miércoles, 8 de agosto de 2012

Amor de hombre y cosas de mujeres


Eso es amor carajo. Ese tipo, en ese preciso momento preferiría estar en cualquier otra parte.  Viendo un partido de futbol. Tomando cerveza con los amigos. Visitando a la mamá. Estudiando. Trabajando. Haciendo fila en el banco.  Pero no. Está al lado de un combo de mujeres con pasiones descontroladas. Pasiones que no son para él. Son para el de la tarima.

Paréntesis explicativo. Eso de que la música es lenguaje universal es carreta. No hay música para todos los públicos. Hay música para mechudos metaleros, para rumberos clásicos, para despechados profesionales, para adolescentes, para rebeldes retirados, y, lo más importante en esta historia, para hombres y para mujeres.

No para los dos al tiempo. Para cada uno por aparte. Por el aspecto físico del artista, por el contenido de sus letras, por los ritmos que maneja o por algún inexplicable componente atávico genético es claro que ese man hace música de viejas. Y eso para el género masculino es un problema.

Porque, segundo paréntesis, cuando una mujer hace cosas de hombres es una pionera, pero cuando un hombre hace cosas de mujeres siente que su testosterona se reduce peligrosamente. Es algo así como ciertas dolencias que le llegan puntualmente a las damas, una vez al mes. Cosas de mujeres..

Claro, existen niveles: una canción suelta en la radio, la presencia ocasional en el repertorio de un bar, incluso un tarareo inconsciente están el límite de lo tolerable. Comprar su música ya es incómodo. Almacenarla genera sospechas. ¿Ir a conciertos? ¡Intolerable!

¿Entonces qué hace ahí? ¿Por qué madrugó días atrás para obtener una buena boleta? ¿Por qué participó con curioso entusiasmo en los preparativos? ¿Por qué aceleró su jornada diaria para evitar congestiones?  Por qué expresó tímido entusiasmo (pero entusiasmo) ante la entrada del baladista, tarareó algunas canciones y puso cara de ponqué cuando le preguntaron… ¿Te gusta, amor?

Por eso, porque una de las mujeres de pasiones desenfrenadas, de esas que lanzan chillidos espeluznantes cada 30 segundos, que repiten a grito herido los coros, de esas que se pegaron la chillada del siglo con la canción X y llegaron a un éxtasis no apto para menores con la canción Z, de esas que han intentado –con el consiguiente paso a alerta roja de los equipos de seguridad –tomarse por asalto la tarima en diversas ocasiones… es su novia.

Ojo. Novia.  Proyecto por asegurar, propuesta en fase de evaluación, relación en periodo de prueba constante. No es un interés ocasional, no es un programa esporádico. Es la firme candidata a parir los hijos del sujeto. Tampoco es material relativamente asegurado –léase esposa u compañera permanente–  Por eso hay que estar ahí.

Por eso él no está zampandose unas cuantas cervezas frente a un canal deportivo. No se está dando patadas con amigos y desconocidos en la cancha sintética de fútbol 6. No está viendo una película de superhéroes o de guerra. No está consumiendo alguna comida callejera. No está ejerciendo de mecánico semiprofesional. No está jugando con algún aparato de última tecnología. No.

El está en el concierto de ese man, evento que tres meses antes desconocía y poco le importaba hasta cuando la susodicha vio la información en alguna parte, puso la cara que sabemos y tras lanzar un gritico de sorpresa y alegría preguntó con sospechosa inocencia

¡Mira, va a venir XXXX (el man) ? ¿Vamos?

Ese tipo dijo que sí. Y ahí está.

Eso es amor, carajo.

viernes, 20 de julio de 2012

Agudización y distorsión sensorial derivados del efecto traga maluca (r)


(Resumen ejecutivo)

A1 tiene una traga maluca, ve lo invisible, pero también ve lo que quiere ver.

L2 (ella) y A1 (él) coinciden en su espacio laboral y aunque pertenecen a diferentes áreas y oficinas sus asignaciones se cruzan de vez en cuando.

A continuación, analizaremos algunas situaciones específicas a través de tres perspectivas. Lo que ocurre, la forma como A1 lo interpreta y la forma como lo ve un testigo imparcial al que llamaremos T3.

1.      L2 se aparta el pelo de la cara en un movimiento juguetón. A1 ve una señal inconsciente de coquetería. T3 ve una mechuda que debió sujetarse el cabello en vez de dejarlo suelto.
2.      L2 no saluda. A1 considera que está tratando de hacerse notar. T3 nota que en la empresa no todos saludan a todo el mundo todos los días.
3.      L2 contacta a A1 para hacerle una solicitud de tipo laboral. A1 considera que es una disculpa para hablar con él. T3 sabe que cualquier labor demanda, a veces, apoyo interdisciplinario.
4.      L2 felicita a A1 en su cumpleaños. A1 siente que es un detalle especial. T3 y 40 más también lo felicitaron.
5.      L2 canta una canción mientras espera en el teléfono que A1 le confirme un dato. A1 busca mensajes ocultos en la letra. T3 oye una voz destemplada quemando tiempo.
6.      L2 conversa momentáneamente con A1 en el ascensor. A1 siente un momento compartido. T3 anota que ambos tienen el mismo horario, luego llegan y salen a una hora similar y uno trabaja en el piso 15 y otro en el 16.
7.      L2 sonríe a veces. A1 también sonríe. T3 sonríe, B sonríe, C sonríe y así sucesivamente hasta la Z.
8.      L2 agradece mediante correo o llamada un dulce que A1 le dejó en el escritorio. A1, ilusionado,  prepara el siguiente paso. T3 observa reacciones análogas de agradecimiento por parte de L2 con el mensajero que dejó los recibos de los servicios pagados, la bibliotecaria que le dejó el informe pendiente y la colega que le prestó unos pañuelos desechables.
9.      L2 rompe su rutina y se viste y maquilla de un modo diferente. A1 considera que es para él. T3 también está invitado a la fiesta.
10.  L2 ignora un correo enviado por A1. A1 ve el comportamiento típico de renuencia intencional. T3 se agarra la cabeza y murmura frases ininteligibles. 
11.  L2 parpadea. A1 ve coquetería. T3 ve lagañas.
12.  L2 pasa la lengua por sus labios durante el almuerzo. A1 siente insinuaciones. T3 le alcanza a L2 una servilleta.
13.  L2 suelta alguna confidencia en una conversación rutinaria con A1. A1 la considera un tratamiento especial. T3, que también le ha soltado confidencias sabe que A1 es un tipo que inspira confianza.
14.  L2 saluda primero a A1 al ingresar a una reunión. A1 nota la deferencia. T3 nota que A1 era el único conocido o el de la primera silla.
15.  L2 se sienta al lado de A1 en una reunión. A1 ve alguien buscando cercanía. T3 ve que todas las demás sillas están ocupadas.

Conclusiones 
(Extracto)

A1 está jodido
(Si quiere leer el artículo completo, haga clic aquí) 

...

Agudización y distorsión sensorial derivados del efecto traga maluca


Abstract
El ser humano tiene comportamientos que pasan desapercibidos, incluso para quien los protagoniza, al ser parte de la rutina diaria. Solo cuando existe un interés especifico, profesional o personal, dichos comportamientos se hacen evidentes de parte del interesado.

El estudio de caso detallado a continuación muestra como un interés nacido de la dimensión erótico-afectiva genera efectos contrapuestos le permite al interesado (al que llamaremos A1) captar comportamientos invisibles en el objeto (a la que llamaremos L2). La contradicción se evidencia en que muchos de esos comportamientos son interpretados por A1 de acuerdo con sus expectativas, y no a partir de sus causas objetivas.

Antecedentes
A1 es un sujeto (sexo masculino) de mediana edad entrando en la madurez (44 años)  con bien ganada reputación de renuencia a las relaciones estables de pareja(1). L2 (sexo femenino) es de edad indeterminada(2).

L2 y A1 coinciden en su espacio laboral y aunque pertenecen a diferentes áreas y oficinas sus asignaciones se cruzan de vez en cuando. Entre los dos se desarrolla una relación cordial(3).

A1 es un sujeto con visión global de lo que ocurre a su alrededor y poco dado a fijarse en los detalles(4). Dicha condición continúa siendo válida para la generalidad de su comportamiento. Sin embargo, un día(5) tuvo una visión de L2 que cambió su perspectiva frente a ella. Dejó de considerarla una compañera más, para dar especial énfasis a su condición y atributos femeninos.

Fase 1. Agudización sensorial progresiva

A1 partir del momento arriba señalado,  de manera inconsciente pero constante y progresiva A1 ha comenzado a notar el detalle de los comportamientos rutinarios de L2.

Sabe como saluda, como se viste, como habla, como camina. Tiene caracterizadas sus actitudes en los espacios que ambos comparten(6). Almacena sistemáticamente en su memoria cualquier comentario suelto  o contextualizado alusivo a gustos, desagrados, anécdotas, relaciones, expectativas y aspiraciones.

Percibe las más leves variaciones en la inflexión de voz, los movimientos, el aspecto personal, el temperamento, los hábitos y, sobre todo, en cualquier acción que de manera  directa o indirecta implique algún tipo de contacto(7) entre los dos.

Fase dos: distorsión

Existe una relación proporcional directa entre ciertas acciones de A1 y el incremento de su agudización sensorial. El sujeto ha intentado acercamientos y ofrendas(8) cuyo resultado no ha sido el esperado, aunque tampoco podrían calificarse como rechazos(9). Esta situación señala la segunda fase del proceso, la reinterpretación acomodaticia de los comportamientos rutinarios de L2.

Producto de lecturas pasadas, experiencia, comentarios de conversaciones ya olvidadas, o información emitida a través de medios masivos A1 conoce(10) una serie de mensajes no verbales que indican interés erótico-afectivo de parte de las personas, en este caso, de parte de L2 para A1.

A continuación, describiremos algunas situaciones específicas a través de tres perspectivas. Lo que ocurre, la forma como A1 lo interpreta y la forma como lo ve un testigo imparcial al que llamaremos T3.

1.   L2 se aparta el pelo de la cara en un movimiento juguetón. A1 ve una señal inconsciente de coquetería. T3 ve una mechuda que debió sujetarse el cabello en vez de dejarlo suelto.
2.    L2 no saluda. A1 considera que está tratando de hacerse notar. T3 nota que en la empresa no todos saludan a todo el mundo todos los días.
3.    L2 contacta a A1 para hacerle una solicitud de tipo laboral. A1 considera que es una disculpa para hablar con él. T3 sabe que cualquier labor demanda a veces, apoyo interdisciplinario.
4.      L2 felicita a A1 en su cumpleaños. A1 siente que es un detalle especial. T3 y 40 más también lo felicitaron.
5.   L2 canta una canción mientras espera en el teléfono que A1 le confirme un dato. A1 busca mensajes ocultos en la letra. T3 oye una voz destemplada quemando tiempo.
6.    L2 conversa momentáneamente con A1 en el ascensor. A1 siente un momento compartido. T3 anota que ambos tienen el mismo horario, luego llegan y salen a una hora similar y uno trabaja en el piso 15 y otro en el 16.
7.     L2 sonríe a veces. A1 también sonríe. T3 sonríe, B sonríe, C sonríe y así sucesivamente hasta la Z.
8.      L2 agradece mediante correo o llamada un dulce que A1 le dejó en el escritorio. A1, ilusionado,  prepara el siguiente paso. T3 observa reacciones análogas de agradecimiento por parte de L2 con el mensajero que dejó los recibos de los servicios pagados, la bibliotecaria que le dejó el informe pendiente y la colega que le prestó unos pañuelos desechables.
9.     L2 rompe su rutina y se viste y maquilla de un modo diferente. A1 considera que es para él. T3 también está invitado a la fiesta.
10.L2 ignora un correo enviado por A1. A1 ve el comportamiento típico de renuencia intencional(11). T3 se agarra la cabeza y murmura frases ininteligibles(12). 
11.  L2 parpadea. A1 ve coquetería. T3 ve lagañas.
12.  L2 pasa la lengua por sus labios durante el almuerzo. A1 siente insinuaciones. T3 le alcanza a L2 una servilleta.
13. L2 suelta alguna confidencia en una conversación rutinaria con A1. A1 la considera un tratamiento especial. T3, que también le ha soltado confidencias sabe que A1 es un tipo que inspira confianza.
14.  L2 saluda primero a A1 al ingresar a una reunión. A1 nota la deferencia. T3 nota que A1 era el único conocido o el de la primera silla.
15.  L2 se sienta al lado de A1 en una reunión. A1 ve alguien buscando cercanía. T3 ve que todas las demás sillas están ocupadas.

Conclusiones
Los hechos descrito permiten catalogar 17 comportamiento calificables como rutinarios de parte de A1 que muy probablemente ni ella misma note, y/o que son rápidamente olvidados en suS círculos laboral y familiar pero que son sistemáticamente notados, memorizados y catalogados por A1.

También especifica 15 situaciones igualmente rutinarias interpretadas por A1 de acuerdo con sus intereses subjetivos, ignorando la realidad objetiva que si nota T3.

A1 tiene una traga maluca, ve lo invisible, pero también ve lo que quiere ver.

A1 está jodido

Notas

1. Parientes cercanos y otros conocidos lo calificaron de “resbaloso”.
2. Pese a preguntas constantes de parte de los investigadores, L2 evadió siempre dar respuestas concretas sobre su edad. Tampoco fue posible acceder a pruebas documentales. Se presume alrededor de 30.
3. En este punto las descripciones difieren. L2 define su relación con A1 como la de un buen compañero. A1 suspira.
4. Descripción dada por una mujer que conoció un primer borrador de este estudio: ¡Hombre tenía que ser!
5. Cabe señalar que aunque el presente estudio no considera esa variable, A1 recuerda con exactitud fecha, hora, clima y ambiente de la situación. L2 no tiene idea de cuando pasó.
6. Son dos escenarios: laborales y sociales pero estos últimos en grupos grandes conformados por ellos dos y otros miembros del equipo de trabajo. 
7. Ver nota 6.
8. Revisando los antecedentes de A1, se trata de técnicas ya probadas con relativo éxito.
9. La frase “tan lindo, gracias”, se repite constantemente por parte de L2.
10. A1 no puede precisar cual es la evidencia que sustenta la validez de estas señales, pero está seguro de haberlas oído, visto o leído en alguna parte
11. Un veterano observador sugirió especificar que el comportamiento mencionado es lo que suele llamarse “hacerse la interesante”.
12. Escuchando detalladamente fue posible establecer que decía “este tipo tiene huevo”.

jueves, 24 de mayo de 2012

Entre contratos

Hace muchos años, trabajar era ponerse al servicio de una organización durante un larguísimo periodo, a veces hasta la jubilación. Hoy el mundo ha cambiado y trabajar consiste en ponerse al servicio de una o varias empresas por una suma infinita de periodos cortos. Es el trabajo chino, a veces chi, a veces no. Cuando chi es que tenemos contrato, Cuando no, estamos en un receso entre contratos. Esos recesos pueden ser cortos, justos o eternos. Y dan para muchas cosas. Por ejemplo, para inventarse un test que nos ayuda a medir que tan largo fue –¿es?– nuestro actual periodo entre contratos.

1. ¿Le puso condón al celular para tenerlo disponible incluso en la ducha?
No
2. ¿Tiene cronometrado el tiempo que demora desde su casa hasta el lugar donde debe firmar su contrato?
No
3. En sus desplazamientos diarios a cualquier parte, ¿se mantiene en un margen de seguridad con relación a la pregunta anterior?
No
4. Aunque tiene salud de hierro, ¿le preocupa la vigencia de sus últimos exámenes médicos?
No
5. ¿Hace mala cara cuando alguien ocupa el teléfono fijo de la casa por más de cinco minutos?
No
6. ¿Revisa su correo electrónico cada 10 minutos?
No
7. ¿Antes de cualquier gasto, por mínimo que sea, verifica si es aplazable?
No
8. ¿Se arrepiente de coger bus si puede caminar esas 20 cuadras?
No
9. ¿En la casa anda en sudadera, pero tiene lista una pinta elegante para atender convocatorias?
No
10. ¿Si se aleja más de dos cuadras de su casa va bien vestido y perfumado por si recibe alguna llamada con intenciones laborales?
No
11. ¿Los fines de semana modifica sus rutas para pasar por la casa del tipo de personal, con la intención de ser visto solo para que no lo olviden?
No
12. ¿Tiene hojas de vida en papel de colores y carpeta plastificada, en CD, en la memoria USB, y colgada en Internet?
No
13. ¿Ha ajustado su presupuesto por lo menos ocho veces en los últimos 30 días?
No
14. ¿Ya tiene claro qué puede empeñar en caso de necesidad?
No
15. ¿Tomó discretamente medidas para reinstalarse en la casa de su mamá?
No
16. ¿Lamenta –no importa cuál haya sido- la forma en que invirtió la liquidación del último contrato?
No
17. ¿A medida que pasan los días aumenta su interés en todo lo que sean promociones?
No
18. ¿Está comenzando a arrepentirse de la vez que le hizo conejo a la cuota del regalo del jefe?
No
19. ¿Le preocupa algo que hizo o dejó de hacer, en la última fiesta de fin de año de la empresa en la que estuvo?
No
20. ¿Ha ido mucho a cine, a teatro y a otros espectáculos, pero solo ha entrado en aquellos que son gratuitos?
No
21. ¿Quedan solo aquellas tareas que implican algún tipo de inversión en la lista de pendientes para cuando tenga tiempo?
No
22. ¿Nota en su hogar que lo quieren mucho, pero no tan seguido?
No
23. ¿Empieza a notar detalles invisibles como grietas casi imperceptibles en el techo, rutas de hormigas por rincones de la cocina o manchas debajo de la mesa del comedor?
No
24. ¿Ha visto más de una película repetida desde el vencimiento del último contrato?
No
25. ¿Al fin se aprendió el nombre del vigilante?
No
26. ¿Comienza a sentirse atraído por el círculo de vagos o de conversadoras del barrio?
No
27. ¿Siente que el resto de la familia lo está cogiendo de mandadero?
No
28. ¿No le molesta ser el mandadero del resto de la familia?
No
29. ¿El chiste de “se desayuna y queda desprogamado” ya no le parece tan chistoso?
No
30. ¿Fantasea con unas vacaciones de verdad?
No
31. ¿Tiene lavada, planchada y lista la ropa de trabajo?
No
32. ¿Al principio le pareció muy divertido este test, pero al final no tanto?
No

Resultados
De 0 a 5 positivas. Lo increíble es haya llegado hasta acá. Produzca compañero, que para eso tiene un contrato vigente.
De 6 a 15. Todavía está en el margen de seguridad. Es decir que si bien se ubica en el intermedio entre el contrato que ya pasó y el contrato que llega, aún vive esos días exactos para descansar, ahorrar, y hasta hacer un viajecto. Pero no se confíe.
De 16 a 25. Aunque ya pasó el tiempo que le habían anunciado todavía no entra a la fase de novia fea o novio sin plata. Así que siga viviendo una vida normal. Esso sí, con creciente austeridad, y, sobre todo, mucha disponibilidad.
26 o más. En vez de estar contestando pendejadas revise su correo electrónico y su buzón de mensajes. ¿Qué tal que lo hayan llamado?

miércoles, 28 de marzo de 2012

El fin del mundo y Jonás


Esta vaina del fin del mundo tiene preocupado a Jonás. No porque el mundo se vaya a terminar –al fin y al cabo, él qué puede hacer- sino porque al tener fecha y hora determinada le afecta la agenda. Entonces resulta que no sabe cómo organizarse ese día. Si a veces es complicado manejar la rutina de una jornada rutinaria, para él es mucho más complejo con un evento especial y –literalmente- irrepetible.

¿Habrá que trabajar ese día? Porque cae viernes, así que si uno se lo toma el jefe puede pensar que lo hizo injustificadamente solo para descansar el puente completo. No importa que al lunes siguiente no haya mundo, los jefes son los jefes. Además como es semana de Navidad es posible que haya sido necesario manejar cierta flexibilidad de horarios, por aquello de las novenas y las compras (¿A propósito, cuando se van entregar los regalos?)

Jonás tiene una imagen de su jefe diciendo “A ver, ya le di permiso para que fuera a hacer las compras, lo dejé salir temprano para que asistiera a las novena y ahora quiera irse solo porque el mundo se va a acabar. ¿Así va a ser siempre que llegue el Apocalipsis? ¡No abuse Jonás!”

La jornada del día final no es la única inquietud laboral. En un mundo de objetivos empresariales e hitos individuales con evaluaciones de desempeño la pregunta es inevitable. ¿Cómo afectará ese día las metas del periodo? En diciembre, sobre todo antes del 24 es época de corre corre, porque se vencen los términos y hay que cerrar proyectos, concluir metas, todas esas cosas, o generar plazos adicionales y reprogramar pero Jonás teme que cualquier plazo quedará obligatoriamente cumplido ese día. Su inquietud es ¿Será que alcanzamos a terminar todo, o nos cogerá la noche cuadrando un presupuesto mientras afuera se nos acaba el mundo?

Claro que en el fondo él prefiere el dilema laboral, porque es relativamente claro. Lo que es un enredo son las implicaciones sociales del último de los días. De entrada, hombre juicioso, su vida gira alrededor de dos mujeres. Su mamá (la de él) y su señora (también la de él). Aunque las relaciones entre ambas son buenas, de vez en cuando a una de las dos se le sale un sutil vainazo. Por ejemplo la mamá no pregunta “cómo está Pilar”, sino “Y como está LA Pilar”. O Pilar también hace consultas con cambios breves pero contundentes en las oraciones, así que en vez de "¿Viene de donde su mamá? El interrogantes es ¿Viene OTRA VEZ de donde su mamá?"

Cerrado el paréntesis aclaratorio lingüística viene el trauma. Escoja a quien escoja para pasar la jornada, ya escucha a la mamá diciendo que cómo prefiere a esa aparecida, y a su mujer señalando que si la madre, pero la de sus hijos no es algo mas importante. En realidad no se trata de una situación novedosa, desde cuando se casó el trauma se repite en cada fin de año, pero existen Navidad y año Nuevo para equilibrar. ¿No habrá manera de que el mundo se acabe dos veces?

(Yepez, un amigo huérfano y solterón de Jonás tiene otros problemas. En medio de unos tragos confesó que en su plan de ese día es llamar a todos sus amores platónicos, fracasados y “es complicado” –son como 50, por eso sigue soltero- y va a tratar de cerrar el tema. El encargado de dañarle la fiesta fue Jonás cuando le dijo… “bueno, y si alguna le dice que existen opciones reales…¿Qué hace?" Desde ese el tipo no le habla, y por las ojeras que tiene parece que tampoco duerme.

Jonás ha analizado la opción fácil. Quedarse en casa viendo televisión ¿Pero que pondrán? ¿Películas viejas? ¿Noticieros con balances de la existencia del mundo? Un especial de Jorge Barón (¿La última gran fiesta de los hogares colombianos?) Otra opción, es alquilar, comprar o ir a ver una película. La última película. Como escoge uno la última película o el último libro que va leer en su vida.

La otra duda tiene que ver con la pinta del día. Cuál es la indumentaria adecuada para el fin del mundo. Se supone que se trata de una ocasión especial pero… ¿amerita corbata? O más bien casual. Si ese día tiene más de una prenda sin estrenar… a cual le da prioridad. Y los zapatos: elegantes o tenis. Por si toca correr, aunque Jonás no sabe porque tendría que correr, si corra adonde corra todo se va a acabar pero si se está acabando como se va estar quieto..

Es algo confuso. Como esa vaina del fin del mundo.

martes, 28 de febrero de 2012

Importancia de la entomología en relaciones de pareja

Padilla mide cerca de dos metros, tiene cara de malo, parpadea poco y es lento para reaccionar. Su falta de reflejos proyecta una falsa imagen de imperturbabilidad ante eventos inesperados. Por eso le dicen Carepalo.

En tiempos de clima frío, la vida de “Carepalo” era mucho sencilla. Pero el destino le puso ingresos adicionales un par de pisos térmicos más abajo, lo que terminó reubicándolo en tierra de calentanos y calentanas. Calentanas como ella: Lucero.

Y sin que Padilla entendiera el cómo ni el porqué, Lucero empezó a coger cara de pareja. En el sentido del tanteo inicial, cuando ciertas actitudes coquetas rompen la rutina del encuentro casual. En compartir una invitación donde la conversación se interrumpe para comunicar por medio de un silencio más expresivo que cualquier palabra.

Suena bonito y hasta romántico… pero seamos honestos, la cosa no ocurrió así.

Hasta la parte de la invitación los hechos más o menos corresponden. Estaban en un sitio de esos con música suave pero no comprometedora, en medio de una iluminación tenue pero no peligrosa. Un paseador de perros que pasaba por ahí generó una pregunta inocente sobre el tema de las mascotas. Y la reacción de Padilla rompió esquemas.

Ella vio el rostro crispado y sintió una especie de grito ahogado antes del suspiro. Jamás pensó que Carepalo podría albergar un sentimiento tan tierno por el recuerdo de algún compañero de 4 patas. Luego vino el silencio, ese silencio largo y expresivo. Y la mirada. Los ojos avergonzados y esquivos. Lucero supo que tenía que dar el primer paso, y fue ahí cuando le tomó la mano.

Insistimos, las apariencias engañan.

Es oficial: Padilla y Lucero son pareja. Comparten invitaciones a lugares románticos, culturales, sociales y de los otros. También le sacan tiempo a sus espacios personales. La casa familiar de ella, el apartamento de soltero de él. Como ese día.

Situación. Una comida preparada y disfrutada entre dos acaba de terminar. Vienen los oficios compartidos. Ella lava, él seca. Ella comenta algo sobre los sabores de la infancia. Deja Vu. El grito ahogado, la mirada esquiva, el suspiro. Lucero no duda. Nunca lo hace. Abraza su hombre. Este corresponde, (de hecho, casi la aplasta) Dos cuerpos se funden y… pasa lo que tiene que pasar.

Lamento ser tan reiterativo, pero no siempre todo es lo que parece.

Es final de la noche o comienzo de la madrugada. Lucero ronronea un sueño plácido con la cabeza sobre el regazo de Padilla. Él no duerme. Su actitud engañosamente serena ante la vida tiene una excepción para consumo interno. El hombre sufre de entomofobia leve con reacciones histéricas ante la presencia de una Blatta Orientalis. Para ser un poco más precisos, grita como nena cuando, en determinadas circunstancias, ve una cucaracha.

Como este comportamiento califica como inaceptable ante la potencial conquista hubo que improvisar. El día que el pequeño acorazado cruzo raudo por la pared en el bebedero de cerveza, a duras penas alcanzó a reprimir el grito. Como qué pena con esa señora, mientras buscaba una mentira ni modo de mirarla a los ojos. Y sabrá el que sabemos por qué le cogieron la mano.

Bueno, él cogió la caña. Y todo iba bien. Pero en plena lavada de trastes la inoportuna de seis patas apareció bajo la estufa en ruta hacia debajo de la nevera. Otro grito para adentro. Otro momento crítico de “ahora qué digo”. Pero nada, lo abrazan. Por obligación toca responder cuando el invertebrado de turno hace su recorrido inverso. Otro grito reprimido y casi dos metros de susto se cierran con fuerzas sobre el cuerpo de Lucero. (De hecho, casi la aplasta).

“¿Qué te pasa?” La voz soñolienta viene de una cara angelical que mira desde abajo. Padilla sabe que le llegó el turno a la sinceridad. Pero hasta el día de hoy, ese momento está aplazado. Todo porque mientras buscaba las palabras precisas para ser cobarde con dignidad Lucero desvió la mirada hasta enfocarla en algo detrás del entomofóbico. Se levantó rápidamente y puso la mano, ahuecada, sobre la pared. Agarró, abrió la ventana y lanzó lo que acababa de coger con furia. La banda sonora del corto pero significativo evento incluyó frases medio incoherentes. Algo acerca de odiar y bichos, de la profesión de la madre del bicho y de no tirarse la pared aplastando, y de estar mamada de esas (censurado) cucarachas…

lunes, 30 de enero de 2012

Un cuento de productividad laboral

No ha acabado de salir el Sol y Yépez ya va por la tercera emputada del día. La primera fue contra el despertador, la segunda contra esa cucaracha madrugadora que siempre se le escapa a su pantufla y la tercera contra el protagonista de alguna noticia radiodifundida. La señora Yepez, 32 años después de haber dicho el sí ante autoridad eclesiástica y civil, tiene oído selectivo para los berrinches conyugales. Así que ignora las rabietas lo que genera, como no, más rabietas.

El transporte entre casa y oficina aumenta en cinco la cosecha de berrinches, distribuidos entre semáforos inoportunos, conductores atarvanes, peatones imprudentes, vendedores atravesados y un Volkswagen fucsia. Al llegar al sitio de trabajo va tan envenenado que si escupe atraviesa la pared, y si se muerde la lengua mínimo se intoxica.

Y como todos los días, pasa por recepción sin saludar y se dirige al ascensor hasta el quinto piso. Mientras recorre el corredor donde cada colega vegeta en medio de la productividad, pasando por abogado, economista, contador e ingeniero, se encuentra con el cubículo de Auxiliar 1.

Auxiliar 1 está feliz. Siempre lo está. Yépez nunca ha podido entender de qué o por qué, pero ella parece vivir en un comercial de peluches. Sin excepción, cada vez que se cruzan intercambian las siguientes expresiones:

Auxiliar 1. ¿Como está doctor Yepez?

Yepez: Hmmmf.

Auxiliar 1. Yo estoy muy, pero muy bien.

Yepez : Ajá.

Así ha sido desde el día en que Auxiliar 1 llegó con su cara de ponqué a cumplir las funciones estipuladas en el Manual 8, Aparté 7, numerales del 6 al 29, versión actualizada.

Yépez se encierra en su cubículo, saca el portátil, abre la lista de pendientes, se emputa por lo que no alcanzó a hacer el día anterior y por lo que no alcanzará a hacer en este y empieza su jornada laboral, olvidándose de Auxiliar 1, de las cucaracha esquivas, de los conductores atarvanes, del volkswagen rosado (¿o era fucsia?) y de todo lo que no signifique sumarle puntos a los indicadores del mes.

Tres pisos más arriba, Gran Gerente mira el informe mensual y agradece tener a un tipo como Yépez pendiente de los asuntos correspondientes al Manual 2, apartes 8 y 9. Nadie es indispensable, dicen los cánones laborales, pero unos cuantos son necesarios. Y Yépez es de esos…

Cuando ha pasado un tiempo largo pero no tanto, el mismo Gran Gerente revisa preocupado el desempeño del Manual 2, Apartes 8 y 9. No es que sea malo, pero es que antes era sobresaliente. Tres pisos más abajo, el encargado, fiel a sus hábitos, ya va por los octava rabieta del día. Atraviesa el corredor hasta llegar su oficina, pero nuevamente tiene problemas para encarrilar la jornada diaria. Si se trata de indicadores, todos están por encima de las metas. Sin embargo, de un tiempo para acá algo pasa. Así que además de molestarse, -está bien, emputarse- por su caída en productividad, llega el momento para hacer un análisis causa raíz con el fin de aplicar las acciones correctivas pertinentes.

La vida personal no ha tenido cambios significativos, lo que descarta las motivaciones hogareñas. Las condiciones laborales tampoco. Es más, mejoraron. El espacio físico disponible se incrementó un poco debido a la eliminación del cargo de Auxiliar 1. Cuando ella renunció los expertos en eficiencia aprovecharon la coyuntura para eliminar algunas funciones y redistribuir entre personal ya contratado otras de las estipuladas en el Manual 8, Aparté 7, numerales del 6 al 29. Al fin y al cabo, no se trataba de nada que incidiera de manera directa en el core del negocio.

Yépez sigue evaluando su rendimiento a través de la metodología de los por qué. ¿Por qué bajaron mis indicadores? Porque bajó mi productividad. ¿Por qué bajo mi productividad? Por qué me está costando más trabajo iniciar la jornada diaria. ¿Por qué me está costando más trabajo? Porque vengo molesto y eso me impide concentrarme en el trabajo.

Punto muerto. La enfurecida diaria es para Yépez lo que el desayuno para el resto de los mortales. Un ritual. El problema no puede ser ese. Momento de tratar de fijar un límite temporal. Mano al gráfico. A ver la tendencia descendente comienza claramente en la fecha X ¿Que pasó en la fecha X?

Tarda un momento pero lo entiende. Va a emputarse, pero no puede. De hecho sonríe. Sonríe porque se da cuenta que nadie es indispensable, pero unos cuantos son necesarios. Sonríe porque ni el Gran gerente, ni la subgerencia de recursos humanos, ni el asesor externo en reingeniería empresarial, ni el coordinador de las actividades agrupadas en el Manual 8, ni siquiera él mismo de manera consciente sabía que lo mejor de ese trabajo era el díálogo diario con Auxiliar 1. Esas pocas palabras activaban un estímulo laboral poco convencional. Le recordaban que él no fue siempre un cascarrabias, y que tampoco tenía la obligación de seguirlo siendo.

miércoles, 25 de enero de 2012

Los seis amigos de la mujer moderna

Explico. Cuando digo mujeres me refiero a LAS mujeres. A las que están llenas de meritos académicos, destacan en el mundo laboral, equilibran inteligencia, pasión y belleza,  y les queda tiempo para ir de compras. Estas mujeres no necesitan un hombre. Necesitan seis.

Aclaro. No son necesariamente seis tipos. Son seis servicios que vienen en empaque masculino. Se pueden –y de hecho ocurre– integrar en menos sujetos. Y sin mayores ceremonias,  aquí se los presento.

Amigo por fuera, amiga por dentro
Nadie comprende mejor lo que ella vive, siente, sufre o goza. Nadie escucha con tanta paciencia en los momentos difíciles. Nadie supera esos conocimientos o asesorías en cocina, moda, belleza y decoración; a veces a nivel de meros consejos, otras en actividades compartidas. Pero lo mejor –aunque se comenta en voz baja– es que con él se puede llegar al más íntimo de los contactos físicos sin pasar a mayores, porque sus gustos (los de él) coinciden con los de ella. Hablamos, por supuesto, del amigo gay.

Figura paterna ideal
Es como el papá, pero corregido. Tiene suficiente edad para figurar en el registro civil, pero no cuida, no regaña, no enseña, no pide cuentas, no da ejemplo. Como el primer requisito es que no sea un viejo verde, tampoco hay riesgos. Y si se trata de un galán otoñal… se supone que él tiene la experiencia, así que él sabrá que hacer. Ya está más allá del bien y del mal, así que admite temas prohibidos sin escandalizarse o malinterpretar,  temas trascendentales sin aburrirse, temas laborales sin riesgo, temas familiares con discreción,  y temas intrascendentes sin pena. Y vaya si sabe escuchar. 

Una bailadita de vez en cuando
No es inteligente. Y lo demuestra. Todo el tiempo. Su conversación típica integra incoherencias, chistes perversos, piropos entre esotéricos y vulgares. No tiene carro, no tiene plata y vive con mami. Tal vez esté matriculado en alguna parte, pero de ahí a que estudie… Tal vez figure en nómina de alguna empresa, pero de ahí a que trabaje… Entonces, ¿Qué hace? Baila. Conoce todos los ritmos, y todos los pasos. En el ambiente propicio jamás conjuga el verbo sentarse. En un mundo de tiesos por genética, vocación o convencimiento, ella necesita un parejo que baile bien y mucho. Para eso existe.

Motor de emergencia
En un país de pico y placa y otras restricciones al libre uso de los vehículos ella necesita alternativas. Y un día aparece ese vecino, compañero, colega o amigo de rutas análogas. Lo que comienza como un favor ocasional en cualquiera de las dos vías trasciende hasta ritualizarse. Ese la lleva cuando ella tiene pico y placa, y pasa de conductor a pasajero cuando el del pico y placa es él. Y entre gasolina y kilometraje, pues de algo hay que hablar. Y entre chiste y charla llegan las confidencias. El pacto no está escrito en ninguna parte pero tiene la fuerza de los 10 mandamientos: lo que se dice en el carro, se queda en el carro.

El adoptado
A la hora de la comida, del desayuno y de las galguerías estaba allí. En las tardes estaba allí, en las noches estaba allí. Lo raro era que, se supone, no vivía allí. ¿Por qué? Porque era amigo del hermano, porque era el hijo interno del amigo del papá o por razones más complicadas como orfandad, hogares disfuncionales, ausencia simultánea de llaves y padres... Y terminó integrado en todos los programas como uno más de la familia pero sin deberes filiales, lo que lo convirtió en alcahueta oficial. Creció, armó su vida, se abrió, pero de vez en cuando reaparece.  Y con ese, siempre hay tema.

Usted sí es muuuyyyy guache
El tipo comenta, de manera directa y nada sutil, escotes, minifaldas y pantalones ajustados. Su diálogo promedio con el sexo opuesto incluye tres insultos y dos ironías. A veces porque le preguntan, otras de puro espontáneo, da consejos explícitos relativos a la vida íntima de la pareja con el máximo detalle posible. Es un guache. Pero a él, y solo a él e –insistimos– única y exclusivamente a él, se lo aguanta. De hecho, se pone a su nivel. Insulto contra insulto, comentario vulgar contra comentario vulgar, regaño contra chambonazo. Y entre madrazo y madrazo, todos felices.

viernes, 6 de enero de 2012

Una boda perfecta

La mamá de Patricia Jara Rocha, las tías de Patricia y en general todas las mujeres de la familia Jara y la familia Rocha querían que la boda de Patricia fuera perfecta. Aunque su opinión no interesa para nada, hay que anotar que Gerardo, el prometido, hubiera preferido hacer fila en una notaría y almorzar pollo asado. Pero, repetimos, su opinión no importa para nada. El sólo es el novio.

Para el día de arras todo estaba listo. El primo industrial iba a prestar su BMW, e incluso se había ofrecido como chofer. La novia tenía pensado salir de la casa de la abuela la cual, aunque ubicada en un barrio venido a menos, era imponente y señorial.

La iglesia iba a ser adornada con ramos de flores. Gerardo ya había alquilado el respectivo sacoleva. Seis hermanos que conformaban un conjunto de cuerdas darían la solemnidad necesaria tanto a la ceremonia como a la recepción posterior, programada en un salón social lo suficientemente vistoso.

Las nubes grises que impidieron ver la madrugada del día del himeneo fueron vistas por preocupación por la abuela, especializada, por su amplia experiencia maternal, en pensar siempre lo peor. Sin embargo, al ser absorbida por la rutina de preparar la ropa, peinar a la niña, dotarla de algo prestado, algo robado, algo nuevo y ponerle el complicado vestido de novia transcurrió la mañana.

Muy a las 11 de la mañana golpearon a la puerta. Llegaban puntuales el fotógrafo, el tipo del video, y el primo del BMW. Hasta el momento todo era perfecto, sino fuera por un comentario suelto del fotógrafo, “¿y se le tiraron la fachada, no mi señora?”

En efecto, la noche anterior, un ejército de grafiteros anónimos había llenado de letreros la pared frontal, la puerta, la parte de arriba de la puerta y todos los espacios posibles. Patricia, propensa a las lágrimas, empezó a hacer pucheros imaginando las fotos y el video de una novia apareciendo en medio de un mural político. Entre el camarógrafo y el fotógrafo lograron calmarla, asegurando que harían las tomas y las fotos de tal manera que no se viera el entorno.

Al final del ataque de histeria, el primo salió a encender su BMW. Un minuto después regresó con la respiración agitada. No había BMW. Se lo acababan de robar.

Los gritos lastimeros de Patricia, quien juraba a los cuatro vientos que ya no se iba a casar, obligaron a la familia a tomar medidas drásticas. Era el momento de llamar a Gerardo.

Gerardo estaba durmiendo la borrachera de la despedida de soltero que le habían hecho sus amigos. Por eso se demoró bastante en contestarle a la abuela, y mucho más en entender frases incoherentes sobre novia histérica, carro robado, y paredes pintadas.

Al colgar entró otra llamada. Era el director del sexteto musical contratado para la boda. Su padre estaba hospitalizado y no podían asistir. De repente, como un relámpago, Gerardo se concientizó de lo que ocurría. Se iba a casar en una hora. Estaba enguayabado. No estaba vestido, no tenía carro y no tenía músicos. Solo le quedaba pedir ayuda y llamó al único amigo con vehículo. Rojas. Este dijo claro y partió de inmediato a recoger a la novia mientras Gerardo encargaba a otro amigo, López, para que consiguiera músicos.

Patricia miró resignada el viejo “jeep” Willis de Rojas, que este utilizaba en su trabajo de veterinario. Recordó él, en ese momento, profético chiste de cambiar un BMW por un WVM (Willis vuelto m....) pero no había tiempo para buscar alternativas, así que trepó a la silla en la cual, de manera previsiva, Rojas había colocado un plástico. Colgados en la parte de atrás iban el fotógrafo y el camarógrafo.

Entretanto, en la iglesia, al lado de la pareja de reclinatorios frente al altar, y con una abundante presencia de invitados y curiosos, Gerardo atisbaba en busca de su prometida, y de los músicos de reemplazo. Ella apareció primero. En silencio empezó a recorrer el pasadizo limitado por bancas entre el atrio y el altar, silencio que fue únicamente roto por las notas imponentes de la marcha nupcial...a ritmo de mariachi.

Eso fue lo único que López pudo conseguir. Y hay que abonar la dignidad de Patricia al acercarse a su novio con el pon pon po pon del guitarrón marcándole el paso. Ya ni siquiera lloraba. Solo deseaba que esa pesadilla terminara pronto.

Cerca de los reclinatorios le pareció reconocer una vecina que no había sido invitada. Entonces recordó que, en cumplimiento del aguero, llevaba el velo sujeto con unas hebillas robadas del tocador de esa vecina, quien no iba a...

“¡Mis hebillas, esa vieja tiene mis hebillas!” fue el grito que resonó una vez en toda la iglesia seguida de un silencio sepulcral.

Un fin perfecto para la boda perfecta.

lunes, 2 de enero de 2012

Presentación en familia

Ella, Helena, era una mujer moderna. Profesional especializada, carro, un importante cargo en una multinacional. Había conocido al hombre de su vida. Y en su corazón de fin de siglo albergaba el mismo temor ancestral que en su momento tuvieron su madre, abuela, bisabuela, hermanas, primas, tías... ¿Por qué? Porque la prueba más dura para el amor de cualquier pareja iba a realizarse esa noche. Lo iba a presentar... ¡En familia!

Hemos pasado por la revolución sexual, el Sida, el divorcio, las relaciones casuales, el feminismo, la unión libre y la anticoncepción. Del protocolo que caracterizaba las relaciones de antaño apenas queda lo esencial. Pero tres cosas jamás terminan. Uno, la familia. Dos, la pareja. Tres, el momento del inaplazable encuentro.

El catálogo de excusas de Helena se había terminado, y Francisco quedó comprometido para una novena navideña. Llegó puntual, con una bolsa llena de buñuelos y una paila de natilla (él también tenía mamá) y empezó el calvario.

Después de las presentaciones de rigor, los primeros que lo agarraron fueron Tío Godo y Primo Mamerto, quienes tras recitar sendas proclamas ideológicas lo conminaron a tomar partido. Helena lo rescató antes de pronunciarse, pero fue arrebatado por Prima Filósofa, quien sólo para medir sus conocimientos le preguntó su opinión acerca del último libro de Habermas.

Francisco no tenía ni idea quien era Habermas (ni siquiera sabía si se pronunciaba así), de manera que dio gracias a Dios cuando Nerdo, el hermano menor de Helena, lo invitó a jugar en el Wii. Por primera vez se sentía en ambiente. Además era bueno para jugar... ¿Eso que es? Bueno, no podía ser tan difícil.

Tras perder ocho partidos seguidos por muenda, apareció Tío Borracho quien después de regañarlo por andar en cosas de niños, y contaminarle el aire con un tufo monumental le embutió cuatro aguardientes dobles seguidos. El mareo producido por el tufo (más efectivo que cualquier cantidad de alcohol) fue rápidamente solucionado por Tía Chismosa, quien le dio una aromática al tiempo que iniciaba su interrogatorio.

Quince minutos después, Tía Chismosa conocía todos los detalles de la vida de Francisco, desde su primer pañal hasta su último empleo. Treinta minutos después, la información se había repartido entre toda la concurrencia. Y la noche apenas empezaba,

Hasta el momento Francisco había sobrevivido a los encuentros con Tío Godo, Primo Mamerto, Prima Filósofa, Hermano Nerdo, Tío Borracho y Tía Chismosa.

A esta hora, se encuentra atrapado en un rincón por Primo Desempleado, que no pierde oportunidad para repartir hojas de vida. De ahí lo rescatan Hermana Grande y Cuñado Veterano - únicos que, por experiencia, entienden por lo que pasa su futuro pariente por afinidad -, cuando Tía Beata se pone brava y sentencia, a rezar la novena.

- ¿Y quien lee?, pregunta Primo Oportuno.

Todos los ojos presentes voltean hacia Francisco. En segundos se forman dos bandos. Los corteses, que consideran de importancia el ingreso simbólico a la familia mediante la lectura. Y los tradicionales, que creen que la lectura corresponde a los parientes consanguíneos.

Sobrino Patán - para suerte de Francisco - salva la patria con una pataleta y termina, - como siempre - leyéndola él, y haciendo lo que le da la gana. Terminado el rezo, los jóvenes bailan por iniciativa de Prima Rumbera, que abre pista con Francisco, después de decirle a Helena, “tranquila que ya se lo devuelvo”. Y se lo devuelve, mareado y adolorido después de darle más vueltas que a una licuadora.

Falta el punto más importante. La conversación con Padre Papá, y con Madre Mamá. Tía Chismosa ya les entregó una biografía detallada con declaración de renta incluida, así que, para rematar, no hay tema. Ambas partes saben que deben evitar cualquier posibilidad de polémica, luego está prohibido hablar de fútbol, política, religión, reinas de belleza, alcaldes, programas de televisión, libros, cocina, filosofía, gobierno, y una enorme lista de etcéteras. Así que la conversación es algo así como esto.

Padre Papá: Ha estado lloviendo mucho.
Francisco: Sí ...
Madre Mamá: Pero el sol siempre sale después del 20.
Francisco: Sí ...

Y cuando Helena y Francisco va llegando a la puerta la Abuela Matrona, que no ha dicho una palabra en toda la noche, incorpora al enamorado, mediante siete sencillas palabras, al servicio familiar obligatorio permanente.

- Lo esperamos un ratico en Año Nuevo