miércoles, 25 de diciembre de 2024

El mundo pregunta, Amilcaradas responde (3)



Como este miércoles cae ni más ni menos que en 25 de diciembre, es momento de reactivar el sistema que inventamos hace un año para no trabajar.

Pero antes,  un saludo atrasado de Navidad a quienes dedican un rato semanal a este traficante de sonrisas. Es mi deseo que alguno de los textos que hemos cometido sirvan para aportar cuando menos una gota de alegría en medio de ese mar de problemas que implica eso que llaman vivir.

Luego de este intermedio pseudo poético-filosófico, retomo las sabias palabras escritas en diciembre del 2023 por el autor de las Amilcaradas. “Su experiencia previa en periodismo le enseñó el truco, un refrito de lo hecho en el año bajo el pomposo nombre de balance”.

De manera que aquí vamos. 

1. ¿Qué es lo peor que le puede pasar a quienes alcanzan la cima?

2. ¿Qué es más complicado que lidiar con un perro bravo?

3. ¿Qué le pasa a los niños angelicales cuando crecen?

4. ¿Es complicado anunciarle a una mujer que está embarazada?

5. ¿Por qué no podemos alejarnos de ese pariente que a veces nos exaspera hasta el desespero?

  • Porque nunca sabemos cuando aquellas manías exasperantes que tiene pueden salvar la patria. 

6. ¿Qué tan importantes son el conocimiento, la formación y los títulos profesionales a la hora de enfrentar problemas domésticos? 

  • Pueden servir para algo, pero nunca serán más importantes que un poco de sentido común.

7. ¿Esas personas que hacen cruces suicidas en congestionadas avenidas, ignorando los puentes peatonales, corren algún riesgo? 

8. ¿Cuál es la función más importante del aparato portátil que revolucionó las comunicaciones?

9. ¿Qué actividad pedagógica de tiempos pasados involucraba usos alternativos de implementos de aseo ?

10. ¿Además de leer las preguntas y respuestas, qué más puedo hacer con este texto?

  • Hacer clic en los textos que están en negrita y cursiva y hasta comentar, lo que hará feliz al personal encargado de las Amilcaradas.

(Continuará)


miércoles, 18 de diciembre de 2024

Turnotraficante

Cuando una empresa rebasa en sus necesidades de funcionamiento la semana laboral o los horarios que puede llenar a punta de horas extra o de confianza y manejo, entra al mundo de los turnos. Aplica también si hay dos personas o más rotándose el mismo servicio en el mismo lugar. Y donde hay turnos, hay mercado. Entiéndese este último como transacciones que realiza el personal de días, tiempos y horarios. Sin tanta carreta, la gente intercambia turnos.

Se permutan días completos, por ejemplo domingos o festivos. Se canjean horarios completos o parciales en fechas específicas. Así, cuando se supone que llega Juan, aparece José y viceversa. En vez de Patricia a primera hora de la mañana, entra María, y en el turno de la tarde ocurre lo mismo, cambiando nombres. Mientras el asunto no tenga incidencia salarial y se garantice el trabajo, los administradores solo piden estar enterados. Incluso en algunos casos se hacen de lado mediante un  “arreglen entre ustedes”.

Pero nunca falta el creativo. A él le dedicamos esta amilcarada. Ese sujeto convoca a su colega con aire conspirativo, le explica que necesita un día X y le pide el favor de que lo cubra. Pero en vez de cambiar un día por otro, plantea alternativas basadas en complejas fórmulas espacio temporales y, hay que decirlo, una que otra viveza en perjuicio de la contraparte. Intentaremos explicarlas de la forma más clara posible. Recordemos: Sujeto es el que necesita el cambio y Colega es quien recibe la propuesta.

1. Sujeto y Colega trabajan en una empresa con dos turnos diarios de lunes a sábado, uno en la mañana y otro en la tarde. También funciona en un único turno domingos y festivos. Sujeto propone que Colega lo reemplace en el turno de un domingo. La devolución del favor queda pendiente para: un posible día festivo que le permita a Colega tomarse un puente cual Bolívar en Boyacá, o un día cualquiera entre semana que Colega requiera, siempre y cuando la empresa no ponga problema en que Sujeto doble turno por un día.

2. Sujeto y Colega trabajan en una empresa con los mismo horarios de la anterior. Lo que Sujeto propone es que Colega lo reemplace en el turno de un domingo (o en cualquier día normal). En contraprestación, Sujeto llegará más temprano o se irá más tarde durante varios días para que Colega trabaje menos tiempo, siempre y cuando la empresa no ponga problema en que Colega doble turno por un día.

3. Sujeto y Colega trabajan en el turno de la tarde. Sujeto necesita salir más temprano por un tiempo y le propone al administrador modificar temporalmente su horario para ingresar antes y así compensar el tiempo. ¿Cómo entra Colega en esta ecuación? Es el tipo del “Por si"… “Y jefe, Por si hay algún problema, ahí está Colega que sabe como funciona todo”.

4. Sujeto y Colega hacen turnos de enfermería de 12 horas. Colega es joven y con escasa vida social. Sujeto tiene sus años, mucha familia y mucha actividad extralaboral. Constantemente negocia con Colega para que este extienda sus turnos 24, 36, 48 horas o más. Depende de la resistencia de Colega y de la tolerancia del jefe, del paciente, de los parientes del paciente o de la institución. La compensación en este caso puede ser directamente económica, o en tiempos distribuidos de acuerdo con los casos anteriores.

5. Sujeto tiene una emergencia y acude a Colega para que le cubra la espalda. Este acepta de inmediato y queda pendiente para después definir los términos de la compensación.

6. Colega tiene una emergencia y acude a Sujeto para que le cubra la espalda. Este declara su voluntad de colaborar pero enseguida enumera detalladamente las múltiples razones por las cuales lo haría con mucho gusto, pero precisamente para ese día y ese caso en particular no se puede porque… eso es muy complicado.

miércoles, 11 de diciembre de 2024

Ella me está mirando

F.A. es maduro tirando a viejo, su cara es más bien normalita tirando a maluca, su físico no tiene nada que ver con gimnasios o ejercicios y su ropa es bastante común tirando a corriente y descachalandrada. 

Aún así, ella siempre lo mira.  F. A. no sabe su nombre. O mejor, sus nombres, como explicaré más adelante. Ella es joven. Milenial. centenial, generación Z o cualquiera de esos apelativos creados para vender productos y sensaciones “exclusivas” a millones de consumidores que coinciden en un rango de edad.

F. A. tiene un nombre que corresponde a sus iniciales. También es Fotógrafo Aficionado. Dos razones para ser F. A. Suele cargar una cámara (no la del celular)  para captar imágenes de situaciones, lugares, eventos, y, sobre todo, de gente en su vida diaria. No busca publicar, generar ingresos o seguidores. 

Lo hace porque le gusta. No pone individuos o grupos a posar. Simplemente, cuando ve algo que le llama la atención enfoca (bueno, la cámara enfoca por él) y dispara. Así ha ido reuniendo una amplia colección de imágenes que muestran seres humanos en diferentes escenarios, ejerciendo eso que llaman vivir.

Vivir no siempre es cuestión de individuos sino de comunidades. Muchas veces las fotos de F.A. son de grupos. Grupos que caminan, grupos que desfilan, grupos que interactúan en algún espacio público, grupos que trabajan, grupos que participan de alguna dinámica —como no— de grupo, grupos que bailan, grupos que cantan, grupos que descansan… Grupos, que, en resumen, están ocupados haciendo algo que amerita fotos. Y, lo más importante, que no asumirán esas poses prefabricadas y artificiales de las selfis.

Pero ella sí.

Ella está en las imágenes de la presentación del conjunto de baile, de los ocupantes del tren en movimiento, de la procesión de Semana Santa, del evento conmemorativo, del desfile de bandas de guerra de la fiesta patria, del público expectante antes del concierto, del público exaltado durante el concierto, de la  multitud anónima caminando por el centro.

Es completamente reconocible, pero solo se hace evidente al ver las fotos en un formato grande. Antes, había que esperar el revelado e impresión. Ahora es cuestión de computador, televisor o tableta. Allí está. En medio de la multitud o del grupo selecto, justo cuando F.A. aprieta el obturador, ella lo mira.

Es una mirada directa. Sus ojos están fijos en F.A. La evidencia gráfica no deja lugar a dudas. No importa si F.A. acciona su cámara cerca o a 50, 100, 200 metros, con uno de esos lentes que le hacen trampa a la distancia. No importa si el grupo es grande, mediano o pequeño. No importa si están de pie, en movimiento, quietos o haciendo alguna acrobacia.

Si tomó una sola imagen, en esa imagen ella lo mira, En cambio, si tomó varias imágenes, en distintos, momentos, lugares o planos… ella también lo mira. Además, independientemente de las circunstancias, ella siempre se ve bien. Es decir que si se trata de alguna actividad física donde el resto del personal evidencia el esfuerzo, ella tendrá rostro sereno, relajado y sin una gota de sudor. Si es un escenario donde todos los demás ponen cara de palo, ella esbozará una enigmática sonrisa. Y si es el momento de suprema emoción de los asistentes al concierto, donde todos saltan y gesticulan con sus ojos fijos en el artista, ella desviará la mirada hacia el fotógrafo y pondrá cara de modelo durante menos de un segundo.

¿Efecto selfi? ¿Instinto? ¿Magnetismo? F.A. no tiene explicación. Pero ella nunca falta. Y lo está mirando.

miércoles, 4 de diciembre de 2024

Sueños de Gordito


Nota de la Redacción. Retomo un texto escrito en 1996. Tiempos donde los celulares solo servían para hablar por teléfono (o de repente ni siquiera existían, no me acuerdo), las cámaras fotográficas eran artefactos completamente autónomos, manipular una foto era posible, pero muy complicado y Maradona era ya una leyenda del fútbol, aunque algunos de sus logros con el balón estuvieron acompañados de un ligero sobrepeso. 

El Gordito es divertido, y hasta simpático. Pero eso no le quita lo Gordito. Por eso siempre hay un límite entre él y los triunfadores. Él se puede vestir igual, hablar igual, actuar igual. No importa. Su karma es ser el Gordito. El casi, pero no. Y eso, a él le duele.

Él tiene nombre aunque eso solo le interese a la Registraduría y a la Administración de Impuestos. Ni siquiera a su esposa, quien prácticamente solo lo llamó Eduardo el día en que se conocieron. De resto, su comunicación siempre giró alrededor de la palabra Gordito con múltiples variaciones. (Gordis, mi Gordo, Dogor, Gordon).

Al Gordito lo invitan a las fiestas, pero si no va, nadie se entera. Al Gordito las chicas siempre le han dicho que no cuando están cansadas, cuando no quieren bailar, o cuando aspiran a algo mejor. Y no sienten remordimiento. Al Gordito le dan la palabra en las reuniones de trabajo, pero aunque todos le oyen, pocos, o ninguno, lo escuchan. Y eso,  a él le duele.

En casa, la Chiqui saluda de beso a su papá. y se ríe cuando le hace cosquillas. Pero si tiene problemas con las tareas, le pregunta a mamá. Y si tiene problemas con la vida, le pregunta a las amigas.

El Gordito vive así su vida. Pero todas las noches, cuando su esposa y la Chiqui ya se durmieron, abre su álbum personal y mira esa foto que simboliza lo más importante que ha hecho en toda su vida.

Fue alguna vez que la Selección Argentina vino a Colombia, y él trabajaba como botones en el hotel donde esta se alojó. También fue una absoluta coincidencia, que justo a él le haya tocado llevarle las maletas a Maradona y que llegando a la habitación se hayan encontrado con un fotógrafo, colado al décimo piso, pese a las estrictas medidas de seguridad.

Pero el tipo alcanzó a disparar su cámara varias veces antes de que lo sacaran a patadas, y en una de esas quedaron, en la misma placa, el Gordito y Maradona.

Cuando él averiguó quien era el fotógrafo fue a pedirle una copia. Viéndola se imaginó, como lo hacía todas las noches, el siguiente cuadro.

Hay un montón de periodistas y gente importante observando las fotos. Están decidiendo que harán con ellas.  Las miran detalladamente preguntando con insistencia.

—¿Y que hacemos para quitar al gordito?

— ¿Pero quién es el gordito?

— Buena foto compañero, lástima el gordito.

Una especie de jefe, que aún no ha visto las fotos, no se aguanta la curiosidad y  pregunta.

— ¿De cuál gordito están hablando?

Todos se quedan en silencio y él fotógrafo responde.

— De ese que está al lado de Eduardo.