La revisión 7 del día había sido en un apartamento grande, antiguo, en pleno centro. Habían detectado una reducción inusual en el consumo del agua y el inspector de turno debía descartar posibles fraudes.
- “Buenas tarde señor, vengo del...”
- Sí, yo sé lo que usted vino a hacer. Así que anote para que entienda. Comenzó con el vago de mi cuñado. Ese sinvergüenza nunca ha trabajado y la vieja con la que vivía se aburrió de mantenerlo hace como cuatro meses y lo echó así que a dónde cree que vino… Le pregunto a usted, ¿a dónde cree que vino?
- Pues...
- Pues donde el bobo de Augusto, aquí presente, el marido de su hermana Catalina. Y quien le dice que no a esa mujer. Se vino para acá. Uno hasta se aguanta eso, pero el tipo todo el día en pantaloneta pegado al televisor... Eso era insoportable. Y como a la semana se quebró el primo. ¿Sabe quién es el primo?
- El hijo de su… ¿tío?
- No hombre, del tío de mi mujer, de Catalina. Ese sí es juicioso pero bruto pa’ los negocios. Y tan mal le fue que le tocó vender la casa. Así que como aquí hay espacio pues cómo no se le da alojamiento por unos días que se volvieron meses. Y con señora y dos hijos. Ya vamos cinco. Y justo a la Chiqui le da por reaparecer.
- Señor pero…
- No me interrumpa. Hace un par de años a la Chiqui le dio el berrinche de independencia y se largó. Y un día suena el timbre y está ahí, con par maletas y cara de yo no fui. Para mí que no fue ningún ataque de mamitis sino física hambre. La calle es dura, ¿cierto? Cómo le digo que no. ¿Usted le diría que no a su hija?
- Yo no tengo hi...
- Y justo en esos días se cae la suegra. Sin ser grave quedó con la pierna chueca y sin poder caminar. Y quién le dice que no si no tiene más familia en esta ciudad y aquí lo que hay es gente pa’ que la cuide. Estos apartamentos son grandes, pero tocó hacer milagros con los tres cuartos y la sala. La suegra quejándose, los dos chinos corriendo y gritando, el inútil ese sin hacer nada, y la Chiqui cambiando de genio todos los días.
- Entiendo señor, pero sobre el consumo...
- Qué, ¿usted cree que esa gente no se baña?, ¿no usa el sanitario?, ¿no empuerca ropa?, ¿no ensucia loza? Y eso sin contar las necesidades de la enferma. Pero vamos a lo que le importa. Yo quería ver ese partido y el cuñado pegado a una de sus series así que le pongo el tatequieto y se las viene a dar de digno. Entonces me voy ¡Pues váyase! Y ahí fue. Que como va a echar al niño, dice la suegra. Cual niño si tiene como 40 años. Que no le hable así a mi mama. ¡Pero esta es mi casa! Augusto, yo le agradezco mucho pero ella es mi tía y además los niños no tienen porque ver esta pelea. Y arranca a llorar mi mujer, y la Chiqui se solidariza. Entonces la suegra se levanta – sí podía la vieja –. Yo no tengo porque aguantar esto, yerno. Me voy para mi casa con mijo. Pero mijo no es pendejo y dice que quien la va cuidar -como si él no pudiera- y ahí mismo se ofrecen el tío y la señora. Pero quien nos ayuda con los niños, y ahí brinca mi mujer, y la Chiqui dice que no deja sola a su mamá. Y en dos días el gentío se larga y me dejan solo. Y así estoy desde hace mes y medio. ¿Anotó todo joven?
...El inspector de turno le contesta al supervisor. - No señor, un caso ”rutinario” de disminución de personas.
Muy divertido Jaime. Gracias por divertirme y hacerme reír un rato. Sofia serrano.
ResponderEliminarEsa es la idea Sofía, Bienvenida.
EliminarMuy bueno yces ls pues verdad
ResponderEliminarGracias
EliminarMuy gracioso 😄
ResponderEliminarGracioso viene de gracia así que gracias
ResponderEliminar