lunes, 22 de diciembre de 2008

Amor con fronteras

Lo que en años de juventud rechazamos, criticamos y hasta combatimos... entre el cuarto y el quinto piso empieza a tener sentido. Por ejemplo, las locas historias de amor (tipo telenovela, donde él es taxista y ella ejecutiva; o él hacendado y ella recolectora) comienzan a perder puntos frente a relaciones notoriamente estables, deliciosamente rutinarias y maravillosamente predecibles.
En estas materias la política recomendable se torna excluyente y antidemocrática. El matrimonio debe ser entre iguales o similares. La anterior premisa aplica para estrato social, educación, hábitos, costumbres e intereses.
¿Razones? Van a tener que recorrer juntos un largo camino (toda la vida, en casos extremos) así que es elemental que les irá mejor si arrancan del mismo partidor.
Es bien conocido el hecho de que casarse no es un acto entre dos personas, sino entre dos familias. Quien opta por decir sí ante cura, juez o notario, recibe, por el precio de un esposo o esposa, cuñados, cuñadas, suegros y suegras con su respectiva parentela.
Tener que soportárselos ya da puntos para la beatificación. Pero si a eso se le agrega que sus costumbres sean radicalmente diferentes, entonces la candidatura es a martir.
El habitual consumidor de marrano en sus formas más básicas (léase longaniza, lechona, y huesos los jueves) se ve arrastrado en fechas especiales a elegantes convites organizados por la suegra, donde el plato “fuerte” es algo impronunciable que ocupa un 10 por ciento de la superficie del plato y se ve como paisaje.
La joven acostumbrada a fines de semana en centros comerciales con sus amigas, se convierte en porrista sabatina del equipo de barrigones donde su marido siempre está chupando banca. Además, aunque las palabras ganar y partido nunca coinciden para estos deportistas, pasará las tardes “celebrando” con cerveza a pico de botella sentada en un bulto de papa, o en una canasta boca arriba.
La invisible incompatibilidad del noviazgo que se evidencia en el matrimonio no es solo social. Ella quiere terminar su maestría y seguir con su doctorado; él, con obtener un buen trabajo ya se declara satisfecho. Él considera la máxima prioridad incluir carro en el patrimonio familiar; ella no ve problema en seguir en la lista de usuarios de transporte público toda la vida. Él tiene una gigantesca videoteca de películas piratas; ella es una defensora a ultranza del concepto de propiedad intelectual. Él abre los ojos y se levanta antes del amanecer; ella conoce el concepto de amanecer porque lo ha leído en los libros. Ella pasaba vacaciones donde su tía en Madrid, con compras en el Corte Inglés; el tomó una vez un curso de inglés en Madrid, Cundinamarca. Él ama los animales y no le importa compartir apartamento con un rothweiler; ella mandó quitar Animal Planet de su sistema de cable.
Una vez es exótico. Dos es soportable. De tres en adelante es fuente inagotable de conflictos. Por eso, cuando finalmente se llega hasta el trámite legal de la separación de cuerpos, resuena en la mente de los separantes la frase premonitoria de papá o mama.
“Mijo (o mija), piénselo; esa niña (o ese señor) no le conviene”.
Malditas telenovelas.

1 comentario:

  1. curiosamente ayer estaba hablando al respecto de tan encantador tema...jajajajaja

    ResponderEliminar