sábado, 10 de diciembre de 2011

El mejor ejemplo para no seguir

En algún momento de la historia, todos creían en el futuro de Su Tío. Pero algo pasó. Tomó una decisión errónea, se bajo la bragueta en el lugar equivocado o antes de tiempo, no desarrolló adecuadamente su potencial, se dejó llevar por malas influencias, aplazó hasta que el tiempo se le terminó. En fin. Opciones es lo que hubo. Lo cierto es que Su Tío dejó de ser la esperanza de la familia, pero pasó a ocupar un cargo igual o incluso más importante: el punto de referencia negativo.

Si no fuera por él, padres, madres, otros tíos, abuelos y demás figuras de autoridad carecerían de la expresión fundamental para terminar alegatos pedagógicos. Si él no existiera, no habría como señalar el ejemplo de lo que puede ser un futuro cuando no se atienden los consejos de los mayores. Para simplificar, su presencia posibilita que una sesión de cantaleta termine con la frase lapidaria. ¿O es que quiere terminar como Su Tío?

(Aclaración necesaria. Su Tío no es la Oveja Negra del clan. La Oveja negra es una desgracia por lo que hizo, pero se le reconoce que por lo menos hizo algo. En el caso de Su Tío...sigamos con el cuento)

Claro, la mención admite variantes de modo, lugar o circunstancia. Veamos. Está el efecto demostración. El interpelado está a punto de tomar una decisión que a él le parece razonable –cambiar de carrera, no estudiar, rechazar una buena oportunidad laboral-. Agotados todos los argumentos del interpelador viene una historia familiar. Los detalles varían, lo que nunca cambia es el principio y el final. Principio: “¿No ve lo que le pasó a Su Tío?” (ESPACIO LIBRE PARA DETALLES) Final: “¡No ve lo que le pasó a Su Tío!”

Aunque es un genérico, Su Tío tiene diferencias específicas. En materia de estado civil puede ser soltero –tirando a solterón fracasado- o casado –mantenido por su mujer o compartiendo con ella una pobreza de proporciones franciscanas. Separado,-a las malas- a punto de separarse -a las peores- o en unión libre, combinando todas las anteriores.

Cuando el estado civil implica pareja se da un fenómeno de extrapolación. Básicamente el rol de Su Tío de extiende a la prevención de decisiones equívocas de parejas. En ese caso, deja de ser Su Tío y se convierte en el Tipo Ese. Entonces se vuelve el objeto indirecto de esta modalidad expresiva: ¿Usted quiere terminar como (espacio libre para incluir la usuaria) amarrada al Tipo Ese toda la vida?

En el mundo laboral también tiene su espacio. El apelativo pasa del parentesco al apellido, normalmente en diminutivo. Para efectos ilustrativos, combinaremos las nominaciones y hablaremos de Sutíito. Como es tan difícil de pronunciar simplificamos: Suti. Si Suti tiene trabajo, es mal pago, muy por debajo de su calificación y experiencia y en condiciones que oscilan entre incómodas e indignas. A sus espaldas, en alguna conversación entre un inconforme laboral de esos que siempre aspiran a más y otra relativamente satisfecho la sentencia está planillada de antemano “Ah no, es que yo no voy a terminar como Don Suti.”

Pero volvamos al círculo familiar. El joven quiere optar una actividad laboral de esas que ofrecen satisfacciones morales, pero pocos ingresos. Sus opciones se mueven entre Filososfía y Letras, Bellas Artes, Antropología y Sociología. Ahí está el ejemplo: Su Tío, que a una edad por encima de las cuatro décadas, en el mejor de los casos no tiene nada, y en el peor sí tiene unas cuantas… deudas. Eso sí, ha estudiado mucho. “¡Y para qué le ha servido? Piénselo mijo, piénselo”.

El joven recién ingresado a la adolescencia está descubriendo demasiado rápido los placeres del mundo, el demonio la carne y el licor. Tiempo de evocaciones históricas: “Así era Su Tío, y mírelo ahora... ¿vale la pena?”

La cosa no siempre tiene que ser tan materialista. Su Tío puede tener toda la plata del mundo, pero una enfermedad previsible (“el era como usted, fumaba y fumaba y nunca hizo caso”), soledad crónica (“cuando tenía a la mujer de su vida prefirió seguir siendo un mujeriego como usted”), o una vocación frustrada (“usted no se imagina lo bueno que era Su Tío en esto”), suelen ser argumentos recurrentes.

Y a todas estas… Su Tío ¿que piensa?, ¿qué dice?, ¿qué hace? Intuye su condición, pero opta por un silencio cómplice. Sigue adelante con lo que hace, -o no hace-. Su razón de ser es mantener el statu-quo. Su círculo social y familiar nunca lo perderá de vista. Vivir lo que no deben vivir las generaciones posteriores lo ha elevado a un nivel casi mítico. Nadie quiere ser como él, pero todos siguen sus pasos.

Y lo mejor de todo va a ser el día en que finalmente se vaya, con todo su pasado glorioso y su presente gris a la que en su caso, pase los que pase, si debe ser mejor vida.

Solo será cuestión de tiempo para que alguien pronuncie la frase lapidaria.

“¡Cómo hace de falta Su Tío!

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