Es necesario ser justos. Así como existe toda una fauna de arrrendadores de habitaciones, los arrendatarios no se quedan atrás. Como estos, por ejemplo.
- El melenudo de arete que pregunta a la propietaria, recién salida de una operación al corazón: ¿Habrá problemas si aquí ensaya mi grupo de rock?
- El amante de los animales que insiste en camuflar una pareja de pastores alemanes en el apartamento del piso 18.
- La pareja despistada que pregunta a la dueña cuanto cobra por la hora.
- El caballero trasnochador que bota 4 juegos de llaves en igual numero de semanas, y pide disculpas luego de timbrar como loco a las tres de la mañana.
- La niña emproblemada que llega llorando todas las noches, especialmente cuando van a cobrarle la renta.
- El especialista en mecánica automotriz que parquea todos los días frente al garaje de la casa las tractomulas que él mismo arregla.
- El altamente colaborador arrendatario que daña, en su orden, la nevera, el equipo, el televisor, la tubería del baño y el piso del patio, bajo la premisa de “con mucho gusto le ayudo, señora".
- El compañero de apartamento que se baña semana por medio, ignora el significado de la palabra lavaplatos, come crispetas sobre la alfombra y derrama todos los líquidos que pasan por sus manos.
- El propietario paranoico que pregunta todos los días después de regresar: "¿Quien cambió de sitio mis porcelanas?”
- El joven que paga un año por adelantado, mantiene la puerta bajo llave, llega después de medianoche y sale de madrugada, y deja como único signo de vida unas sospechosas manchas blancas en la alfombra.
- El glotón que instala una estufa eléctrica de tres puestos en su habitación, y la utiliza para frita chicharrones con la puerta cerrada.
- La chica liberada que recibe la visita de un "primo" distinto todas las noches.
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