Pelea, lo que se dice pelea, es aquella en la que ambos contendientes tienen por lo menos una posibilidad de ganar. Pelea perdida de antemano no es pelea, es muenda. (Paréntesis idiomático: Muenda: Zurra, azotaina, tunda, paliza. Diccionario de Colombianismos). Y en mi vida he librado algunas peleas, pero en otras, ha sido muenda tras muenda.
Cada noviembre, por ejemplo, barren el piso conmigo. No tengo nada personal contra los reinados, y puedo decir - y sentir - muchas cosas agradables frente a las reinas. Pero, ¿es normal que 20 jovencitas paralicen un país? ¿Que sus medidas, gustos, y cirugías se conviertan en lo más trascendental de un país que tiene todos los problemas del mundo? ¿Que opiniones y expresiones públicas de mujeres recién salidas de la adolescencia acaparen la atención de la opinión pública?
En Colombia es normal. El fenómeno soy yo.
Si no puedo ganar una pelea contra mi país, ni pensar en triunfar contra el mundo. Cada cuatro años se supone que mi cerebro debe convertirse en balón. Cada cuatro años, si no hablo de alineaciones, técnicos, marcadores y goleadores soy bicho raro. No importa que no me guste. Es que me tiene que gustar. Vivo en el único país que ha renunciado al ser sede del mundial de fútbol, y se supone que debo obsesionarme por él. Y ni modo de aislarse. Está en todas partes.
Es como la publicidad. Esa sí que nunca pierde. Para que mis hijos no se traumatizaran, traté de razonar con ellos sobre los juguetes que anuncian en la tele. Les expliqué por qué no podía comprárselos. Les dije que ellos no eran mejores o peores personas por tener o no tener ese carro o esa muñeca. Resultado: tengo tres hijos con complejo de inferioridad y llegué a pensar seriamente en vender el televisor....
...vender el televisor. Si hubiera anunciado que iba a quemar la casa, las reacciones no hubieran sido peores. Mi esposa amenazó con divorcio y cortó temporalmente los servicios conyugales. Mis hijos protagonizaron tremenda pataleta (bastante meritoria, teniendo en cuenta que el menor acaba de sacar la cédula) y los posibles compradores, sin excepción, preguntaron: ¿Va a comprar una más grande?
Conclusión. El televisor no se vendió. El Mundial sigue. El Reinado de Cartagena acapara la atención del país y mi hija mayor y su esposo le regalan a los hijos cuanto cachivache anuncian en los medios de comunicación. A veces no alcanza la plata, y entonces yo les doy una mano.
Si no los puedes vencer, únete a ellos.
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