No ha acabado de salir el Sol y Yépez ya va por la tercera emputada del día. La primera fue contra el despertador, la segunda contra esa cucaracha madrugadora que siempre se le escapa a su pantufla y la tercera contra el protagonista de alguna noticia radiodifundida. La señora Yepez, 32 años después de haber dicho el sí ante autoridad eclesiástica y civil, tiene oído selectivo para los berrinches conyugales. Así que ignora las rabietas lo que genera, como no, más rabietas.
El transporte entre casa y oficina aumenta en cinco la cosecha de berrinches, distribuidos entre semáforos inoportunos, conductores atarvanes, peatones imprudentes, vendedores atravesados y un Volkswagen fucsia. Al llegar al sitio de trabajo va tan envenenado que si escupe atraviesa la pared, y si se muerde la lengua mínimo se intoxica.
Y como todos los días, pasa por recepción sin saludar y se dirige al ascensor hasta el quinto piso. Mientras recorre el corredor donde cada colega vegeta en medio de la productividad, pasando por abogado, economista, contador e ingeniero, se encuentra con el cubículo de Auxiliar 1.
Auxiliar 1 está feliz. Siempre lo está. Yépez nunca ha podido entender de qué o por qué, pero ella parece vivir en un comercial de peluches. Sin excepción, cada vez que se cruzan intercambian las siguientes expresiones:
Auxiliar 1. ¿Como está doctor Yepez?
Yepez: Hmmmf.
Auxiliar 1. Yo estoy muy, pero muy bien.
Yepez : Ajá.
Así ha sido desde el día en que Auxiliar 1 llegó con su cara de ponqué a cumplir las funciones estipuladas en el Manual 8, Aparté 7, numerales del 6 al 29, versión actualizada.
Yépez se encierra en su cubículo, saca el portátil, abre la lista de pendientes, se emputa por lo que no alcanzó a hacer el día anterior y por lo que no alcanzará a hacer en este y empieza su jornada laboral, olvidándose de Auxiliar 1, de las cucaracha esquivas, de los conductores atarvanes, del volkswagen rosado (¿o era fucsia?) y de todo lo que no signifique sumarle puntos a los indicadores del mes.
Tres pisos más arriba, Gran Gerente mira el informe mensual y agradece tener a un tipo como Yépez pendiente de los asuntos correspondientes al Manual 2, apartes 8 y 9. Nadie es indispensable, dicen los cánones laborales, pero unos cuantos son necesarios. Y Yépez es de esos…
Cuando ha pasado un tiempo largo pero no tanto, el mismo Gran Gerente revisa preocupado el desempeño del Manual 2, Apartes 8 y 9. No es que sea malo, pero es que antes era sobresaliente. Tres pisos más abajo, el encargado, fiel a sus hábitos, ya va por los octava rabieta del día. Atraviesa el corredor hasta llegar su oficina, pero nuevamente tiene problemas para encarrilar la jornada diaria. Si se trata de indicadores, todos están por encima de las metas. Sin embargo, de un tiempo para acá algo pasa. Así que además de molestarse, -está bien, emputarse- por su caída en productividad, llega el momento para hacer un análisis causa raíz con el fin de aplicar las acciones correctivas pertinentes.
La vida personal no ha tenido cambios significativos, lo que descarta las motivaciones hogareñas. Las condiciones laborales tampoco. Es más, mejoraron. El espacio físico disponible se incrementó un poco debido a la eliminación del cargo de Auxiliar 1. Cuando ella renunció los expertos en eficiencia aprovecharon la coyuntura para eliminar algunas funciones y redistribuir entre personal ya contratado otras de las estipuladas en el Manual 8, Aparté 7, numerales del 6 al 29. Al fin y al cabo, no se trataba de nada que incidiera de manera directa en el core del negocio.
Yépez sigue evaluando su rendimiento a través de la metodología de los por qué. ¿Por qué bajaron mis indicadores? Porque bajó mi productividad. ¿Por qué bajo mi productividad? Por qué me está costando más trabajo iniciar la jornada diaria. ¿Por qué me está costando más trabajo? Porque vengo molesto y eso me impide concentrarme en el trabajo.
Punto muerto. La enfurecida diaria es para Yépez lo que el desayuno para el resto de los mortales. Un ritual. El problema no puede ser ese. Momento de tratar de fijar un límite temporal. Mano al gráfico. A ver la tendencia descendente comienza claramente en la fecha X ¿Que pasó en la fecha X?
Tarda un momento pero lo entiende. Va a emputarse, pero no puede. De hecho sonríe. Sonríe porque se da cuenta que nadie es indispensable, pero unos cuantos son necesarios. Sonríe porque ni el Gran gerente, ni la subgerencia de recursos humanos, ni el asesor externo en reingeniería empresarial, ni el coordinador de las actividades agrupadas en el Manual 8, ni siquiera él mismo de manera consciente sabía que lo mejor de ese trabajo era el díálogo diario con Auxiliar 1. Esas pocas palabras activaban un estímulo laboral poco convencional. Le recordaban que él no fue siempre un cascarrabias, y que tampoco tenía la obligación de seguirlo siendo.
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