercial.  

3. Es lo que yo quiero escribir.

4. Eso no significa originalidad, ni vanguardismo (casi me hernio buscando la palabra adecuada, de ahí el enlace). 

5. Muchos han hecho, hacen y harán algo parecido, mucho mejor de lo que yo puedo hacerlo.

6. Mi objetivo es brindar una pequeña alternativa que enfrente desde el aburrimiento hasta la angustia cotidiana, al inducir una sonrisa y, de ahí para arriba, toda la escala de expresiones alegres que ojala coronaran en la escandalosa carcajada.

7. No voy a tratar esos temas dolorosos y tristes que conforman nuestra realidad. Escojo el escapismo. 

8. Ya hay bastantes personas que abordan esos tópicos y muchos lo hacen realmente bien. Yo voy por otro lado.

9. Eso sí, mi punto de partida es la vida. Es lo que somos. Lo que hacemos. 

10. Cuento historias basadas, parcial o casi que totalmente, en hechos reales, de esos que le pueden ocurrir a cualquiera y de hecho pasan (nos pasan, dice la tarjeta). 

11. O simplemente los comento, desde mi punto de vista, con la advertencia implícita de que no hay que tomarse muy en serio lo que este sujeto dice.

12. Los cuentos se refieren a esas anécdotas que tienen su lado risible, el cual es notado de inmediato por los demás y a veces, (normalmente a posteriori) por el protagonista.

13. No estoy inventando nada. Solamente trato de exprimir el lado divertido de la faceta laboral, familiar, sentimental, saludable, deportiva, recreativa y todos los etcéteras posibles de ese recorrido que nos lleva de la cuna a la tumba.

Yo y cómo escribo*  

*Por si quedaba alguna duda de la condición narcisista de este ladrillo.

14. Intentaré siempre aplicar normas básicas de lenguaje escrito. Ortografía, gramática, sintaxis y toda esa terminología que cincelaron en el subconsciente las clases de español. 

15. Creo que es la responsabilidad mínima de quien escribe para un público, por pequeño que este sea. Es la manera de respetar a quien lee.

16. Creo en el ingenio y en la creatividad para describir situaciones incómodas, para adultos o desagradables sin caer en textos incómodos, para adultos o desagradables. 

17. Aunque en mi expresión oral cotidiana soy un tipo grosero, considero que el uso de los hijueputazos a la hora de escribir debe ser excepción, no regla. 

18. En un idioma con tantas opciones como el español se puede decir lo mismo sin acudir a palabras que pueden molestar a ciertas personas —cada vez menos, pero existen—. Esas palabras deben reservarse para cuando no haya otra forma de expresar la idea (véase el numeral anterior y el reiterativo ejemplo de la última palabra en “El coronel no tiene quien le escriba).

19. Tengo un pasado de periodista y toda una trayectoria vital de escribir para los demás. 

20. Por eso, cada texto es un trabajo encaminado a combinar lo expresado en los puntos del 1 al 13 con un estilo directo, conciso, sin demasiados adornos, construido a lo largo de los años.

21. Por eso, siempre intentaré escribir “vida” o “experiencia” en vez de “trayectoria vital”.

Yo y las redes sociales*

*La inevitable alusión tecnológica también tiene su toque de egolatría.

22. Me siento feliz cada vez que alguien comenta, me recomienda, me da un ”me gusta”, se suscribe,  agrega corazones, aplausos o caritas felices o tienen otro tipo de reacción. 

23. Eso sí, considero que funcionan cuando son un acto espontáneo, no inducido. Nunca lo voy a solicitar, pero siempre lo voy a agradecer.

24. Mis publicaciones en redes sociales son para informar que hay algo nuevo.

25. No son, y pretendo que nunca lo sean, para promover directamente interacciones. Únicamente pediré opiniones o comentarios de los lectores cuando el tema realmente lo justifique.

26. No soy, ni pretendo ser, un influenciador.

27. Renuncio a conciencia a utilizar esas herramientas que recomiendan los expertos, el sentido común y los algoritmos para generar tráfico y seguidores.

28. Creo que mis textos deben defenderse solos.

29. Por eso, reitero, solo utilizo las redes para informar sobre la publicación semanal de Amilcaradas. Y si en un futuro se da el caso,  para informar sobre otro tipo de publicaciones.

Yo y un cierre adecuado*

*Concedamos este último momento de arrogancia al autor.

30. Esta declaración de principios, texto guía, proclama o lo que sea no está cerrada. 

31. En cualquier momento puede crecer, cambiar, evolucionar y demás infinitivos.

32. Por ejemplo, cuando se me ocurra un cierre adecuado.

33. Como ese momento no ha llegado, mientras tanto “aquí va una frase espectacular que constituye un cierre adecuado”.

Bogotá, Colombia, 1 de septiembre de 2024