martes, 12 de julio de 2016

Homework (2)


Veíamos la vez pasada dilemas derivados de trabajar en un sitio diseñado para vivir –léase casa– vigentes a finales de los 90. Pero eran otros tiempos. El mundo ha cambiado. El teletrabajo es la opción ideal para…

…conductores, pilotos y bicitaxistas. En tiempos de drones, ¿qué necesidad se tiene de que los encargados de movilizar los vehículos vayan a sus oficinas? Digo, en este caso, a su vehículo. 

Se trata de cambiar una mentalidad. La del pasajero, por supuesto. Ellos deben entender que no hay ningún problema en que su medio de transporte esté controlado por un tipo en piyama, sin afeitarse y con múltiples distractores potenciales. Que mientras despega –si es un avión– puede sentirse preocupado –el tipo- por el llanto de su hijo recién nacido. Habría que ver como se soluciona el dilema. En caso de accidente deberán asumir las consecuencias. Él desde su casa. Los pasajeros en medio de las ruinas del accidente.

Hablamos de los sobrevivientes, por supuesto. Los que serán auxiliados por máquinas controladas a distancia por bomberos y demás organismos de socorro, en turno, desde sus hogares. Los que subirán a las ambulancias automatizadas ayudados por brazos mecánicos manejados a distancia por esos paramédicos que estaban lavando los platos al registrarse la emergencia. Los que serán trasladados al centro de salud más cercano. Allí el vigilante abrirá la puerta con el control remoto que tiene en su mesa de noche, verificará con cámaras la gravedad de los pacientes, y les pedirá por citófono el carnet de la EPS antes de darles acceso.

Entonces el personal de salud comenzará su trabajo. La enfermera jefe coordinará el triage desde la cocina, la cocina de su casa, mientras prepara la comida. Los médicos revisarán a los heridos con las cámaras, e iniciarán los procedimientos necesarios a través de… Oigan, ¿no sería más fácil si toda esa gente estuviera en su lugar de trabajo y no en otra parte?

Acepto. Escogí el ejemplo más dramático. Veamos otros. El cocinero que recibirá por mensajería instantánea la orden recogida (telefónicamente) por el mesero y preparará en su casa la comida para enviarla vía dron a la mesa respectiva. El electricista, maestro de obra, plomero, y demás especialistas en reparaciones domiciliarias que sin salir de su propio domicilio diagnosticarán, repararán y cobrarán -de acuerdo con el marra...digo, cliente-daños en otros domicilios. 

El jardinero que no estará en el jardín. El peluquero a kilómetros de la cabellera de turno. La  manicurista que arreglará uñas ubicadas en otro barrio. El sastre que tomará medidas a distancia. El periodista que informará desde el lugar de los hechos sin estar en el lugar de  los hechos. El ingeniero que inspeccionará personalmente la obra sin ir a la obra. El odontólogo que… no tengo idea como lo haría un odontólogo.

Los textos que hablan sobre el tema coinciden en señalar como el malo de la película al jefe de turno. Al empresario. Al dueño. Al duro que insiste tercamente en tener a su subalterno ocho horas en una oficina –o en un avión, o en un hospital, o en una obra, o en una ventanilla de atención al público– en vez de darle la oportunidad de trabajar desde su hogar, de ser el dueño de su tiempo, de producir por objetivos y –aunque esto normalmente no lo dicen– de ahorrarle a la empresa un gasto significativo en servicios públicos como energía, agua y similares, que se trasladan a la casa del trabajador.

¿O será otro embeleco de esos donde exageran la dimensión de una tecnología válida para casos específicos, presentándola como un futuro inexorable de aplicación universal? 

Cómo se le ocurre. En vez de cuestionar al futuro, mejor váyase para su casa. 

Claro, si su jefe lo deja.


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