miércoles, 16 de agosto de 2023

Interlocutores varios


Luego de la separación amistosa, Rodríguez despachó lo de la propiedad conyugal mediante un abono en efectivo a su ex. Él se quedó con el apartamento, ella cambió de país. Eso fue hace un par de años. El caballero,  poco a poco, ha reiniciado sus incursiones por los terrenos de la búsqueda de pareja.

Entre los prospectos está la vecina del piso inferior, a quien vio un par de veces y siempre le llamó la atención. Esperó unos días en busca de la oportunidad adecuada, la cual vino de un antiguo problema de humedad. Un recuerdo en forma de mancha “decoraba” el techo de los parqueaderos aledaños de Rodríguez y su vecina. Era un problema estético menor cuya reparación no implicaba mayor gasto. Se trataba de conseguir un maestro y comprar los materiales con el fin de que el experto procediera a limpiar, resanar y pintar. Y con esa propuesta como disculpa, Rodríguez se dirigió al apartamento de abajo.

La atención fue rápida, pero con una variante inesperada. En vez de la vecina apareció un caballero, afrodescendiente él, de enorme estatura y cara de pocos amigos. No, la vecina no estaba y no sabía a qué horas regresaría, pero él también vivía ahí, así que si le podía colaborar en algo... Como era evidente que la segunda intención ya no tenía vigencia, Rodríguez aprovechó y planteó la opción de conseguir un maestro y comprar los materiales con el fin de que el experto procediera a limpiar, resanar y pintar. 

El vecino dijo que le parecía buena idea, pero que él realmente no era dueño del apartamento así que lo mejor era esperar a “mi mujer” y apenas tuviera alguna respuesta se lo haría saber. Apretón de manos, agradecimiento mutuo y el tema quedó enneverado por algunas semanas.

Un negocio le dejó plata libre a Rodríguez, quien consideró una buena inversión solucionar los problemas del techo del garaje. Nuevamente se dirigió al apartamento de abajo, donde un gringo, mono, ojiazul y bastante simpático, se declaró ignorante del asunto. Así que Rodríguez planteó la opción de conseguir un maestro y comprar los materiales con el fin de que el experto procediera a limpiar, resanar y pintar. El gringo respondió que eso dependía de my darling, y que él le informaría. Un nice tu meet you vecinouu  y hablaremous prountou cerraron ese capítulo, que tampoco llegó a nada.

Lo que sí llegó fue la asamblea de propietarios, donde la Junta hizo una propuesta para ahorrarse la pintura total del garaje. Como solo había deterioros menores, el edificio correría con el 50 % de los costos si los propietarios asumían la reparación. Rodríguez consideró que era una buena oportunidad así que pasó por el departamento de abajo apenas terminó la reunión. El militar que lo atendió no sabía de la mancha, pero fue rápidamente ilustrado acerca de la opción de conseguir un maestro y comprar los materiales con el fin de que el experto procediera a limpiar, resanar y pintar, con el ahorro derivado del aporte comunitario. El interlocutor tomó atenta nota y se comprometió a consultar el tema con su pareja.

Desde la primera propuesta hasta la fecha habían pasado 6 meses. En los siguientes seis, Rodríguez tuvo oportunidad de explicarle a un cocinero profesional (deducción derivada del exquisito olor a comida); a un sudoroso deportista cuyo entrenamiento acababa de finalizar; y a un caballero vestido de médico con pinta de turno recién entregado la opción de conseguir un maestro y comprar los materiales con el fin de que el experto procediera a limpiar, resanar y pintar. Fue mucho más fácil con el aficionado a la mecánica que encontró cacharreando un carro en el garaje,  porque le mostró la mancha en vivo y en directo. Él, al igual que los demás, anunció que conversaría con mi “amor”, “vieja”, “señora” , “compañera”.

A estas alturas, Rodríguez no ha podido entender por qué la vecina jamás está en casa.

Aunque le reconoce su recursividad para garantizar la vigilancia permanente del inmueble.

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